La justicia de San Isidro señaló como sospechosa a la empleada doméstica por el crimen de Roberto Wolfenson, el hombre que fue hallado muerto en su casa del barrio privado La Delfina de Pilar. La mujer quedó detenida en su domicilio luego de un allanamiento y será indagada a la brevedad.
Rosalía Soledad Paniagua había comenzado a trabajar en suplencia de la empleada titular un mes previo al homicidio. Lo que llama la atención de los investigadores es que, en su contrato temporal, sus tareas finalizaban el jueves 22 de febrero, día en que se podría haber cometido el crimen.
Otro dato resonante es el hallazgo de un parlante bluetooth rojo, que fue reconocido por la viuda de la víctima como propio, y fue encontrado durante el allanamiento llevado a cabo por la DDI de Pilar en la vivienda de Paniagua, que duró más de dos horas y se extendió hasta la medianoche de este viernes.
Además, el caso en manos del fiscal Germán Camafreitas cuenta con otros indicios conseguidos por la Fiscalía de Cibercrimen del departamento judicial de San Isidro como registros de las cámaras de seguridad, rastreo de celulares y comunicaciones que podrían incriminar a la empleada.
Hay varias hipótesis que sostienen los investigadores sobre establecer el jueves, y no el viernes, como la fecha del crimen. En primer lugar, el hecho de que Wolfenson permaneciera desconectado del celular durante varias horas ya que se comprobó que era un usuario asiduo. La última emisión de su celular databa del jueves del crimen, a las 14.20.
Por otro lado, ese día sin avisar previamente, Wolfenson faltó a su clase de gimnasia de las 19. Los mensajes de sus amigos no llegaban y tampoco atendió llamadas durante el resto del jueves ni el viernes. Sumado a esto, el hombre estaba vestido con la ropa que tenía puesta el jueves por la mañana al momento en que el cuerpo fue encontrado el viernes a las 17 por un vecino y un guardia de seguridad.
A partir de estos datos, los fiscales deducen que el homicidio tuvo lugar el jueves aunque esto no es lo que indica la autopsia. El estudio realizado sobre el cádaver revela que la data de muerte esta ubicada entre las 13 y las 16 del viernes. Si bien se contradice con la hipótesis principal, los investigadores insisten en que este dato no es determinante, ya que es difícil presisar con exactitud el horario de una muerte.
Tiene especial relevancia para el caso que la empleada haya sido la última persona que declaró haber visto con vida a Wolfenson. En su momento, la mujer había contado, bajo el rol de testigo, que salió del country ese jueves cerca de las 14 y que se tomó un colectivo hasta la estación de trenes de Derqui. Una vez allí, se sentó en uno de los bancos del andén a esperar una de las formaciones. Una cámara de seguridad de la empresa Trenes Argentinos llegó a captarla de cerca. La mujer manipulaba un objeto que se mantiene bajo reserva en el expediente pero que, para los fiscales, es un dato inequívoco de su participación.
Mientras tanto, se busca determinar si, en caso de haber tenido una participación en el crimen, la mujer habría obrado sola o tenido algún cómplice.