“Las ventas no se cayeron, se desplomaron.” Así, Manuela Parra describe los últimos meses de la industria vitivinícola bonaerense. Al frente de la Bodega Saldungaray y como representante de los bodegueros de la provincia, estuvo presente en la Fiesta de la Vendimia provincial que se desarrolló Tornquist junto a más de treinta productores. Allí, participó de la mesa provincial vitivinícola con el ministro de Desarrollo Agrario (MDA), Javier Rodríguez, donde se proyectaron líneas de financiamiento para el sector y se arribó a una conclusión: el abandono por parte del Estado Nacional.
Parra lamenta la inasistencia de los representantes del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) al encuentro de la industria del vino bonaerense. El ente, dependiente del Ministerio de Economía a cargo de Luis Caputo, es el encargado de regular la actividad y de “formalizar” los viñedos en todo el país, la cual es una condición necesaria para enmarcarse dentro de los requisitos legales para, por ejemplo, acceder a créditos y, principalmente, comercializar el vino producido.
“Nos dijeron desde Provincia que los invitaron pero que a último momento se bajaron y les avisaron que no venían porque no contaban con los recursos para afrontar los viáticos”, detalla Parra.
Tampoco hubo funcionarios del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) ni del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), dos entidades que figuraban en el primer proyecto de la Ley ómnibus como privatizables y que solían a asistir a este tipo de encuentros.
La productora explica a Buenos Aires/12 que el INV brinda las garantías para ser un viñedo legal. “La posibilidad de dialogar con ellos es fundamental para conocer los procedimientos, porque para los productores pequeños como los del sector les resulta difícil llegar a la información y muchas veces crecen sin conocer cómo hacer los trámites y luego se encuentran con muchas trabas”, relata Parra.
En contraposición, destaca el rol del gobierno de Axel Kicillof que se potenció luego de la sanción de la Ley de Promoción e Incentivo a la Vitivinicultura Bonaerense sancionada en 2022 por empuje del senador Luis Vivona. "Entre otras cuestiones, sin la ley hoy la Vendimia no tendría este empuje", asegura.
“Estamos contentos con la presencia del MDA que presentó un plan vitivinícola para 2024”, subraya. Según detalla la propia cartera comandada por Rodríguez, la iniciativa se compone de un programa que incluye cuatro ejes principales: financiamiento, identificación y fortalecimiento productivo, investigación y extensión, y promoción y posicionamiento de la marca Vino Bonaerense.
“Se busca profundizar sobre capacitaciones y poder vincularnos con ámbitos de financiamiento como el Consejo Federal de Inversiones y la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), porque es la manera de acceder a créditos que contemplen los plazos de la actividad, algo que desde 2020 empezó a hacer el Banco Provincia”, indica Parra.
“Igualmente, siempre falta porque todo esto recién empieza y hacen falta soluciones para quienes están más avanzados que quienes recién arrancan, pero es importante el acompañamiento del Estado”, subraya.
“Ni una sola botella”
La actividad vitivinícola bonaerense, según relatan los propios productores, tiene como destino mayoritario la venta directa. Es decir que, si el público no se acerca al viñedo, aún es muy difícil para la industria comercializar su producción por las dificultades y costos del flete. Hay que tener en cuenta que son PyMEs, en su mayoría familiares, que como techo suelen producir entre 5 mil y 10 mil litros anuales, contra los cientos de miles o millones de litros que venden las grandes bodegas de la región cuyana.
Durante la novena edición de la Fiesta de la Vendimia que se llevó a cabo en el Predio del Ferrocarril de Tornquist, miles de turistas recorrieron los stands y puntos de venta. “Salió bien”, fue la conclusión de Parra. Pero cuenta que las ventas no compensaron el oscuro verano que transitó el sector.
En este marco, Parra expresa que en los primeros meses de 2024 vivió una nueva experiencia: “Es la primera vez que veía grupos enteros de veinte personas en las visitas guiadas a la bodega y ninguno compraba ni una sola botella”. “Ví de todo en todos mis años como productora, como que venga poca gente, que vengan sólo de clase alta, pero siempre se llevaban algo, y ahora todos decían adiós y agradecían la visita”, apunta.
El devenir económico del gobierno de Javier Milei que, entre otras medidas, llevó adelante una devaluación del 118 por ciento, disparó los costos de, por ejemplo, las botellas, etiquetas y corchos, según relatan los productores. Al respecto, Parra advierte que los aumentos se trasladaron al precio del producto final, poniéndolo “más lejos de las expectativas del consumidor”.
A su vez, describe que la composición de los visitantes cambió. “Se escapó el público laburante”, sentencia. “Se veía como todos los autos del estacionamiento son autazos” dice, pero que de todas maneras no pudo siquiera generar promociones para potenciar la venta de cajas enteras porque no había intenciones de compra.
“Hoy los productores pensamos que el 2024 es un año para agarrarse de donde se pueda, todos piensan en sostenerse y no en tener ganancia”, cuenta Parra, y lanza: “Hoy no te querés caer”.
