Miguel Urbán es diputado en el Parlamento Europeo y dirigente de la organización Anticapitalistas. Fue uno de los fundadores del partido Podemos de España, al que abandonó en 2020. Urbán acaba de publicar Trumpismos. Neoliberales y autoritarios, una radiografía de la extrema derecha. En diálogo con Página/12, Urbán advierte sobre el peligro que significan para la democracia gobiernos como el de Javier Milei y reconoce: "La extrema derecha ha recogido el elemente rebelde de la izquierda. Le ha dado la vuelta".
Nacido en Madrid en 1980, Urbán tiene una fuerte ligazón con la lucha por la memoria, verdad y justicia. Es hijo de Luis Miguel Urbán, militante de la Liga Comunista Revolucionaria y víctima de torturas durante la dictadura franquista. Precisamente el dirigente de izquierda llegó a Buenos Aires para reunirse con querellantes de la causa por delitos de lesa humanidad contra el franquismo, que lleva adelante la jueza María Servini. Dirá presente en la marcha del 24 de marzo y explica que "acompañar esta lucha, cuando por primera vez un presidente osa cuestionar al movimiento de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, es un motivo de orgullo".
- ¿Por qué triunfan en el mundo líderes como Javier Milei, Donald Trump o Jair Bolsonaro?
- No es algo que haya pasado por accidente, sino que estamos ante lo que yo llamo una auténtica crisis de régimen del capitalismo. Se acaba con la utopía de que el futuro es progreso. Por primera vez somos una generación que sabe que nosotros, e incluso nuestros hijos, vamos a vivir peor que nuestros padres. Esa conciencia genera una serie de malestares, inseguridades y profundos miedos en el conjunto de la sociedad. Y ante esos miedos la extrema derecha propone alternativas y seguridades. Si nosotros somos incapaces de imaginar el futuro, la propuesta de la extrema derecha es regresar al pasado del capitalismo sin frenos. Por ejemplo Milei nos habla de Menem, de cierta lógica previa a la crisis del 2001. ¿Cuál es el lema de Trump en la campaña de las presidenciales? "MAGA", volver a hacer grande otra vez a América. Esto no va de razón sino de pasión. De aportar seguridades pasionales a una mayoría social y electoral. Sobre eso se construye la extrema derecha. La reacción también puede ser revolucionaria.
- Usted habla de un capitalismo en crisis. ¿Corre riesgo la democracia tal como lo conocemos?
- Totalmente. Y no solo por estos personajes, sino por el propio neoliberalismo. La democracia liberal es una ficción dentro del capitalismo que solo se permite en tiempos de bonanza. En tiempos de escasez la democracia es restringida por el mercado. Si vemos fenómenos como el ruso, el turco, el húngaro, o lo que intentaron hacer Bolsonaro en Brasil y Trump en Estados Unidos con menos tiempo y éxito, vemos que hay un intento de romper un pilar básico de la democracia liberal que es la separación de poderes. Segundo está el tema de la libertad de información y la persecución a periodistas. El tercer elemento es la persecución sistemática del derecho a la protesta, y el cuarto la persecución de las minorías. Algunos autores hablan de un Frankenstein, donde van pegando ciertos elementos de la democracia liberal pero sin sustancia, y lo único que se mantiene es votar cada cuatro años. Y no se sabe si incluso esa votación tiene las garantías suficientes.
- Los líderes de extrema derecha usan mucho las redes, y en ellas parecen experimentar una suerte de goce con la crueldad.
- "Free speech", ¿no? Es curioso. La cuestión de la libertad es oprimir al otro. Y además es una libertad de la lógica de los privilegiados. Se meten con el que pierde el trabajo, con el jubilado, con el migrante... Nunca se meten con el empresario. Construyen una comunidad, una suerte de "fachosfera" en donde generan ciertas identidades. La extrema derecha ha recogido el elemento contracultural, rupturista, rebelde de la izquierda. Le ha dado la vuelta. La izquierda es el moderado, el políticamente correcto. ¿Qué hay más políticamente incorrecto que insultar como vimos a Trump, o sacar motosierras en medio de las elecciones como Milei? Todas estas lógicas nunca son anti élites. El humor es liberador cuando es hacia arriba. Cuando es hacia abajo es opresión. Nuestro enemigo ya no es el empresario que vive arriba, sino nuestro vecino que vive más abajo.
- Mientras se producen estas transformaciones, ¿dónde está parada la izquierda?
- La izquierda no está ni se la espera. La extrema derecha lo que nos está ofreciendo es una alternativa reaccionaria de imaginar el futuro. ¿Hay alguna izquierda ahora mismo que esté proponiendo una propuesta de futuro que supere al capitalismo? No la hay. La izquierda no tiene una propuesta de esperanza. En el mejor de los casos es una propuesta de gestión del capitalismo con un rostro humano. En Chile Boric pierde la primera vuelta y lo que gana en segunda vuelta es el voto contra Kast, el frenar a la extrema derecha. La propuesta de Kast era militarizar el norte de Chile, llevar a los milicos y expulsar a todos los migrantes. Bueno, es lo ha hecho Boric. El peronismo en Argentina ha chocado constantemente con sus incapacidades y ha terminado gestionando los ajustes estructurales del FMI. Creo que, como izquierda, todavía no hemos conseguido quitarnos de encima los cascotes del muro de Berlín.
- En las elecciones generales del 23 de julio Vox fue la tercera fuerza política más votada. ¿Sigue siendo una amenaza para España?
- Lo sigue siendo. De hecho vemos que la extrema derecha no sostiene una función lineal, sino que tiene flujos y reflujos. Hay una lógica para mí terriblemente antipedagógica que tiene la izquierda, que es que siempre que se consigue cualquier cosita es una victoria histórica. De hecho, si vemos ciertos elementos de los gobiernos de coalición hay algo en Europa que se conoce como la "lepenización de los espíritus". Los sociólogos franceses analizan cómo al final la extrema derecha ha logrado marcar la agenda y permear el debate político de tal forma que gobiernos que no son de extrema derecha apliquen sus políticas. El ejemplo último es el de Macron, a quien había que votar para que no ganara Le Pen. Y Macron en diciembre hace la ley más racista, autoritaria y xenófoba en la historia de Francia, con los votos de Le Pen.
- ¿Qué siente al venir al país para una fecha tan especial para los argentinos como el 24 de marzo?
- Es muy emocionante. La memoria democrática argentina es un ejemplo inspirador para quienes seguimos reclamando que se juzguen los crímenes del franquismo. Yo vengo acompañando a los querellantes y a las víctimas de la querella de la justicia argentina. Mi padre es querellante, fue torturado y nunca ha tenido justicia. El que lo torturó, apodado "Billy el Niño", se jubiló con 4 medallas de honor, 3 de ellas entregadas en democracia. Con lo cual para mí acompañar esta movilización, cuando por primera vez un presidente osa cuestionar al movimiento de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, es un motivo de orgullo.
- ¿Tiene optimismo con que España avance en materia de memoria, verdad y justicia?
- Soy un optimista bien informado. Comprendo las dificultades, porque cuestionar la impunidad en nuestro país, cuestionar nuestro modelo de democracia pactada con el régimen franquista, es cuestionar la democracia tutelada. Pero creo que esto no es una cuestión de pasado, ni es por los padres, es porque no vamos a tener una democracia plena hasta que no acabemos con la impunidad. Esa impunidad la vemos cada día en el lawfare que está realizando la propia judicatura heredera del franquismo. No es una cuestión del pasado, es una cuestión del presente y nos estamos jugando el futuro.