El sindicato de "macroecolobistas" no tiene una sede oficial ni edificio propio. Sin embargo, es un colectivo influyente, sobre todo en el exterior. Suelen reunirse cada tanto para intercambiar y coordinar para decir casi lo mismo y sobreactúan el nivel de crueldad de sus propuestas, que es lo que mejor los posiciona ante su clientela. Se presentan como expertos, sensatos, coherentes; desligados de todo mecanismo emocional, portadores de pseudo verdades absolutas.
La gran mayoría nunca ha gerenciado una empresa del sector privado y no ha tenido relación intelectual con la economía real, de producción y el trabajo. No conocen una fábrica por dentro, no olfatearon nunca olor a grasa ni pintura de la línea de producción. Nunca corrieron para pagar una quincena. Todos ellos hablan de economía monetaria, fiscal y financiera, empujados por una extraña obsesión por alcanzar fama.
En cambio, en estos días no hablan de las extravagantes caídas del PBI, la industria, el consumo, la inversión, el crédito, las ventas, el salario y las jubilaciones. Tampoco hablan del incremento del endeudamiento, el desempleo, la pobreza y la indigencia. No discuten los aumentos de la medicina prepaga, los medicamentos, los alimentos, las tarifas de luz y gas, el combustible, tren, el colectivo y el subte.
Difundir es la tarea
Se las ingenian bien con el power point, son histriónicos y verborrágicos, bajan las luces en los congresos y hacen bromas con cosas que no tiene repuesto, al decir de Serrat. Algunos pretenden exhibir un refinamiento supremo, aunque tienen un vocabulario muy limitado. La economía no abunda en términos propios, sino prestados de otras ciencias, como “diagnóstico”, “ley de gravedad”, “terapia intensiva” o “recalentar”.
También utilizan pseudo parábolas para demostrar cualquier cosa que la supremacía les pide difundir, como: “si en una casa gastamos más de lo ganamos…bueno, el Estado es lo mismo…”. Delante del público, presumen estar al corriente de todo, no pasan una, jamás dicen: “no soy un experto, ese tema no lo sé”.
Muy pocos están doctorados, no son académicos ni científicos ni investigadores. Aun los doctorados, han investigado escasamente y sin rigor probado, más allá de sus tesis doctorales. De hecho, las tesis doctorales (verdaderos aportes que contribuyen a la ciencia) no se encuentran publicadas en internet.
Marco teórico
La literatura neoclásica estadounidense con matices financieros, en el marco de la economía clásica inglesa, pudo satisfacer la profanación de la economía real. De tanto repetirse, ha calado en la gente de a pie. Lo aterrador es que se ha disciplinado a los estudiantes y profesionales con una corriente hegemónica que he denominado “entorno neoliberal”.
La biósfera neoliberal engloba a un amplísimo número de actores. Desde el FMI, Banco Mundial, BID, BCE, FED, Tesoro de los EE.UU., políticos conservadores y corporaciones internacionales, hasta la banca de inversión, banca comercial, compañías calificadoras de riesgo, físicos y matemáticos dedicados a las finanzas en Wall Street y creativos de nuevos productos derivativos financieros.
Abarca también a ejecutivos de finanzas corporativas, traders, lobistas de la desregulación de los mercados, fondos de inversión, capital de riesgo, fondos de cobertura, fondos mutuales de pensión, fondos buitres, corredores de cambio, fijadores de tasas de interés, universidades privadas formadoras y bufetes de abogados top.
Luego, dentro de la liga, existe un grupo secundario, una especie de “Nacional B”, que aprovecha cualquier invitación, sin elegir tema, medio ni panel mientras va adiestrando y esperando su turno en las universidades privadas. Existe un último grupo en “fase beta”, que se deja guiar por los dos estamentos mayores, por consideraciones de interés, con un deseo y una fe ardiente de alcanzar el “prestigio” de sus predecesores.
Ninguno de los niveles sale de la etapa primitivista de los errores del marco teórico: “la actividad económica debe estar ajustada a la actividad privada, y el Estado no tiene que intervenir, ni regular ni controlar nada”. Sin embargo, como muchos de ellos están metidos en el Estado --paradójicamente no trabajan en el sector privado--, intervienen en el BCRA (manejan tasas, cantidad de dinero y tipo de cambio), también vía legislativa y coactiva --repleta de diputados macroecolobistas--. Por la vía ejecutiva, escriben DNU, Leyes ómnibus, Ley Bases, etcétera.
