Los acusadores en la causa por el Memorándum de Entendimiento con Irán y algunos medios de prensa falsearon la frase que se agregó a las alertas rojas de Interpol. Sobre esa base alegaron que hubo un aflojamiento o una flexibilización de hecho de esas órdenes de captura contra los sospechosos iraníes del atentado contra la AMIA. El fiscal Gerardo Pollicita adoptó luego esa falsedad y copió que por debajo de las fotografías de los prófugos, en las órdenes de captura con alertas rojas, se consignó la frase en inglés de que “Interpol ha sido informado que se firmó un acuerdo entre la Argentina e Irán en relación con el atentado de la AMIA en la búsqueda de resolver esta controversia a través de recursos diplomáticos”. Según la acusación, eso aflojaba las órdenes de captura. Sin embargo, la “justicia” y los medios cortaron la mitad de la verdadera frase, que consignaba en forma contundente, siempre abajo de la foto del sospechado: “El status de la presente alerta roja sigue igual, tal como lo decidió la Asamblea General de Interpol de 2007”. 

Como se ve, no hubo ningún relajamiento ya que en las propias fichas de Interpol quedaba claro que los sospechosos debían ser detenidos. Varios medios señalaron también que, terminadas las indagatorias, nadie se hizo cargo de la redacción del Memorándun. Es otra falsedad: en su indagatoria, el ex canciller Héctor Timerman señaló, textualmente, que junto con el ministro iraní Alí Akbar Salehi en una reunión el 22 de enero de 2013, sobre la base de lo conversado, “redactamos el texto para presentarle a nuestros presidentes y considerar si no había modificaciones”.

 

Texto

En la denuncia original de Alberto Nisman, el fiscal trató de instalar una serie de ideas que resultaron falsas: que el Memorándum se firmaba para canjear petróleo por trigo, que eso era imprescindible por la supuesta crisis energética, que se acordó armar una pista falsa de nazis locales para aliviarle la sospecha a los iraníes y sobre todo que se iban a levantar las alertas rojas.

Tanto Nisman como después el fiscal Pollicita se encontraron con una realidad: nunca pudieron probar ese intento de levantar las alertas rojas, dado que Timerman presentó el intercambio de cartas con Interpol, documentación contundente, y el propio secretario general de Interpol, el norteamericano Ronald Noble, desmintió que se haya intentado levantarlas. El hecho objetivo es que esas órdenes de captura nunca se levantaron.

Caído ese argumento, se intentaron ahora otros caminos. En primer lugar, que la firma del Memorándum llevó a una flexibilización de hecho de las alertas, dado que se puso en la ficha internacional, debajo de cada una de las fotos de los sospechosos, un texto en el que se mencionaba la existencia de un acuerdo entre la Argentina e Irán. La jugada consistió en falsear el texto, consignando sólo la primera parte de la frase, la que parecía relativizar las capturas porque se firmó un acuerdo Argentina-Irán. Y se borró de la causa la segunda parte de la frase en la que se dejaba en claro que no había cambios en las capturas con alertas rojas.  

Esa parte de la frase, entonces, remarca que no hay flexibilización de hecho porque establece, en forma taxativa, que no hubo cambio alguno y que los miembros de Interpol debían detener a los sospechosos si pasaban por sus territorios.

Hay una cuestión adicional. El Memorándum se firmó porque los iraníes tienen una ley que prohíbe extraditar a sus ciudadanos –norma similar a la de Brasil o Alemania– mientras que Argentina no permite el juicio en ausencia y por lo tanto los iraníes no podían ser juzgados sin estar presentes. Además, las órdenes de captura con alertas rojas tienen relativa eficiencia, ya que la ejecución depende de las policías de cada país. Alguno de los sospechosos salió a Singapur, pero la policía local no lo quiso detener. Lo mismo ocurrió con desplazamientos a otros países. Para colmo, cuando el ex embajador de Irán en Argentina Hadi Soleimanpour salió al Reino Unido, lo detuvieron pero la justicia de ese país resolvió que las pruebas eran insuficientes, según consta en la decisión del juez londinense John Royce. Luego el gobierno británico denegó también la extradición a Argentina y lo dejó en libertad. Había que buscar algo más, un tratado, para romper la parálisis de casi veinte años del caso AMIA.

 

Comercio

La segunda maniobra que se intenta ahora es la reforma de otra de las acusaciones insostenibles de Nisman: ya no se alega que se firmó el Memorándum para canjear petróleo por granos, sino para normalizar las relaciones entre con Irán, según dice el nuevo texto de la imputación.

Quedó al descubierto que nunca hubo intercambio de petróleo por granos, en primer lugar porque el petróleo iraní no se puede refinar en la Argentina dado que tiene demasiado azufre.

Como demostró el periodista David Cufré en este diario, antes del Memorándum, en 2010, 2011 y 2012, el saldo comercial osciló entre mil y 1400 millones de dólares. Después del Memorándum el comercio fue de 1100 millones y en 2014 de 855 millones. Quedó probado así que el tratado no tuvo ningún efecto sobre el comercio exterior.

Derrumbada esa hipótesis, los acusadores tuvieron que construir otra: que el Memorándum se firmó para normalizar relaciones. En todo caso, para las Naciones Unidas y para cualquier país, normalizar relaciones con otro país es algo deseable y hacerlo pacíficamente, mediante un tratado que pasó por el Congreso, no puede constituir delito. A esto hay que agregar lo reiterado por CFK en su indagatoria: el Memorándum no entró en vigencia, por lo tanto no tuvo efecto jurídico alguno ni pudo servir para encubrir a nadie.

Redacción

El novedoso recurso de los allegados mediáticos al juzgado es que no se sabe quién redactó el Memorándum. En realidad no tiene la menor importancia, porque el texto se hizo público y se votó en las dos cámaras, Diputados y Senadores. Lo más llamativo es que esgrimen ese argumento después de la declaración indagatoria de Timerman en la que presentó un largo texto en el que se habla precisamente del tema.

El ex canciller relata que sabía que los iraníes planteaban el problema de que no podían, por ley de la época del Sha, extraditar a los sospechosos y que reclamaban la existencia de una comisión de juristas internacionales. “Antes de viajar consulté a un juez sobre un antecedente que encontró la Cancillería relacionado con el caso Siemens, en que un magistrado viajó a Alemania a tomar declaración. Ese juez fue Ariel Lijo. Luego redactamos (Timerman y su par iraní) el borrador del Memorándum para ser presentado a nuestros respectivos presidentes y considerar si no había modificaciones”. O sea que Timerman explícitamente contó que el texto lo redactaron él y Salehi el 22 de enero de 2013, cinco días antes de la firma. Ambos cancilleres viajaron luego a sus países. Timerman dice que lo consultó con la Presidenta y Carlos Zanini, y el 27 de enero de 2013 se firmó en Addis Abeba, Etiopía. Todo esto está relatado en su declaración.

La razón por la que el texto se manejó sólo entre cancilleres fue el peligro de que se filtrara. La idea era mantenerlo en total confidencialidad hasta la firma: una vez rubricado, no sólo se hizo público, sino que se llevó al Congreso.

Las movidas de prensa, las acusaciones que se sacan de la manga porque naufragan las anteriores, son el prólogo de lo que obviamente se está preparando en el cuarto piso de Comodoro Py: el procesamiento de los imputados. El objetivo es concretar la ofrenda política a la derecha norteamericana, israelí y argentina. El mensaje es que el que negocia con Irán o, mejor dicho, el que se sale de los dictados de la geopolítica de los poderosos, será condenado.

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