La artista multidisciplinaria Lola Arias acaba de ser reconocida en Noruega con el prestigioso Premio Internacional Ibsen 2024. Es la primera teatrista latinoamericana y la segunda mujer –la primera fue Ariane Mnouchkine– en obtener uno de los galardones más relevantes de la escena internacional. Desde 2007, la escritora y directora ha creado numerosos proyectos de teatro, cine, literatura, música y artes visuales donde los límites entre realidad y ficción se desdibujan. En sus procesos creativos colaboró muchas veces con personas que vivieron acontecimientos sensibles o experiencias históricas (veteranos de guerra, refugiadxs, trabajadorxs sexuales, presxs) para interpelar a lxs espectadorxs a través de las narrativas de esa otredad.
El viernes 22, la artista dialogó con la prensa en el Teatro San Martín para compartir la noticia y adelantar algo de su próximo trabajo. En conversación con Página/12, Arias celebra la valorización de la región y el cambio positivo en la historia del premio en términos de género: "Creo que es un reconocimiento al arte que se hace en esta región. El arte latinoamericano tiene una potencia inédita. Que un premio escandinavo mayormente otorgado a hombres europeos y estadounidenses ponga la mirada sobre una mujer de Latinoamérica habla de un cambio de foco". La autora confiesa que siempre tuvo que trabajar "contra los prejuicios o las miradas condescendientes" por ser mujer y latinoamericana. "Muchas personas me miraron desde arriba a lo largo de mi carrera", recuerda.
En estos años, la directora se desempeñó en contextos y países muy diversos, pero señala que sus abordajes siempre son desde su condición de artista latinoamericana: "El trabajo que hice en Europa fue en calidad de migrante; son obras que de alguna manera están atravesadas por esa mirada de extranjera. No está tan desconectado de la persona que soy ni de dónde vengo". Arias menciona como ejemplo Futureland, una pieza que narra la historia de un grupo de chiques que arribaron a Europa desde Siria o Afganistán como menores no acompañados, sin sus padres y atravesando situaciones de mucha violencia.
Su trabajo más reciente también aborda la alteridad aunque desde otro lugar. En el 74° Festival Internacional de Cine de Berlín se estrenó Reas, su segunda película luego de Teatro de guerra (2018): se trata de un musical híbrido a cargo de un grupo de mujeres cis y personas trans que estuvieron detenidas en cárceles argentinas. En mayo se estrenará en el Teatro Alvear Los días afuera, una obra que aborda el momento posterior a la salida de prisión. Luego tendrá su estreno europeo en el marco del Festival de Aviñón (Francia) y en octubre podrá verse en el Teatro Nacional de Oslo.
Uno de los aspectos más interesantes del aporte de Arias a las artes escénicas es que, de algún modo, sus búsquedas exceden ese campo. En su cuerpo de obra hay una permanente retroalimentación entre disciplinas: el hecho escénico, lo visual, lo sonoro, lo performático, lo ficcional y lo biográfico se mixturan, y los límites se vuelven difusos. En su fallo oficial, el comité del Premio expresó que el trabajo de Arias “se relaciona con la sociedad contemporánea sin ninguna arrogancia intelectual” y “trabaja en los espacios entre cine y teatro, música y performance, poesía y prosa, teatro y vida, nacimiento y muerte, forjando un notable cuerpo de trabajo que reconoce la complejidad de las historias que heredamos y las narrativas que elegimos crear a partir de esas historias”.
Sobre esa transdisciplinariedad, Arias explica: "Cuando empecé a hacer cine fue un gran aprendizaje porque esta disciplina me daba la posibilidad de plasmar o fijar ciertos momentos, ciertas experiencias que son imposibles de repetir. A la vez, siempre me quedó la conciencia de que así como el tiempo queda capturado en el cine porque una película es un documento de una persona en determinado momento de la vida, el teatro siempre está vivo y es un arte que muere. Cuando lo dejás de hacer, ya no existe, y por eso tiene algo muy valioso; sólo existe si las personas están ahí, genera empatía y comunidad".
El jurado destacó la “dimensión ética” y el carácter "transnacional" de su obra, el "arraigo profundo en el contexto en que ha sido hecho" y su poder para cuestionar “quién hace teatro y por qué” señalando aquello que “no está de moda, lo silenciado, lo borrado y marginalizado”. En el comunicado también repasan parte de su producción y destacan El año en que nací (Teatro a Mil, Santiago, 2012), donde jóvenes chilenos recreaban la juventud de sus padres durante la dictadura de Pinochet; El arte de llegar (Stadttheater, Bremen, 2015), una suerte de tutorial que reflexionaba sobre cómo empezar una nueva vida en otro país; y la notable Campo Minado (Royal Court Theatre, Londres, 2016), que reunía a veteranos británicos y argentinos de la guerra de Malvinas para compartir sus experiencias sobre el conflicto.
Entre los ganadores del Premio que otorga un monto de 2,5 millones de coronas –216 mil euros y 234 mil dólares– figuran aclamados artistas como el británico Peter Brook, el austríaco Peter Handke, el noruego Jon Fosse, la francesa Ariane Mnouchkine, el alemán Heiner Goebbels, el estadounidense Taylor Mac, el suizo Christoph Marthaler o las compañías Forced Entertainment y Back to Back Theatre.
“Estamos orgullosos de honrar a esta artista multifacética. Desde hace 25 años, Lola Arias ha creado un teatro que es democrático, diverso y arraigado en la experiencia de vida. Ella lo hace de una manera excepcionalmente sabia y empática”, declaró Ingrid Lorentzen, presidenta del Comité. Este galardón es uno de los más importantes del mundo en el campo teatral y a menudo se alude a él como el “Nobel de Teatro”. Fue instituido en 2007 por el gobierno noruego y los ganadores son seleccionados por un grupo de siete profesionales designados por el Ministerio de Cultura e Igualdad. El National Theatre de Oslo alberga y asiste al comité –allí tendrá lugar la ceremonia de premiación el 13 de octubre– y los ganadores son anunciados cada dos años el 20 de marzo, en honor al natalicio de Henrik Ibsen.
Consultada sobre los recientes ataques a la cultura por parte del gobierno de Javier Milei, Arias dice: "Es interesante ver a un gobierno como Noruega que decide entregar un premio y dinero a alguien que no es noruego. Ellos premian a alguien en algún lugar del mundo porque consideran que el teatro tiene un valor e invierten para reconocer a un artista. En este momento, el gobierno argentino está matando a sus propios artistas. El presidente actual ataca a los artistas de una manera deliberada, programática y absurda, intenta generar una especie de enemistad entre los trabajadores. Los artistas somos trabajadores y trabajamos con gente de otros rubros. Una película como Reas se financió con fondos del Incaa pero además trajo a la Argentina muchísimos recursos extranjeros, dio trabajo a 70 personas y movilizó la economía. Creo que es ignorancia atacar al cine argentino, es prepotencia y supone no tener ni la menor idea de cómo se hacen las cosas". La directora destaca que "el cine argentino es reconocido en todo el mundo" y recalca que el último número de Cahiers du cinéma estuvo dedicado a la producción local. "Destruir a los artistas que generan la imagen de tu país es un gran error y encima viene de alguien que se dice nacionalista", concluyó.