“La pasamos mal. Perdimos mucho. No solo estar en la calle luchando. Perdimos familia, salud”. El balance de Milagro Sala luego de 3.000 días como presa política en Jujuy es desolador. Pero tiene dos caras. Tras denunciar, una vez más, un “laboratorio de lawfare” en Jujuy, la dirigenta de la Tupac Amaru explicó que, pese a la adversidad, tiene en claro que no bajará los brazos.
Entrevistada por AM750, Sala aseguró que los más de ocho años que lleva presa fueron muy duros. Con decenas de compañeros militantes injustamente procesados, donde hubo hostigamiento, persecución, torturas y una vida condicionada por lo que, aseguran, es un sinfín de causas inventadas para condicionar la protesta social. En el medio, además, sufrió la muerte de Sergio, su hijo menor; y su esposo, Raúl Noro.
“Y nos siguen armando causas. Hablábamos de laboratorio en Jujuy y parecía que nadie nos entendía cuando decíamos que el lawfare estaba intacto acá, junto con el neoliberalismo. Y algunos dirán qué tiene que ver una cosa con la otra, y tiene mucho que ver. Porque te quieren disciplinar”, expresó Sala.
A lo que añadió: “Quieren que las medidas de privatización, de dejarte sin empleo, que avance la toma de las tierras de los pueblos originarios, quieren que uno agache la cabeza. Y hubo toda una resistencia. Morales pensó que con encarcelarme iba a poder hacer un desastre en Jujuy. Pero hubo un pueblo que reaccionó y que le dijo que no”.
En medio de un complicado momento de salud –Sala padece una trombosis venosa profunda y, tras ser operada, nuevamente las venas de su pierna están tapadas y le generan muchísimo dolor– la dirigenta de la Tupac Amaru explicó que, pese a la adversidad, seguirá dando pelea.
“No estoy nada bien de salud. Me perjudicaron muchísimo. Hace un año me tendría que haber operado, pero tanto para los jueces como los médicos de Jujuy yo ya estaba curada de la trombosis. Y no estaba curada. Y cuando me hicieron operar, me operan, y había una vena principal que estaba muy tapada y no se pudo destapar”, explicó.
Por eso, dijo, los médicos tuvieron que intentar abrir la arteria. “Ahora otra vez estoy tomando calmantes, porque me empezó a doler de nuevo. Y no sé si por los medicamentos o qué, pero tengo una alergia nerviosa. Se me hincha toda la cara. No puedo dar con el medicamento”, relató.
Sin embargo, aseguró, en este contexto, y cuando se cumplen 3000 días presa, no tiene en sus planes dejar de dar pelea: “Le estoy poniendo muchas ganas, porque tengo en claro lo que quiero y no voy a bajar los brazos. Raúl y mi hijo me acompañan a pesar de que no los tengo en vida”.