"A mi primer festival fui solo. Lo primero que hice fue ir a al Auditorium, porque dije, bueno, acá es el festival, todo de 18 años, una ameba que no sabía dónde estaba parado. Entré y pregunté en la boletería cómo era, si quedaban entradas para esta, para aquella, no entendía cómo funcionaba. Y de atrás sale una señora y me dice "¿primera vez? Ah, yo desde la primera edición que vengo, soy de Mar del Plata". "¿En serio señora?", le dije yo, porque siempre me cayeron bien las señoras. Y me dice claro nene, yo estuve cuando vino Pier Paolo Pasolini, lo tuve a un metro de distancia en el Hermitage cuando le hicieron una conferencia de prensa", cuenta siempre Tomás Guarnaccia, crítico de cine, acerca de su primera vez en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Como muchos otros pibes, Tomás eligió viajar a La Feliz desde Moreno en busca ni más ni menos que de películas, que ya en ese momento le habían abierto la posibilidad de imaginar otro mundo posible. Pero no se encontró solo con películas, sino con señoras y señores que año a año renovavan su lealtad con el clásico festival. Las mismas señoras que Julieta Greco describió para "Las cinéfilas", su crónica de Revista Anfibia sobre un grupo de viejitas que van todos los años al evento cinematográfico más importante del país. Su relación con el cine es solo esa: ver. Ir al cine y nada más, no hacer de eso una profesión, ni su fuente de ingresos. Simplemente, disfrutarlo.
Actualmente, la página web oficial del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se encuentra caída. Con la firma del flamante presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Carlos Luis Pirovano, el 12 de marzo se dio a conocer la resolución 2024-16-APN-INCAA, o "proceso de reordenamiento" del INCAA", curiosamente denominado así en el Comunicado Oficial del Ministerio de Capital Humano. Frente al déficit de 4 millones de dólares, la resolución plantea suspender varios gastos ligados al sector, entre ellos, la suspensión de toda erogación económica vinculada a apoyos y aportes institucionales. “Se terminaron los años en los que se financiaban festivales de cine con el hambre de miles de chicos” concluye el comunicado. Aunque el monto represente el 0,00083% del PBI anual.
Frente a estas acusaciones, la cultura nacional vive un proceso de alerta y de defensa constante, pero que contiene dentro de sí una posible vía de salida: la posibilidad de hacerse preguntas. Doloroso y muchas veces incómodo, pero no parece haber otra forma de enfrentarse a las acusaciones y la violencia de las mentiras que con datos, razones, argumentos. Parecería ser entonces momento de preguntarse ¿cómo se financia un festival de cine? ¿Quién asiste a un festival de cine? ¿Quién asiste al Festival de Cine de Mar del Plata? ¿Qué es, concretamente, un festival de cine? Aunque sea doloroso preguntarlo, ¿para qué sirve?
La situación
La edición de 2024 sería su edición número 39, después de ver la luz de la pantalla en 1954, bajo el nombre de Festival Internacional de Cine. Se realizó ininterrumpidamente hasta la edición de 1970, que marcó una interrupción de 26 años por las circunstancias políticas, y si bien hubo algunos intentos de reactivarlo, esto no sucedió hasta 1996.
Desde su vuelta en el 96, el INCAA se hizo cargo del mayor porcentaje de la financiación del festival. Los otros dos grandes organismos que aportan al financiamiento son la Municipalidad de General Pueyrredón, y el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Sólo en 2011, el festival se lanzó como tripartito, organizandose de manera equidistante entre los fondos de Nación (INCAA), provincia e intendencia marplatense. Pero el sistema no terminó de funcionar por cuestiones políticas, y en 2012 el INCAA volvió a hacerse cargo del financiamiento.
La nueva resolución que afecta el INCAA, donde se sostiene la suspensión de “la realización de toda erogación económica vinculada a apoyos y aportes institucionales”, implica un recorte en los fondos para la organización del icónico festival desde el poder Ejecutivo Nacional. La mayor fuente presupuestaria del Festival de Mar del Plata se ve afectada, y todo recaería en manos de la municipalidad, del gobierno provincial y/o de fondos privados.
Un aportante que no puede perder el norte para financiarlo es la Municipalidad de General Pueyrredón. El festival, como muchos otros eventos culturales, mantiene viva la economía local: las entre 130.000 y 150.000 personas que asisten al festival cada año son fundamentales para el turismo y la gastronomía de la zona. Es el caso del Bowling Pueyrredón, sede no oficial del festival, bar recreativo de no mucho movimiento durante el año, pero que en esos diez días debe controlar con una fila el ingreso, y que genera recursos inimaginables en cualquier otra fecha.
