La iluminación en la calle España, a la altura del barrio Campo Caseros, es tenue. Una casa con dos pisos, una ventana abierta en la planta alta y un sonido a zapada jazzera que sale desde su interior es la contraseña correcta para saber que se está en el lugar indicado.
En los márgenes de la ciudad de Salta está ensayando Niebla, como lo viene haciendo hace por lo menos 37 años. Dentro de la sala se encuentran próceres de la escena jazzera y rockera local: Raúl "Pekiné" Lamas, Julio Lamas, Daniel "Palmito" Flores y Carlos Barcatt.
El ensayo continúa repasando una y otra vez viejos temas, arreglos nuevos y renovadas improvisaciones. Como ellos mismos afirman, a los integrantes del grupo los une la música y la incesante búsqueda de liberación a través del género.
Los comienzos son difusos, algo así como una metáfora del nombre de la banda. "No hay una fecha exacta de inicio porque se venía tocando, se paraba, se armaban rejuntes con otra banda, así, hasta que se formaliza un cuarteto cerca del 1986, 1987. En ese momento era un cuarteto de rock de hard-rock tipo Pappo", comenta rompiendo el hielo el guitarrista Julio Lamas, y agrega: "Y se llama Niebla por un tema de Jimi Hendrix, Niebla Púrpura, de ahí surge el nombre".
Otro de los artífices y sostén de la banda es el bajista Daniel "Palmito" Flores: "Entre el 88 y 89 la banda hace un viraje, no obligado, sino hacia los gustos y sentimientos musicales que compartíamos. Con mucho corazón abordamos músicas que tenían que ver ya no solo con el rock. Nos aventuramos a tocar ese género y desde ahí Niebla siguió la linea del jazz".
Tal como relata "Palmito", la aventura a nuevos horizontes musicales llevó consigo un estudio de lo que ello implicaba, "ahí comenzamos a interiorizarnos en los orígenes de ésta música, tratar de acercarnos desde otro punto de vista, mezclando con nuestra tradición salteña. Comenzamos a expresar nuestras ideas, nuestros sentimientos a través de la música, con la inclusión de la improvisación".
Organizar una escena jazzera
Si aún continúa resultando difícil conseguir lugares donde tocar, 40 años atrás en Salta la tarea parecía un imposible. "Pekiné" Lamas así lo recuerda: "había que armar la escena. En la primera parte de nuestra historia teníamos un círculo entre artistas plásticos, poetas, escritores, entonces íbamos a tocar cuando presentaban un libro, cuando se presentaban obras de arte. Ahí estaba presente Niebla".
“Y después, armar los recitales a pulmón, eso siempre se hizo. Acá en Salta había que luchar mucho para conseguir un lugarcito donde poder expresarse y era muy tedioso porque tenías que ocuparte de la parte musical y aparte, de toda la organización; era infernal porque el músico tiene que dedicarse a hacer su música, esto era el doble de trabajo gestionando y armando todo", remarca Pekiné.
"Palmito" Flores comenta: "la palabra jazz para muchos implica una música que no es de nuestro origen, pero pasa que esa música abarca no solamente un nombre, un estilo, sino todo un sentir cultural que comienza con el músico afroamericano. Y dentro de esta música también aparecen las ansias del hombre de expresarse, en cierto modo, de libertad, de expresar ideas a través de la improvisación. Hay culturalmente una lucha en favor de la libertad, y creo que es eso lo que los músicos de todas partes del mundo comparten, expresarse culturalmente a través del jazz desde la tierra donde estés, expresarse en un lenguaje común”.
Desde la batería, Carlos Barcatt pide la palabra y agrega condimentos fundamentales a la historia de Niebla. “¿Cómo mezclar el jazz y el folklore? ¿cómo podemos hacer con nuestro folklore que está muy arraigado?, entonces surge la idea de hacer algo folclórico adaptado a nuestro estilo. De ahí sale un estilo niebla en jazz-folklore tocando temas como Balderrama, La Pomeña, Zamba del Pañuelo, todo a nuestro estilo y forma”, opina Barcatt, jubilado como director de la Banda de Música de la Municipalidad de la Ciudad de Salta.
