Paradojas, cruces de límites de sentidos y morfológicos, juegos ópticos, diálogos improbables; puestas en escena de imposibilidades que parecen posibles. La exposición “Un lugar otro”, de Pablo Guiot (1972, Tucumán; donde vive y trabaja), invita a cuestionar -a través de los modos en que se percibe el arte-, los automatismos de la cotidianidad, poniendo en tensión variables opuestas y complementarias como el azar y el control.
Página12 conversó con el artista, quien viajó a Buenos Aires para montar la muestra y estar presente durante la inauguración, el jueves pasado.
-Tu obra busca poner en tensión la mirada del visitante.
-Lo hago a través de elementos simples, como la madera; y del blanco y negro, tensionando situaciones de distinta índole. La obra que recibe a los visitantes, por ejemplo, al lado de la puerta, desde la vidriera de la galería, es un díptico con dos círculo pintados en negro, y un texto en cada lado, que dicen “círculo virtuoso” y “círculo vicioso”, aunque a lo lejos aparentan ser lo mismo, pero a medida que uno se va acercando, percibe la diferencia. Además hay una cuestión óptica: pareciera que los círculos se tocan, aunque en realidad no se conectan, pero el ojo lo percibe así. Me interesa poner al espectador en ese lugar, en el planteo ético de juntar dos cosas que son supuestamente antagónicas.
-Hay otras situaciones de diálogo, o de su imposibilidad.
-En “Un café con el artista”, por ejemplo, presento dos mitades de una mesa de bar: una afuera de la galería y otra adentro, que están visualmente unidas, aunque separadas por la vidriera. Cada mitad de la mesa cuenta con su silla. Se trata de una invitación a tomar un café conmigo, pero sin diálogo, más allá de los gestos. Es una obra/perfomance que pensé durante el ‘distanciamiento’ de la pandemia.
-También hay una serie que presenta al niño que dibuja y al adulto artista.
-Es la serie “Héroes al rescate” en la que trabajo con dibujos míos de la infancia hechos con fibras, y ahora, de adulto, artista, replico con los tubos vacíos de las mismas fibras, adheridos a la tela. Así pongo en relación los tiempos de la infancia y la vida adulta; la mirada del niño y del artista.
-Hay más obras que apuntan a la fisiología del ojo.
-Es un tema que no conozco en profundidad, pero que sin embargo me interesa. Hay una obra que está colocada en un ángulo de la sala del subsuelo, en la que hay dos listones paralelos que al verlos de frente pareciera que se conectan al final, como postula la geometría, en el que esas paralelas se juntarían en un punto “impropio”, inexistente. Y allí me aproximo a lo científico, a través de un acercamiento poético.
-Otra obra de la sala del subsuelo pone en juego lo estructural y lo frágil.
-“Proyección”, que consiste en un tablón semicarbonizado, apoyado contra la pared, a cuarenta y cinco grados. Pinté con carbonilla la sombra que proyecta -generando en conjunto la figura supuestamente sólida de un triángulo- y a su vez hice coincidir el punto en que se juntan el piso y la pared, con la parte central y por lo tanto más débil del tablón real. Así hago una conexión entre las condiciones del objeto físico y lo que proyecta.
-También se pone en cuestión la mirada de galería, de museo.
-Eso pasa con dos obras que titulé “Contemplación”, en las que trabajo con la idea de la mancha, buscando una correspondencia entre lo que uno ve y el gesto museológico, del banco en el que uno se sienta a mirar la obra, que está conectado con cómo se hizo o cómo es esa obra. En la primera se trata de una banqueta que es el tacho con el que yo lancé la pintura, que está invertido y colocado sobre el piso con un prolijo almohadoncito encima. Ahí relaciono por una parte la acción gestual de arrojar pintura sobre la tela y, por la otra, el momento de la exhibición. Me interesa proponer una mirada crítica sobre ciertos mecanismos a través de los cuales se museifican acciones expresivas, efímeras y apasionadas dentro de la práctica artística. Al mismo tiempo, la posibilidad de hacer participar al público para que se siente a contemplar la pintura en el mismo balde con el que fue hecha.
En la segunda “Contemplación” hay una similitud en la forma que adquirió el chorreado de la pintura con la forma de la banqueta -son morfológicamente parecidas- colocada para sentarse y mirar el cuadro.
-Otra obra busca afinar la mirada y la lectura.
-En “Archipiélago” utilicé el descarte de letras corpóreas de polifán, usadas en la publicidad y el comercio. Instalé en la pared estas figuras que en principio no constituyen una forma reconocible, pero después de un momento, y al tomar distancia, puede reconocerse en negativo la palabra ARTE. Me interesa trabajar con una imagen codificada o en acertijo, para que en el tiempo que demanda encontrar la palabra escondida, aparezca también el planteo de lo que queda afuera; afuera del arte.
* En la galería Cecilia Caballero, Suipacha 1151; de lunes a viernes de 14.30 a 19, hasta el 25 de abril. Simultáneamente, junto a Pablo Ziccarello, Pablo Guiot muestra obra en El Local de La Paternal, Juan B. Justo 4328, hasta el 27 de abril.