Aquella fue la postura que inauguró, el concejal del Frente Renovador, Ariel Ciano, que presentó dos proyectos en contra de esta medida: por un lado, una resolución, donde expresa preocupación ante el recorte presupuestario del festival, mientras que por el otro solicita en una Comunicación al Ente Municipal de Turismo y Cultura (Emturyc) que elabore un informe que contenga los beneficios que trajo hasta el momento la realización del festival a la ciudad. Y esta postura trascendió fronteras partidarias, ya que concejales de La Libertad Avanza de General Pueyrredon realizaron una propuesta para que el EmturyC financie el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, utilizando para ello recursos del Fondo de Promoción Turística e “invitando al sector privado a participar del desarrollo del mismo”.
Actualmente, el festival posee sponsors, es decir, marcas que les interesa formar parte de la producción comercial del festival a cambio de publicidad, como Campari, Guolis, o la plataforma de streaming MUBI. Pero aquel dinero no es significativo en el presupuesto final y tiene más la relación de abaratar costos.
La excusa de que el festival se financie puramente con fondos privados se leyó mucho en las redes sociales. Si es posible o no, desde el festival afirman que "no hay nada escrito sobre piedra". Los estatutos y las reglas pueden, llegado al caso, cambiarse. La pregunta, quizás, es qué implican los fondos privados, en términos de objetivos reales del festival. Es decir, quiénes pondrán el dinero, qué exigencias pedirán a cambio y bajo qué condiciones. Responder esas preguntas sería hacer futurología.
Por qué financiarlo
En el mundo, la cultura no es prioridad de los estados de manera generalizada, y eso se refleja en el recorte presupuestario que sufrieron varios festivales de cine en el último tiempo, y de países neoliberales y superhábitarios, como Alemania, o Chile, entre otros. Sin embargo, las características del festival de La Feliz tienen un punto a su favor: su público.
Al contrario de lo que sucede en otros festivales del mundo, grandes espectáculos que se piensan para cinéfilos y especializados en el rubro, el Festival de Mar del Plata recibe público de todo tipo: jóvenes, jubilados, marplatenses, personas de otras provincia, o simplemente "quien vió luz y entró", como afirman desde la organización del festival. El festival tiene y busca llevar como estandarte un público que es distinto al público de otros festivales de cine. Según fuentes oficiales, ofrecer una amplia variedad de películas distintas es una de las prioridades del evento marplatense. Cada año, la programación amplía sus horizontes para que cada espectador encuentre su lugarcito en el festival. El cine de autor tiene su lugar, al igual que el cine experimental, el cine comercial, el de género, los clásicos. En promedio, cada año es posible ver en el festival tres películas que son nominadas al Oscar. Es posible tener salas llenas tanto en Hora Cero, la sección de cine de género, acción y terror, como en Estados Alterados, la competencia de cine experimental y rarezas.
En 2016, el festival contaba con 400 películas. En la edición del año pasado, contó con 100. El festival se achica en cantidad de películas. Fundamentalmente, porque los gastos de exhibición de las películas son en dólares, y con la devaluación, cada año es más complejo de sostener. Eso, además, pauperiza la experiencia del festival, que en pos de ofrecer mejores películas, tiene que dejar caer otras cuestiones organizativas: a saber, una menor cantidad de salas donde pasar esas películas, que genera funciones que se agotan instantaneamente, y filas multitudinarias de gente que espera conseguir un lugar.
Achicar el festival no implica necesariamente achicar su público, que demuestra año a año que su compromiso con el cine es fuerte, como dennota la anécdota de lo que ocurrió en 2022 con una función de Nosferatu (1922), una película muda de Friedrich Wilhelm Murnau que se proyectó con música en vivo en el Teatro Colón. La sala posee una capacidad de 1000 butacas, que no alcanzaron para frenar el avance de los espectadores, cuya lucha por las entradas escaló al punto en el que hubo que separar a algunos que, dicen, estaban llegando a la violencia física. Para una película que ya cumplió más de cien años, y está disponible para ver en Youtube.
Pero en definitiva, los recortes sobre el festival de Mar del Plata sólo harían que el festival sea, cada vez más "para unos pocos". Que quienes vayan sean aquellos que pueden enterarse, porque no hay publicidad, o porque están en el ambiente. Aquellos que pueden pelear la fila virtual para conseguir las entradas para una película imposible, porque en vez de pasarse cinco veces se pasa una. O que estén bien físicamente, o sean jóvenes, para hacer cola física, y no tener que empujar y pelearse por entradas, como ya pasó.
A la espera de resoluciones oficiales, el equipo del festival, diezmado por los recortes de la última resolución del INCAA, afirma que hoy, más que nunca, continuar trabajando en la edición de este año es su prioridad. Comienza a moverse la maquinaria de uno de los 15 festivales de cine con denominación clase A que quedan en el mundo, y el único de Latinoamérica de esta denominación: ya establecieron diálogos con películas, ya están evaluando posibles títulos, retrospectivas, e invitados. Esperan sacar la convocatoria de su edición número 39 antes de lo previsto y afirman que, muy pronto, tendremos noticias del único festival del mundo que continúa pensándose, con todas sus dificultades, de manera plural y para su gente.