Como se esperaba, marzo es temporada alta de problemas para el ministro de Economía, Luis Caputo. Al malestar presidencial por su tarea fallida a la hora de conseguir dólares (no logra que los habilite el FMI ni que los agroexportadores liquiden), las operaciones internas para sacarlo del cargo y los efectos de la recesión expresándose en pleno, se suma una batalla casi perdida contra los formadores de precios, que seguirá pegando duro en los niveles de inflación.
En las últimas horas, y mientras el gobierno vende una desaceleración inflacionaria, el funcionario se vio obligado a rogarles a los formadores de precios que no pasen listas con aumentos de dos dígitos, a la vez que les pidió mantener en reserva estos acuerdos. Es ésta una postal de cómo las empresas de consumo masivo no sólo tienen la sartén por el mango y aprovechan la liberación de precios para remarcar, sino que es una señal de lo que las empresas diagnostican: que el dólar está retrasado y que una devaluación “es inminente”.
Hace unos días, la firma mexicana dueña de Bimbo y Fargo, propietaria de más del 80 por ciento de la góndola de panificados, envió a los supermercados listas con aumentos del 15 por ciento para toda su gama. La marca del osito, que se hizo conocida en la era Milei por haber llegado a tener el pan lactal más caro del mundo, hace tiempo maneja la dinámica de los precios, en la era de precios controlados y en la era de precios liberados. Desde enero del 2023 a hoy, subieron un 700 por ciento. Y desde que Milei es Gobierno el alza fue del 86 por ciento.
Al ver estas cifras, Caputo, cuyo expertisse no se centra en la economía doméstica y las políticas para el bolsillo, entró en cólera. Pero buscó controlarse porque sabe que lleva las de perder. Así es que, según supo Página/12, el ministro convocó a la empresa y le pidió que, en lugar de subir 15 por ciento, suban 9, y que los aumentos no sean de dos cifras, por más que queden cerca de ellas. Ganó Bimbo: con ese 9, el aumento que lograron desde diciembre a hoy es de 104 por ciento, más del doble de la inflación en el mismo período. A la francesa Danone, otra de las fuertes en bebidas y lácteos, también Caputo les pidió que aumenten sólo 9 puntos y no 15.
Algo parecido pasó en estas horas con la multinacional SC Johnson. Remarcó fuerte el OFF, el repelente más famoso, que llega a venderse hasta a 8000 pesos en farmacias. En los comercios, en general, no hay producto, aún con las remarcaciones, pero el Gobierno sólo reacciona pidiendo piedad. Sc Johnson es la multinacional estadounidense que además fabrica el Raid, y es dueña de casi 9 de 10 repelentes y mata mosquitos. Desde enero del 2023, según datos del sector, subió 1000 por ciento los precios. “Lo que hicieron desde este verano a marzo directamente es difícil de medir, una locura de aumentos”, contó a este diario un importante dirigente de una multinacional de supermercados. Las empresas le están mostrando al ministro y al presidente que la liberación de precios no opera con competencia, sino con las firmas tomando la manija de un proceso de remarcaciones a gusto y piacere.
No hay plata=dólares
La rebelión de los fabricantes de alimentos, que venían calmados con las subas, responde a un solo factor. Ven el dólar retrasado y pisado artificialmente por un Caputo que se juega en la desinflación, la última chance de no fallarle al Presidente. La suba en alimentos, que vuelva a darse, garantiza un IPC de abril y mayo nuevamente elevado en el rubro. Y las empresas observan que el dólar tiene que seguir corriendo para adelante. Varios sectores recibieron informes de economistas de diferentes tendencias que grafican el atraso. Uno de ellos, de Martín Rapetti, que cifró en 13 puntos el retraso del dólar. No es el único.
