El primer llamado fue en noviembre, cuando Javier Milei y Victoria Villarruel ganaron el ballotage. “A la próxima escuela a la que vas, no volvés”, le advirtió algún nostálgico del terrorismo de Estado. El segundo fue a fines de febrero, en el tono auto-denigrante que caracteriza al presidente: “Zurda de mierda, si seguís adoctrinando sos boleta”. La negación ante el retorno de los peores fantasmas combinada con cierta naturalización de las amenazas desde que su madre declaró en el Juicio a las Juntas, en 1985, hicieron que Teresa Laborde Calvo dejara pasar ambas advertencias. Cuando trascendió el ataque contra una militante de H.I.J.O.S. se replanteó su silencio, recordó la enseñanza de Adriana Calvo sobre la imprescindible “capa de visibilidad” y se acercó a los tribunales de Lomas de Zamora para denunciar las amenazas. A pocas horas del aniversario del golpe de Estado de 1976, Abuelas de Plaza de Mayo, Madres Línea Fundadora y otros organismos llamaron a “estrechar filas para frenar esta escalada de violencia que pone en grave riesgo la convivencia pacífica de nuestro pueblo” y exigieron un “pronunciamiento claro del Poder Ejecutivo Nacional en repudio a este tipo de atentados”.
Laborde nació en abril de 1977 durante el cautiverio de su madre, fundadora de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, y en línea con su legado es querellante en el juicio de las “Brigadas” del exCircuito Camps, que tendrá su sentencia el próximo martes. “Siento que estamos amenazados un poco todos, porque también hay situaciones de violencia si tenés una sexualidad divergente, si sos una mujer trans o tenés una pareja gay. Hay habilitados de parte del gobierno unos discursos de odio, le dicen ‘asesinas’ a las feministas”, reflexionó ayer en Radio con Vos, donde hizo pública su denuncia después de radicarla ante la justicia.
Al atardecer del lunes 20 de noviembre, al día siguiente de que Milei & Villarruel se impusieran en segunda vuelta y mientras trataba de concentrarse en una serie para distanciarse de la realidad, atendió un llamado de un número privado. Una voz masculina emitió un mensaje breve y claro: “A la próxima escuela que vas, no volvés”. Y cortó. Aludía a las charlas que suele dar en colegios, que se multiplicaron después de que la película Argentina, 1985 reinstalara su caso en la opinión pública y donde explica una y otra vez la relación de la dictadura con la pobreza del presente, el rol central del poder económico con los militares como brazo armado y los medios de comunicación y el Poder Judicial como aliados.
Al día siguiente tenía que dar una charla sobre los 40 años de democracia en una escuela de Lanús, donde le contó sobre la amenaza al director y le pidió que la acompañara hasta su auto, aunque “no hice la denuncia, lo dejé pasar”. “Como crecimos en una familia donde las amenazas eran moneda corriente, lamentablemente, llegamos a naturalizarlas, un espanto total. Y también por una cuestión de protección, ya de chiquita creían que era autista porque decían que vivía en la luna de Valencia, cerraba persiana, ‘las cosas feas no las veo, no las escucho, no pasan’, y un poco me pasó con las amenazas”, explicó en Radio con Vos.
A fines de febrero, otro llamado desde un número privado. “Zurda de mierda, si seguís adoctrinando sos boleta”, fue la advertencia. La denuncia sobre el ataque a la militante de H.I.J.O.S., que ocurrió días después del segundo llamado pero se conoció recién el jueves, la llevó a replantearse su decisión de minimizar las amenazas. “Cuando leí el comunicado de H.I.J.O.S. me dio miedo, no lo voy a negar, y ahí tomé cartas en al asunto, porque dije ‘bueno, de las amenazas a esto en un segundo puede ser posible’, ya lo aprendimos con Julio López en 2006”, explicó en referencia al sobreviviente del mismo circuito Camps que su madre, que aquel año desapareció por segunda vez. Laborde se presentó con sus abogados, Marcela Dal Santo y Sergio Smietnianky, y denunció las amenazas ante el Juzgado de Garantías 1 de Lomas de Zamora, donde actúan como fiscales Nicolás Espejo y César Lucero.
Laborde enfatizó ayer la necesidad de lograr la más amplia unidad del campo popular para enfrentar los discursos de odio y negacionistas del gobierno PRO-libertario. Le preocupa “no sólo lo que hace este gobierno sino lo que le dejamos hacer: cuando Milei en el debate dijo que habían sido dos demonios, que hubo una guerra y que había habido excesos, hablé con media docena de abogados y abogadas para demandarlo porque miente abiertamente. Los que nacimos en cautiverio y las personas apropiadas somos la prueba viva de que no fueron excesos”.
“Se manejan con la no-verdad, vale decir cualquier cosa, por eso hay que ponerles un freno. Ellos quieren silenciarnos, que nos callemos, que nos amedrentemos y en lo posible que nos vayamos, que dejemos toda la actividad que estamos haciendo”, razonó, y confesó que “me da mucha pena, como siempre me dio, que (el domingo) no haya una sola marcha”. “La adoro a la Rusa (la diputada Myriam Bregman), me puedo llegar a inclinar más por el FIT que por el exoficialismo, pero no importa, hay momentos donde hay que dejar de hacer campaña, porque tenemos que aprender muchas cosas de esta experiencia, y una es que la militancia de organismos de derechos humanos o de soberanía alimentaria o de cuidar los territorios tiene que ser apartidaria. Después podés militar en tu partido, pero estas cosas son transversales”, añadió. “Este 24 tendríamos que haber sido una sola marcha. Tenemos que unirnos, es el momento de unirnos”, concluyó.