Con motivo de su saludo pascual, el obispo Oscar Ojea, presidente del episcopado católico y titular de la diócesis de San Isidro, hizo alusión a las personas que quedan sin trabajo y acuden a la Iglesia buscando acogida. “El día que nos gane la globalización de la indiferencia, el día que se nos endurezca tanto el corazón, que no tengamos sensibilidad para estos hermanos y hermanas que quedan sin trabajo, es ese día no nos podemos llamar cristianos”, afirmó el obispo.
La preocupación de Ojea se suma a otra serie de manifestaciones en el mismo sentido provenientes de diversas autoridades de la Iglesia Católica, pero también de sus agentes pastorales (religiosos y laicos) que recogen en templos y capillas signos de intranquilidad por la realidad social y, en particular, por la pérdida de fuentes de trabajo. El obispo insistió en la necesidad de no desentenderse de la situación de quienes afrontan ese problema y pidió, con ocasión de la Pascua, “descubrir con una imaginación nueva la caridad cristiana” porque “siempre la Pascua nos da una nueva creatividad para poder crecer en el amor, para poder crecer en la caridad”.
Al expresar su saludo pascual, el presidente del episcopado afirmó que “los frutos de la Pascua son la paz y la alegría que nos trae Jesús resucitado, pero la paz además de ser un don es una tarea; la paz se construye, no es un producto industrial, es artesanal”. Para Ojea la paz “se construye con el trabajo de cada día, con la vida de cada día, la cercanía, la entrega, y se construye con la solidaridad”. Y manifestó que precisamente en este tiempo, que calificó de “emergencia” y de “crisis” en “donde cuenta tanto la vida”, es cuando más hace falta la solidaridad.
El obispo comenzó su mensaje reconociendo que en la Conferencia Episcopal se están recibiendo últimamente grupos de personas que se quedan sin trabajo, “gente que queda como al ‘costado del camino` y que esa herida “es tremenda”. Y recordando palabras del papa Benedicto XVI, el obispo de San Isidro afirmó que todo acto de fe es, en si mismo y como tal, encuentro con los hermanos, y por ese mismo motivo “es un acto que me lleva a ser responsable de la vida de los demás”.
Las palabras de Ojea en medio de una festividad central para los cristianos como lo es la Pascua, dan cuenta de la preocupación que existe en la Iglesia Católica, en su jerarquía pero también en todos los estamentos de la institución, por las consecuencias de la situación social. En esa línea se han expresado diversos actores de la Iglesia y la inquietud quedó claramente expresada en el documento emitido semanas atrás por la Comisión Nacional de Justicia y Paz, en el que se denunció también "un enorme grado de insensibilidad social por parte de las autoridades en las medidas de ajuste, aunque más gravemente preocupa la cultura del odio y del individualismo extremo generado”.