El enoturismo y el financiamiento
Ante un escenario de hostilidad económica contra la producción, Parra remarca que el rol de la cartera agraria bonaerense es “fundamental” para la vida del sector ya que le brinda conexiones con organismos con financiamiento específico para la actividad. Además, destaca que en esta ocasión se hizo presente tanto en la fiesta como en la reunión con los productores, la subsecretaria de Turismo provincial, Soledad Martínez.
La importancia, afirma la bodeguera, radica en potenciar el enoturismo. “Con la participación de Martínez se formaliza la acción de la provincia en lo que respecta al turismo en bodegas y viñedos y así se pueden empezar a pensar políticas específicas”, advierte.
Parra cuenta que hay casos, como la Bodega Gamboa en Campana, que centralizan su producción en la venta dentro del propio emprendimiento gastronómico interno del viñedo. “Son experiencias que hay que tener en cuenta, pero por eso importante que se involucre el área de turismo porque no es lo mismo producir a cien kilómetros de la Capital Federal que hacer en el centro o el sur de la provincia”, explica.
Desde su mirada, hay varios puntos en la Ley de Promoción al sector que deben ser ejecutados tanto en materia turística, así como también en lo que respecta al “compre vino bonaerense”. “Aún hay poco registro de que se pueden consumir vinos bonaerenses en eventos de la provincia”, señala.
Uno de los puntos de la Ley que sí se concretó fue la creación de la marca Vino Bonaerense. "Son pasos fundamentales, así como entender que es una actividad que necesita créditos con años de gracia para empezar a pagarlos porque desde que se arranca hasta que se cosecha por primera vez pasan en tres y cuatro años", relata.
Crecimiento del vino bonaerense
Del otro lado del mostrador, el MDA apuntó que el desarrollo de la industria, la norma de incentivo al vino provincial y el convenio firmado con el INV en 2022 “dejan en claro que Buenos Aires es una provincia con vitivinicultura”. Por eso, afirmaron, sostienen el mecanismo de la mesa vitivinícola para congeniar propuestas a futuro vinculando al sector público y al privado.
Según la cartera liderada por Rodríguez, la superficie de vid sembrada en la provincia marcó un récord en 2023, con un aumento del 18 por ciento respecto a 2019. “También se incrementó la cantidad de viñedos, alcanzando en la actualidad los 59 habilitados”, señalaron.
Para Rodríguez, “el sector vitivinícola bonaerense está caracterizado por tener una enorme proporción de empresas pymes y emprendedores que necesitan asociarse y también requieren del acompañamiento del sector público, especialmente en momentos como ahora en los que se achica el mercado interno como consecuencia de la caída de los salarios y el poder adquisitivo”.
Conclusiones del encuentro
Entre los participantes de la mesa que aglutina al sector estuvo el intendente de Tornquist, Sergio Bordoni, quien coincidió con Parra sobre la ausencia del Estado Nacional y agregó que, incluso, aún faltan designaciones dentro del INV que preside Carlos Tizio. “Es como nos pasa también a los intendentes con la falta de un ministro de Infraestructura, no tenés con quien hablar en este gobierno”, apunta.
Bordoni reconoce un “saldo positivo” respecto al encuentro en el que no sólo estuvieron Rodríguez y Parra. También asistieron la secretaria de Turismo provincial, Soledad Martínez, representantes de la Universidad del Sur que estudian el suelo para la producción de vino, así cómo funcionarios de la chacra experimental de Río Colorado donde se están desarrollando ocho tipos de semillas de vid para potenciar la actividad en la provincia.
Durante la reunión, los productores anclaron su demanda en dos ejes. “Muchos plantearon una cuestión vinculada a la zona serrana que son las heladas y esperaban contar con créditos blandos para hacerse de herramientas con las que combatir sus efectos”, señala Bordoni.
Además, cuenta que bodegueros de Junín explicaron su padecimiento porque, a raíz de los agroquímicos que se utilizan en cultivos cercanos, se les estropean las plantas de vid.
Al respecto de esta problemática, Parra detalla que el uso de distintos pesticidas en cultivos intensivos, si bien está reglado, son aplicaciones que afectan a los productores de vino en la provincia. “El viento puede llegar a traer los agroquímicos de campos que están a 10 kilómetros de distancia que dañan las plantas que les cuesta entre tres o cuatro años reponerse por cómo se deterioran sus tejidos”, cuenta.
“Por eso es importante el INV, porque al estar registrados los viñedos se fiscalizan los alrededores porque el mapa vitivinícola lo arma el INV y esto se puede evitar”, agrega la productora.
En paralelo a celebrar la organización de la Fiesta de la Vendimia y la reunión de la mesa vitivinícola, Bordoni no deja de lado su pesimismo en relación al futuro económico de los próximos meses. “El Gobierno Nacional no aporta nada, hasta quieren importar tomate y pepino de Chile que se producen acá en Nueva Roma, un pueblo al oeste de Tornquist, y eso es una locura porque es el principio de la debacle de la producción nacional”, indica.
“Ahora se suman los aumentos en la energía”, dice, mientras cuenta que desde la municipalidad ya asistieron a diez vecinos que se quedaron sin luz porque se la cortaron a raíz de falta de pago.