Caputo está seriamente dañado por la falta de dólares y el debate por la cuestión cambiaria, dado que el Presidente es partidario de, al menos, un desdoblamiento para el agro. Los números los apuran: el Banco Central, luego de varias jornadas compradoras, empezó esta semana a vender. Y en abril tiene el mes más crítico: debe afrontar pagos por 4000 millones de dólares en importaciones y va a quedar con saldo negativo si el ministro no trae dinero de algún lado.
El campo, que podría darle 10 mil millones, ya le avisó que, si no devalúa o desdobla, no sólo no habrá dólares frescos, sino que además ya hay muchos pensando en si habrá o no siembra de cara a la próxima temporada. Un dato que refleja la situación y, por ahora, es solo una señal a mirar: la compra de silobolsas, donde los chacareros guardan la soja para acopiar y aguantar sin vender, creció 20 puntos en relación al 2022, porque en 2023 hubo una fuerte sequía que no precisó del artefacto.
En este contexto, el enviado del Fondo Monetario (FMI), el chileno Rodrigo Valdéz, le avisó a Caputo que no dará dinero a la Argentina si el gobierno no logra garantizar que el ajuste tenga contención social. Esta negativa de la llegada de divisas en diferentes frentes imposibilita el anhelo presidencial del levantamiento del cepo cambiario y del inicio de una recuperación. Todo en el medio de una recesión que no parece tener freno.
En el quirófano
En este contexto, Caputo empieza a ser cuestionado internamente. “El Presidente lo trajo para que consiga dólares y no los consigue”, dijo a este diario alguien que lo conoce bien y circula por los pasillos de la Casa Rosada. En la misma línea, desde el entorno de Federico Sturzenegger, el asesor sin cartera, disparan metralla silenciosa contra el ex Deustche Bank. El ex jefe del BCRA con Macri se postula casi a diario para el cargo en reuniones con empresarios y dirigentes cercanos. "Sturze" no coincide con muchos de los lineamientos que plantea Caputo, y está esperando en el banco de suplentes como el juvenil que aguarda el retiro del 9 veterano. Lo propio hace José Luis Espert, diputado nacional muy cercano a Milei. El portal La Política On Line publicó un almuerzo que ambos mantuvieron en Olivos, algo que sacudió la estantería de Caputo. Lo del diputado es más fuerte en la operación diaria, en la que filtra a medios amigos que tiene un plan para salir de la encerrona.
El ministro tiene, en este tembladeral, poco respaldo político interno. Y una a favor: Milei no se ha animado, hasta ahora, a cambiar funcionarios de primera línea. Hace unos días, tras el likeo de un mensaje de Martín Lousteau en la red social X, el secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, quedó al borde del despido. Le pidieron al presidente que lo corra, pero el mandatario se negó. Caputo corre, por ahora, la misma suerte que Vilella, zafa de la razzia porque echarlo sería dejar a Milei expuesto ante el fracaso del modelo.
De todos modos, el Presidente no pecó de inocente y le armó a Caputo una especie de Ministerio de Economía paralelo con un grupo de economistas que lo asesorarán directamente al mandatario. "Una mojada de oreja", bromean los detractores de Toto, pero algo de razón tienen. En ese pelotón de técnicos, todos tienen una característica, son muy cercanos a Milei y no quieren a Caputo. Miguel Boggiano, titular de la consultora Carta Financiera, le escribió al Presidente un mensaje de agradecimiento en X, y lo arrobó. Caputo, que en ese mensaje ni fue mencionado, le agradeció a Boggiano el hecho de sumarse. Nadie le había pedido que se expida. Otro de los jefes del pelotón de asesores es un peligro para Caputo: Demian Reidel, que sonó para presidir el BCRA antes de que asumiera Santiago Bausili, socio de Caputo, es un ex JP Morgan que le responde políticamente a Sturzenegger, con quien trabajó en el Central de la era Macri.
La lectura conjunta de todos estos acontecimientos, que incluyen los intentos de erosión de la autoridad por parte Espert, Sturzenegger y el propio Consejo de Asesores económicos de Milei, son señales para Caputo de tener resultados urgentes o correr el riesgo de perder la silla.