Gabriela Quintero, una de las dos partes del tándem instrumental de guitarras Rodrigo y Gabriela, atiende desde Zihuatanejo. “Esto está en el Pacífico Sur, cerca de Acapulco”, contextualiza la artista. “Era un pueblito de pescadores que, pese a que hoy es una ciudad chica, sigue siendo muy bonito. Y acá también hay temblores, aunque no pasó nada que lamentar con los terremotos que sucedieron en otras partes del país”. Además de vivir y componer ahí, la guitarrista rítmica vela por una cooperativa ecovegana. “Se trata de una organización sin fines de lucro con la que abogamos porque seamos solucionarios en México. Históricamente, tuvimos guerras e invasiones, por lo que es difícil tener un gobierno que vaya a hacer las cosas de forma excelente, ni la población sabe muy bien dónde está la brújula. Si bien hay narcos, somos más gente buena quejándonos que buscando la solución. El día que todos seamos un poco más honestos tendremos todo lo bueno que nos merecemos. Aquí siempre hablo de eso. Podemos hacer todos los días algo por la comunidad”. 

Luego de su debut local en 2016, en Niceto Club, Rodrigo y Gabriela vuelven hoy domingo a la capital argentina, aunque esta vez como acto soporte del recital de John Mayer en el Hipódromo de Palermo (Avenida del Libertador 4101). “El show de Buenos Aires nos pareció increíble. Fue uno de los mejores que dimos el año pasado. Además de que el público estaba entregadísimo”, destaca Gabriela, quien, tras comenzar con la dupla en 2000 en el DF mexicano, alcanzó la fama en las calles de Dublín. “Yo conocía Buenos Aires de niña, por lo que fue increíble redescubrir la ciudad. Estamos felices de regresar, a pesar de que el concierto que daremos será diferente por nuestra condición de teloneros. Aún no sabemos desde qué lugar lo encararemos, pero quiero tocar material nuevo. Después de terminar el tour, volvimos a casa para trabajar en el material que se viene. Y me parece que es una buena ocasión para poner a prueba los temas nuevos. Haremos lo posible para que sea una actuación muy libre, por más que no sea nuestro espectáculo”. 

–Desde la aparición de su álbum 9 Dead Alive, en 2014, no sacan un trabajo de estudio ¿Hacia dónde apunta el que están preparando?

–Tenemos planes de sacarlo en 2018. Para nosotros siempre fue un desafío hacer lo que hacemos en vivo y perpetuarlo en un disco. A la fecha, siento que no lo logramos. Como sabes, Rodrigo y yo tenemos un gusto musical amplio, así que, de alguna manera, siempre tratamos de buscar un equilibrio. Para nosotros es como dar un servicio producir y crear música que va a generar un impacto en las personas. A veces, uno como artista se torna un poco egoísta y jala hacia lo que le gusta. Si nos demoramos en acabarlo es porque giramos mucho y debido a que seguimos componiendo. De las 60 o 70 piezas que ya tenemos, escogeremos las que nos gustan y las que creemos que le van a encantar a los fans. 

–A pesar de que su última producción apuntaba a lo conceptual, mantuvieron la fórmula de mezclar temas propios con covers. ¿Así será el próximo disco? 

–Van a ser en su mayoría temas de nuestra autoría. Algunos de ellos los trabajamos con otros artistas, y los tenemos ahí guardados, pero no sabemos si los incluiremos hasta que pongamos todas las cartas sobre la mesa. Y si nos late meter un cover, lo haremos. 

–¿Alguna vez barajaron la idea de ponerle voz a sus temas o de ampliar la instrumentación?

–Lo hemos intentado. Tenemos muchas piezas con voz y con instrumentación. Pero mi opinión es que mientras nos sorprenda como músicos, siento que es válido. Hasta ahora no descartamos ninguna posibilidad. 

–Considerando que hacen música instrumental, ¿por dónde va el mensaje que pretenden amplificar? 

–El arte siempre fue una fuente de inspiración para los cambios. También para la introspección. Como sociedad, nos falta reflexionar más, pues nos distraemos mucho con la tecnología. A veces no estamos conscientes de nuestros propios actos y le echamos la culpa a un externo, que no digo que no la tenga. El arte nos ayuda a reconectar con esa parte de nosotros, y muchos artistas han logrado a través de su obra tener un impacto político y social. En el caso de Rodrigo y Gabriela, no tenemos letras. Aunque la música es el lenguaje universal. Leí un estudio que dice que el 10 por ciento de la comunicación es el lenguaje y el otro se basa en los gestos, que son inconscientes. Y en el arte se puede transmitir qué tipo de personas eres y cuáles son tus valores. 

–A causa de su condición de dúo, recibieron constantemente comparaciones con otros artistas que se caracterizan por su redención de la guitarra. Pero ustedes siempre fueron lo más rockeros. ¿Les molestan esos paralelismos?

–Es algo que no podemos controlar. Las personas inevitablemente sienten que no somos como Paco de Lucía. Es lo que yo quisiera porque es un genio. Pero también es nuestra obligación decir que no somos eso, y que le podemos ofrecer una música que les cambiará la vida por su profundidad. Originalmente, comenzamos tocando en una banda de metal, y uno tiene eso en el ADN. Soy fan de Jimi Hendrix, John Mayall y Janis Joplin, y mi mamá colocaba samba y guitarristas de jazz. De más grandes descubrí Master of Puppets, de Metallica, y me encantó. Venimos más de un rollo rockero que era natural. Sin embargo, cuando no tienes prejuicios te conviertes en una esponja y no ves esas diferencias. Así que con la madurez nos dimos cuenta que las etiquetas son amplias. Mientras sepamos qué es lo que queremos, no será un problema.