El sindicato de macroecolobistas, constituye uno de tantos grupos subordinados a la supremacía. Son proveedores de informes manipulados para los periodistas de la sección Economía de no pocos medios. Hoy el “neo neoliberalismo” --auto denominado libertario--, está construyendo hegemonía, absorbió el partido de Avanza Libertad y más de la mitad del PRO. Quiere reformar desde la Constitución, el Código Penal, hasta la legislación económica, comercial e industrial.
Verdadero Poder
En este momento, la supremacía del poder es económica-corporativa, no ético-política. Por esa razón, el sindicato de macroecolobistas no batalla solo por sus intereses gremiales, sino por la defensa y el desarrollo de la organización política que los sostiene, porque derrama sobre ellos.
El Gobierno está aplicando control de cambios, aumentos de impuestos, tasas de interés negativas, las más grandes herejías posibles en el seno del liberalismo y la devoción ortodoxa. Así lo ve el ex vice ministro de Menem, el propio Carlos Rodríguez, porque es verdad, que se ha continuado y difundido parte de la mezcla hetero-ortodoxa, un verdadero sacrilegio liberal libertario.
Estamos ante un presidente libertario y un ministro mesadinerista que no distinguen entre lo que es permanente y lo que es ocasional o conveniente. Ahí podemos entender el interés personal o de cada representante de la misma ideología, con funciones diferentes en la estructura sistémica. Uno, que ya no tiene en cuenta las formaciones impartidas, otro, que simplemente toma en cuenta el interés grosero y las acciones usurarias, especialmente cuando coinciden con formas delictivas legalizadas, como “la bicicleta eterna”.
En disputa
Para salir de esta hegemonía diabólica, hay que batallar frente al sindicato macroecolobista, en la teoría y en la práctica política. Caen todos los indicadores y ellos dicen: “vamos bien”. ¿A quién beneficiaría esta iniciativa osada de enfrentar al poder constituido? Debería beneficiar al 99,5 por ciento de los argentinos. Es necesario terminar con la falsa percepción de infalibilidad carente de significación teórica, que proyectan en la gente de a pie.
Es necesario remarcar que se puedan dejar atrás las exploraciones esotéricas que vienen a establecer hipótesis falsas, mezcla de mala fe y poca sutileza, para convencer ingenuos. Hipótesis que afirman elementos técnicos para promover saqueos, a través de cierta aportación financiera directa o indirecta, que a su vez es apoyada por ciertos medios y “pseudo periodistas, empresarios ricos” que son también engranajes de la estructura.
50 años
El país vivió una crisis tras otra durante los últimos 50 años. Se crece resueltamente o se cae vertiginosamente, una y otra vez. Esa extraña duración de cinco décadas significa que se han revelado en la estructura económica un sinnúmero de contradicciones inmedicables, las cuales han llegado al límite, aunque las fuerzas vivas del neoliberalismo actúen para su conservación.
Los esfuerzos incesantes de la población constituyen el terreno de lo adventicio en el cual se constituyen las pujas opuestas que triunfan alternadamente, hasta que comienzan las polémicas ideológicas, económicas, políticas, jurídicas, y se vuelve otra vez al lugar de inicio.
El sindicato macroecolobista consigue trastornar las cosas, identificando cualquier inobservancia para operar, así comienza a visitar los parquets de los medios aumentando el desconcierto y preparando catástrofes más graves.
El sindicato de macroecolobistas, con su abundancia de adoctrinamiento pedante y plétora de ideologismo, subestima las cuestiones sociales, exaltando el elemento individualista que domina estos tiempos, donde votan jóvenes de 16 años que estudian historia por Tik Tok.
Hoy tenemos que soportar a los esperpentos de esta concepción ramplona que vienen a pedir tiempo, vienen a producir conveniencias pueriles de confianza con estulticia, empantanando y estupidizando a una parte de la sociedad, con su corriente de pensamiento provenida de países desarrollados que ellos mismos difunden como muy conveniente para países emergentes.
Lo social
Las clases más vulnerables están atormentadas por una miseria endémica y una desdicha novedosa de la clase media. El estado de opresión espiritual en que se encuentra la ciudadanía sería inexplicable sin el estado de desintegración social de un pueblo abrumado y pasivo, atolondrado por los aumentos del costo de vida.
No se sabe cómo se organizará la derivación de este nuevo experimento, pero es una obligación ciudadana, profesional y académica oponer ideas al sindicato macroecolobista. Es necesario divulgar los riesgos de seguir con este adefesio económico, antes de que sea tarde.
Estamos en las puertas de una crisis financiera y social terminal, por lo cual se debe plantear quiénes serán los privilegiados que la van a ver pasar de lejos y, quiénes van a realizar los sacrificios y llevar los pesos inevitables para poner de nuevo en marcha un país devastado.
Director de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA. Master en Política Económica Internacional y Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @pablotigani