El precio de los combustibles trepó este lunes otro 4,6 por ciento por la suba de impuestos que decidió el gobierno de Javier Milei y la devaluación que registró el tipo de cambio oficial durante marzo. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, YPF incrementó el litro de nafta súper de 800 a 837 pesos, la nafta premium pasó de 987 a 1033, el gasoil común de 843 a 883 y el gasoil premium de 1073 a 1123 pesos. En el resto del país la petrolera controlada por el Estado Nacional aplicó la misma suba porcentual, pero sobre sobre valores más altos y el resto de las petroleras hicieron lo propio.
Luego de que Javier Milei fue electo presidente el pasado 19 de noviembre, las petroleras avanzaron rápidamente con una recomposición real de sus precios. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el 25 de noviembre YPF ajustó el precio de la nafta premium un 13 por ciento. El 8 de diciembre aplicó otro 26,3 por ciento y el 13 de diciembre un 37 por ciento más. El 3 de enero subió un 26 por ciento, el pasado 1 de febrero otro 6,5 por ciento, el 1 de marzo un 7,5 por ciento y ahora un 4,6 por ciento. De este modo, en poco más de cuatro meses el litro de nafta premium pasó de 349 a 1033 pesos por litro, un 196 por ciento.
La contracara del tremendo aumento de precios fue la caída de la demanda. Según cifras oficiales de la Secretaría de Energía, entre octubre y febrero la demanda de nafta premium se derrumbó un 30 por ciento. A pesar de que muchos automovilistas pasaron a cargar nafta común en lugar de premium, la venta de súper en el mismo período no solo no subió, sino que retrocedió 3,7 por ciento, lo que deja en claro que mucha gente directamente dejó de utilizar su auto y optó por el transporte público.
Eso se debe a que en el mismo período en el que la nafta subió casi un 200 por ciento, los salarios se mantuvieron estables en términos nominales o subieron levemente. Eso sí contar que mucha gente directamente se quedó sin trabajo.
¿Por qué aumenta?
Los aumentos fuertes que se vienen dando desde fines del año pasado son consecuencia de la decisión oficial de liberar el precio de las naftas para que los valores locales se converjan con la cotización internacional, aunque esa paridad todavía no se concretó porque luego de los primeros aumentos el ministro de Economía, Luis Caputo, les solicitó a las petroleras que pausen los ajustes para colaborar con la desaceleración de la inflación. Diversas consultoras privadas, estiman que los combustibles deberían subir al menos otro 20 por ciento para alcanzar la paridad de importación.
¿Por qué entonces volvió a aumentar la nafta si las petroleras sacaron el pie del acelerador? Por la suba de los impuestos y el impacto de la devaluación.
En el decreto 107/24 del 1 de febrero el gobierno estableció que actualizaría gradualmente los impuestos que se mantenían congelados desde junio de 2021. Ese día trasladó la inflación acumulada durante el segundo semestre de 2021 y durante todo 2022. En el caso de las naftas, el impuesto pasó de 26,06 a 61,15 pesos. En la Ciudad de Buenos Aires eso hubiese implicado, por ejemplo, que el litro de nafta súper de YPF trepara de 699 a 734 pesos, un 5 por ciento, pero la empresa terminó subiendo un 6,5 por ciento llevándola a 744 pesos, para acompañar la suba del dólar oficial que se registró durante enero.
El decreto 107/24 fijó además el cronograma de actualización pendiente. La inflación registrada durante el primer y segundo trimestre de 2023 se trasladó el 1º de marzo. De ese modo, el ICL pasó de 61,15 a 92,14 pesos por litro y el impuesto al Dióxido de Carbono, que es marginal, subió de 1,59 a 3,74 pesos.
Si se toma en cuenta el precio de la nafta súper vigente en las YPF de la Ciudad de Buenos Aires, ese ajuste debería haber significado una suba del 3,4 por ciento, mientras que en el resto de los combustibles el impacto debería haber entre 3 y 4 por ciento.
Sin embargo, las petroleras también trasladaron el ajuste del precio regulado de los biocombustibles (bioetanol que se mezcla con las naftas y biodiesel con el gasoil), lo que sumó otro 2 por ciento en las pizarras de las estaciones de servicio. Al mismo tiempo, sumaron el efecto de la devaluación del peso de febrero. El crawling peg de 2 por ciento mensual, que es el ajuste gradual y predefinido del tipo de cambio que estableció el Banco Central, impactó en cerca de un 1,5 por ciento en el precio de los combustibles. Finalmente, las empresas terminaron redondeando un aumento del 7,5 por ciento.
Este 1 de abril se trasladó la inflación del tercer trimestre de 2023, que estuvo cerca del 34 por ciento. Por lo tanto, el ICL pasó de 92,14 a 124,2 pesos por litro, mientras que el impuesto al Dioxido de Carbono aumentó de 5,64 a 7,60 pesos por litro. En el primer caso significó una suba de 32,08 y en el segundo de 1,96 pesos. Por lo tanto, el traslado al surtidor debía ser de 34,05 pesos. En la nafta premium de YPF en la Ciudad de Buenos Aires el ajuste tendría que haber sido de 3,4 por ciento, en la nafta súper de 4,2 por ciento, en el gasoil premium un 3,1 por ciento y en el gasoil común un 4 por ciento. La suba promedio daba un poco menos del 4 por ciento, pero se trasladó también la suba que registró el tipo de cambio oficial en marzo y se aplicó un 4,6 por ciento.