PáginaI12 En España
Desde Barcelona
Este domingo los que tomaron la palabra fueron quienes defienden a ultranza la unidad española. Barcelona albergó la segunda gran manifestación convocada por Sociedad Civil Catalana (SCC) para dejar en claro, como rezaba su lema, que “Tots som Catalunya” (Todos somos Cataluña). Más de un millón de personas según los organizadores, 300.000 según la Guardia Urbana, pero en cualquier caso, una marea humana inundando el emblemático Paseo de Gracia de la capital catalana tras las medidas extremas tomadas por el gobierno de Mariano Rajoy y el de Carles Puigdemont el pasado viernes: aplicación del 155 de la Constitución y declaración unilateral de independencia.
Los colores que pintaron las miles de banderas de la marcha de ayer ya hablaban por sí solos, eran los de España, los de Cataluña y los de la Unión Europea. También el constante coreo de “Puigdemont a prisión”, combinado con “Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley” daban una idea precisa de la respuesta que la multitud congregada ayer en Barcelona da al “acelerón” vivido por el proceso independentista desde que se aprobaran en el Parlamento regional –el 6 y 7 de septiembre– las leyes del referéndum y transitoriedad para conseguir la República catalana. Es más, después del desenlace vertiginoso que el conflicto entre el gobierno de Puigdemont y el de Rajoy tuvo este fin de semana, los españolistas resolvieron apropiarse del lema que guió, en su día, a quienes reivindicaban el referéndum del 1 de octubre –“Votarem”– y readaptarlo para las elecciones regionales dispuestas por el Ejecutivo central el 21 de diciembre. “El día 21, votaremos de 1 en 1”, remarcó la vicepresidenta de Sociedad Civil Catalana, Miriam Tey, desde el escenario, en alusión irónica al fraude que, para ellos, supuso el plebiscito convocado por el gobierno de Puigdemont.
La masiva manifestación “per la convivència i el seny” (la convivencia y el sentido común) honró en su mayor parte al lema de la convocatoria pero los incidentes violentos no faltaron, de la mano de miembros de las organizaciones de ultra derecha que también secundaban la marcha, como los xenófobos Plataforma x Catalunya o la ya bien conocida Falange Española. Entre los políticos que encabezaron la protesta estaban los previsibles líderes de Ciudadanos, Albert Rivera y su número uno en Cataluña, Inés Arrimadas; el del Partido Popular de Cataluña (PPC), Xavier García Albiol; la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat;el delegado del Gobierno español, Enric Millo y elex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Todas las figuras obligadas en una manifestación a favor de la unidad de España y, por ende, férreamente en contra de la declaración unilateral de independencia.
La sorpresa llegó con la presencia de dirigentes socialistas como Miquel Iceta, presidente del Partido Socialista de Cataluña (PSC), y la alcaldesa del municipio vecino a Barcelona, L’Hospitalet de Llobregat, Núria Marín. Es la primera vez que el PSC participa de una convocatoria que, normalmente, reúne a la derecha y de la que rehúyen las izquierdas, por lo cual Miquel Iceta tuvo que salir a defenderse de las críticas que le llovieron, explicando que estaban ahí porque su partido no acepta la declaración de independencia y tampoco la división de la sociedad catalana. “Hoy nos manifestamos de manera pacífica porque todos somos catalanes”, insistió el líder del PSC.
Otra destacada representación del socialismo en la marcha unionista fue la del ex ministro y ex presidente del Parlamento Europeo,Josep Borrell, quien, haciendo uso de su excelente oratoria, arremetió contra el cesado president Puigdemont “por hablar en nombre de todos los catalanes” y contra el ex vicepresident Oriol Junqueras,a quien calificó de “totalitario absoluto”. Borrell fue ovacionado cuando reclamó “que la justicia haga pronto su trabajo y pida responsabilidades a todos los que están haciendo este daño a Cataluña” y, al terminar, cuando el ex ministro afirmó que las elecciones convocadas por Mariano Rajoy para el 21 de diciembre son una “oportunidad de oro” para revertir la situación política “dramática, tremendamente difícil y peligrosa de la historia de Cataluña”.
Las urnas que el Ejecutivo del Partido Popular resolvió llamar para finales de este año, como culminación de la puesta en marcha del artículo 155 y su consiguiente disolución del gobierno de Carles Puigdemont, entusiasman a las formaciones que desde siempre abanderaron el rechazo a la secesión pero aún no se sabe exactamente qué expectativas generan en los partidos soberanistas o independentistas. El silencio reinante entre el grupo que presidía Cataluña tras el suspenso de la autonomía empieza a romperse muy poco a poco con algunas breves declaraciones, tuits o columnas en diarios locales. Es el caso del vicepresidente de la Generalitat cesado y líder de Esquerra Republicana (ERC), Oriol Junqueras, que en un artículo en El Punt Avui, titulado ‘En el camino que nos queda por recorrer’, deja las puertas abiertas a participar en las elecciones del próximo 21 de diciembre: “No tenemos otra opción que seguir adelante, acumular fuerzas, seguir cargándonos de razones (...) sin renunciar nunca a las urnaspara validar la República, y preparando, al mismo tiempo, unos futuros comicios que deben ser claves en el asentamiento de esta República”, escribe Junqueras.
El número dos de Puigdemont- en la confluencia independentista con la que ganaron la Generalitat- destacó la importancia de “tejer alianzas sólidas”, citando al líder de Podem (Podemos en Cataluña), Albano Dante Fachin,para pedir una estrategia compartida, a la vez que agradece “su compromiso inequívoco con la libertad y la justicia”. El otro socio de gobierno, el partido anticapitalista de la CUP, tampoco descartó presentarse a las elecciones del 21 de diciembre pero, en todo caso, será una decisión que tomará su militancia.
En lo que todas las izquierdas catalanas sí que coinciden es en su rechazo a lo que consideran “un golpe de Estado en Cataluña” por parte de Mariano Rajoy y, en consecuencia, también en la negativa a reconocer la intervención de su gobierno. “El presidente del país es y seguirá siendo Carles Puigdemont y la presidenta del Parlament es y seguirá siendo Carme Forcadell, al menos hasta el día en el que la ciudadanía decida lo contrario en una elecciones libres”, proclamó el vicepresident destituido, Oriol Junqueras.