Hay toda una vertiente interna, una vía central en la larga vida musical de Celeste Carballo que debe su caudal al rock y alrededores. No es pretensión aquí historiar sobre ello, claro. Apenas, recordar -para no olvidar- que la cantante, multiinstrumentista y compositora debe su inserción en la cosa a discos de la talla del primigenio Me vuelvo cada día más loca; del subsiguiente, Mi voz renacerá; o del preferido de ella, Tercer infinito. También gravitan en este sentido la rebelión que propuso con Celeste y La Generación allá por principios de los '80. Su voz picando cerca de las de Fito Páez, Peter Gabriel o Charly García. Y una intensa vida de 67 años, que en los últimos siete entregó dos trabajos más, en clave de renovadas rémoras: ¡Se vuelve cada día más loca… por amor al blues y Chocolate inglés Rock.
Ahora bien, hay toda otra corriente interna en la vida musical de Celeste que no necesariamente es medular –al menos en términos conocimiento popular- pero que sí lo es para ella y sus allegados: la tanguera. Del idilio entre artista y género devendrán pues los conciertos que la tendrán como protagonista este viernes 5 de abril a dos funciones (a las 20 y las 22.45) en BeBop Club (Uriarte 1658) junto al Quinteto Revolucionario, integrado por cinco ases del tango actual: Cristian Zarate al piano; el bandoneonista, Joaquín Benítez Kitegroski; Sebastián Prusak, en violín; Sergio Rivas, en contrabajo y el guitarrista Esteban Falabella.
La idea de una y de otros es fundirse bajo el fin de tomar piezas de Astor Piazzolla y ponerles algo de aroma de rock. “Todo, todo, no voy a contar”, advierte Carballo, entre risas, ante la pregunta de cuál será el repertorio. Uno de los temas que sí revela es “Oblivion”. “Para mí es un descubrimiento”, admite, sobre su acercamiento con aquella gema instrumental compuesta por el marplatense, en 1982. “Me atrapó. Encontré su partitura y hace un mes estoy todos los días desentrañando maravillada sus bemoles con el piano, encontrando frases armónicas”. Deja entrever que también sonarán “Preludio para el año 3001”, y una que fue su caballito de batalla cuando tenía 12 años: “Chiquilín de Bachín”. “La cantaba los domingos en la quinta de mi hermano Eduardo, en General Rodríguez, donde pasábamos todo el verano, cada año”, recuerda ella.
La vivencia familiar encaja entonces de lleno con esa otra vertiente también constitutiva de la vida musical de Carballo. Tampoco es data superflua que haya nacido en La Paternal y lo recalque. O mencionar la importancia que tuvo el ciudadano Celos, disco publicado en 2008 que ganó un Gardel tres años después. Y que incluye en su seno una grabación del clásico “El día que me quieras” y otra de “Buenos Aires no tiene la culpa”, tango que Celeste compuso con el pianista José Colángelo.
Juega fuerte asimismo una rémora que le enternece contar: cuando cantaba tangos “a viva voz”, mientras andaba a caballo en la pequeña chacra que su padre había comprado al pié de Sierra de la Ventana. “Eso fue en la década del '60. Luego, en 1969, cuando volvimos para vivir en Villa Devoto, 'Balada para un loco' quedó segunda en el Festival Buenos Aires de la Canción, y a la semana yo ya me había comprado el single que tenía 'Chiquilín de Bachín' en la cara B, y saqué los acordes… Me enganchó Astor como músico, con el bandoneón como si fuera Hendrix… Único, nuevo, nuestro”.
-Ya que mencionás a Hendrix, el concierto junto al Quinteto Revolucionario anuncia un lado rockero, también. ¿Por dónde pasa?
-Por la versión de “Libertango” que hace Grace Jones… A ver si se copan en la creación in situ. Yo la saqué con la Telecaster, ahora resta saber cómo van a jugar, si hacen correr la pelota, si enganchamos el beat y a la gente.
-Qué lugar ocupa el tango en tu panteón de referencias, que por supuesto es amplio.
-A ver, el rock en la Argentina es canción, y canción medio tanguera. De eso hablamos hace un par de semanas con Pablo Guerra, violero de Los Caballeros de la Quema. Le pregunté por qué la lírica de las bandas más de pibes tratan temas como la soledad, ¡por qué tanta locura con eso!. Y él me respondió: "Y... es el tango".
La conexión entre Celeste Carballo y el Quinteto oficial de la Fundación Astor Piazzolla tuvo como nexo a Prusak que, además de violinista del Quinteto, es coordinador de la Orquesta Nacional de Música Argentina, Juan de Dios Filiberto. “Hablamos mucho por teléfono sobre nuestras travesías en escenarios, grabaciones, discos, bandas, presente, pasado y ahí tomamos contacto en una sensibilidad total. A veces pasa”, relata la cantante. “También le comenté sobre Celos, el disco que hice en tributo a la música ciudadana, y creo que en ese momento nos quedamos con ganas de tocar juntos. Y pasó que tres meses después recibí la invitación de parte de la Fundación Piazzolla para llevar a cabo estas dos funciones únicas que vienen. Aunque en este momento estoy terminando un material nuevo lleno de canciones, rock y blues, dije que sí, porque me encanta y porque es un honor”.