Perdurar
Si bien la banda tuvo diferentes cambios de integrantes en su historia, cierto también es que varios de ellos arrastran toda la historia de Niebla a cuestas. En este sentido, organizar, componer, tocar y convivir tantos años juntos, no parece una tarea sencilla. Sin embargo, “los Niebla” parecen haber encontrado la alquimia perfecta: “La receta es que hacemos pie en lo que estamos de acuerdo, nos gusta tal tema, se hace. En el caso mío, yo no pregunto mucho, se toca esto y listo, ya está”, resalta con la certeza de los años transcurridos Julio Lamas.
Por su parte, Palmito Flores agrega: “la receta sería la aceptación en las coincidencias, quizás eso si conservamos del músico rocker, de la onda de Pappo. Tocamos juntos porque nos sentimos cómodos, algo sucede que te gusta, tocamos porque queremos tocar y entonces sí o sí tiene que estar afirmado en las cosas lindas en que coincidimos”.
En este derrotero de años y escenarios vividos, Niebla sacó su primer disco 30 años después de su fundación, un dato que al menos resulta llamativo. "El problema siempre fue económico, nadie vive de la música, pero como nos dieron desde Cultura de la provincia el Fondo Ciudadano, eso nos sirvió par la mitad y la otra mitad la pagamos con créditos".
"Es cierto que con el disco el entusiasmo vuelve a reverdecer, pero al tiempo se acaba y de alguna forma hay que empezar de cero nuevamente", reflexiona el bajista Palmito Flores dando rápidamente vuelta la página como una manera de seguir buscando en el grupo aquella fuerza creativa que los llevó a perdurar tantos años.
"Después de sacar el disco tocamos un repertorio totalmente diferente", relata Pekiné como una jugada desfachatada al lanzamiento discográfico. "Creo que hemos tocado las canciones del disco dos o tres veces y después cambiamos el repertorio. El disco es como un documento para que sepan que una banda de jazz existió en Salta".
"Mi idea es continuar con una grabación más", afirma Palmito, "va a ser mucho esfuerzo, no solamente lo económico, pero lo interesante es llegar a una nueva grabación que quien lo escucha diga 'esto es Niebla'. Mi sentir es que quede en este tiempo el reflejo de Niebla; el entusiasmo y las ganas están, aunque sabemos que las exigencias son mayores, ya no somos jovencitos. Pero sería muy bueno que Niebla pueda poner un granito de arena más para la historia del jazz".
Al pensar en el futuro, Pekiné se levanta de la silla y en forma de manifiesto remarca: "quisiera que esto continúe, me gustaría que sea eterno, seguir con lo nuestro, con lo que toda la vida hicimos", vocifera como un mandato para Niebla, inclusive más allá de él.
Todos los integrantes coinciden en que Salta es una provincia repleta de músicos que tiene mucho para dar pero que no tienen oportunidades para desarrollar su arte, "hay músicos muy buenos que están dentro de lo que se puede llamar jazz, componen su música, nosotros lo vemos, y te preguntas ‘¿cómo hacen?’, le dan mucho a esta provincia y no los conoce nadie. Ojalá ellos puedan ser los próximos Niebla, que puedan tener un cachito de suerte", afirma Palmito con generosidad manifiesta.
Algo que Pekiné Lamas, como voz grupal, no quiere dejar pasar es el momento de coyuntura política actual que se está viviendo: "no somos de un signo político, pero sí del pensar político. No nos da lo mismo lo que nos pasa en este momento, que nos están atacando a todos los ciudadanos y en especial a la cultura, y hay que expresarlo de alguna manera. Lo que está diciendo y haciendo políticamente es tremendo, pienso que toda la gente que esta comprometida con la cultura tiene que expresarse, nosotros no tenemos miedo en decir que estamos en contra de todo lo que está pasando".
A contramano de lo que muchos artistas piensan, que meterse en los problemas que le atañen al pueblo restaría seguidores, oyentes y espectadores, Niebla mira al frente y no se silencia, porque al fin y al cabo, Niebla y pueblo, son una misma palabra.
La historia dirá que lejos del mainstream, los grandes sellos y los pomposos reconocimientos, hubo una banda de jazz salteña que estuvo viva y latente por casi 40 años (y contando), sosteniendo un género que no llena estadios, ni grandes salones, pero que, como ellos mismos dicen, siguiendo a los afroamericanos precursores, los llena de vida, energía y se convierte en una práctica de libertad en tiempos turbulentos.