Todos los 24 de marzo son diferentes y este tiene particularidades que lo destacan, una de ellas es el contexto de violencia política promovida desde las más altas esferas de poder ejecutivo nacional.

Otra característica de este tiempo, no menor, es que por primera vez desde 1983 gobierna una fuerza política que abiertamente relativiza el terrorismo de estado; poniendo en cuestión lo que creímos hasta aquí, bases sólidas de nuestro consenso democrático. En ese camino niegan la cifra de desaparecidos y tratan de revivir la teoría de los dos demonios, comparando el accionar de organizaciones armadas con el uso ilegal de la fuerza por parte del Estado mismo, como forma de justificar el accionar de la última dictadura.

Funcionarios del gabinete nacional, como el ministro de Defensa, se fotografiaron con personas que vienen pidiendo libertad para los genocidas condenados. Se reavivó el rumor de la intención presidencial de indultar a los criminales de lesa humanidad. El corolario de esto, es la implementación de un plan económico que recuerda al que aplicó la última dictadura de la mano de José Alfredo Martínez de Hoz. Etapa inaugural de políticas neoliberales en la Argentina, de endeudamiento y destrucción del modelo productivo industrial nacional, con secuelas estructurales hasta el presente.

Como agravante a la situación descripta, conocimos la noticia de que una militante de H.I.J.O.S. fue violentada en su propia casa, amenazada de muerte y abusada sexualmente. Los perpetradores del ataque dejaron como firma de su accionar las siglas VLLC (Viva la libertad carajo), la frase emblema del presidente Javier Milei. Quiénes la atacaron decían estar pagos para hacerlo y que su móvil no era el robo. Pero además incluyeron la violencia sexual como parte de la violencia ejercida en el ataque.

Los delitos sexuales, sobre todo contra las mujeres, luego de centenares de testimonios en los juicios de lesa humanidad de todo el país, comenzaron a reconocerse como una forma de tortura sistemática, por eso se los analizó como delito independiente, por su contenido de violencia de género. Una importante jurisprudencia ya que trae luz acerca de las formas de violentar el cuerpo de las mujeres, que trasciende incluso estos contextos represivos, para darnos pistas para entender diversos modos del ejercicio de la violencia patriarcal sobre los cuerpos feminizados, en otros ámbitos sociales e institucionales.

Hay allí mensajes de escarmiento sobre el cuerpo femenino, que el poder necesita para dominar y seguir disciplinando. Autoritarismo y misoginia son climas de época que instalan desde las altas esferas del poder político. Para consumar no sólo la violencia simbólica sino también la económica, que empobrece y precariza a extremos la vida cotidiana.

Según los dichos del presidente, nos gobiernan las fuerzas del cielo. Los conocedores de estos temas, señalan que hay fuerzas del bien y del mal. Está claro por lo recorrido hasta aquí, que tenemos toda la malignidad celestial sobre nuestras espaldas. Pero este clima sombrío, no nos hace dudar de que este domingo 24 se desplegarán por las calles de nuestro país, las otras fuerzas, esas que son faro y luz, que nos guían para encontrar el camino en la tormenta, para resistir y construir alternativas. Esa fuerza de multitudes en las calles de toda la Argentina, como nos enseñaron las Madres y las Abuelas de Plaza Mayo, que se levantaron pacíficamente para luchar contra un enemigo que era todopoderoso. Aprendimos de ellas que la memoria es política, es reparación y señala la manera de vivir en una democracia con derechos.

Hay una ligazón estrecha entre las Madres y Abuelas y el movimiento feminista en Argentina. Incluso sin reconocerse feministas revolucionaron el concepto mismo de la maternidad. La hicieron social, colectiva y política. El pañal-pañuelo blanco, emblema global de la lucha por los derechos humanos, hoy florece en diversos colores que reclaman inclusión, vida, cuidados, justicia e igualdad.

A 48 años del golpe cívico-militar, y transitando la cuarta década de estabilidad democrática, enfrentamos el rebrote de los discursos de odio, políticas de crueldad y un ejercicio del poder gobernante que se regodea con el sufrimiento ajeno. El avance de las derechas extremas es una amenaza latente a escala global, en un mundo donde cada vez hay más pobreza, desigualdad y guerra. Nuestra respuesta requiere de reflexión, escucha y mucha militancia. Debemos seguir construyendo, desde los derechos humanos, una política del amor y del encuentro, como nos siguen enseñando las Madres y las Abuelas.

(Estela Díaz es ministra de Mujeres y Diversidad de la provincia de Buenos Aires)