Como en tiempos de macrismo y ahogo presupuestario, la comunidad científica sale a las calles a contar lo que hace y a celebrar la democratización del conocimiento. Entre el 6 y el 7 de abril se realizará “Elijo crecer: Ciencia x Argentina”, el primer festival federal que se llevará adelante en más de 50 nodos que abarcan 100 ciudades.
El reclamo condensado en sus difusiones por redes sociales es concreto: “No podemos quedarnos de brazos cruzados frente a la destrucción del sistema científico y tecnológico”. Bajo esta premisa, para hacer frente a las políticas actuales de gobierno, habrá experimentos, debates, música y conversaciones en sedes ubicadas desde Ushuaia a La Quiaca y desde el océano Atlántico hasta la Cordillera. En CABA, las jornadas tendrán lugar el sábado de 14 a 18 en Parque Centenario y Parque Saavedra, mientras que el cierre se realizará el domingo en el mismo horario, pero en el Parque Rivadavia.
Más allá de que cada jurisdicción le impondrá su propia impronta al evento, hay consignas que unifican los criterios y sirven como paraguas para articular. “Creemos que la ciencia y la investigación son el motor de desarrollo de un país”; “Sentimos orgullo por la ciencia argentina”, se lee en los flyers que circulan. Entre otros imperativos, exigen el cumplimiento de la Ley de Financiamiento de CyT (que implicaba incrementos constantes en las inversiones del área para llegar al 1 por ciento del PBI en 2032), así como también se pronuncian en contra del desmantelamiento del sistema y de los despidos en el Estado.
“Es un festival de comunicación de la ciencia y es político porque hay reclamos muy claros detrás, pero no es partidario”, dice a Página12 Nadia Chiaramoni, investigadora del Conicet, comunicadora y referente de Elijo crecer. En la misma línea Valeria Edelsztein, otra de las divulgadoras de referencia y organizadora, comenta: “Esperamos que venga todo el mundo, es decir, que lleguen todos aquellos que se sientan interpelados por algunas de nuestras consignas y que quieran defender la ciencia y la tecnología nacionales. Queremos que descubran que en el territorio existen un montón de desarrollos que seguro desconocían. Necesitamos que nos hagan preguntas y que se saquen sus legítimas dudas”.
Javier García de Souza, investigador de Conicet y organizador de la sede que abarca La Plata, Berisso y Ensenada, destaca: “El hecho de que sea federal es muy importante porque la problemática es federal. La ciencia, la tecnología, la educación, la universidad corren peligro en cada rincón de nuestro país. Hay trabajadores despedidos, proyectos que han quedado truncos por no tener financiamiento o becarios y becarias que quedaron en la puerta del sistema, lo cual impacta de manera notable en los equipos de trabajo”.
Contar en tiempos de crisis
Al principio, la idea original era replicar Ciencia Paliza, un encuentro que tuvo lugar en 2016 –con fuerte protagonismo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y Filosofía y Letras de la UBA– y que se realizó en rechazo a las políticas científicas durante la gestión de Macri. Sin embargo, en esta oportunidad, a las primeras convocatorias por redes sociales se sumaron cientos de voluntarios y voluntarias de todo el país y así fue como la cita fue adquiriendo un matiz federal.
Según las organizadoras, la iniciativa surgió a partir de un detonante que encendió la chispa a inicios de 2024. En concreto, los primeros despidos en el área fueron realizados a estudiantes que se formaban en el campo de la comunicación pública del conocimiento desde el Centro Cultural de la Ciencia (C3, en Palermo). El programa de becas fue dado de baja y si bien el C3 sigue funcionando, lo hace con las posibilidades recortadas.
Así lo relata Chiaramoni: “A principios de enero dejaron afuera a los copilotos del C3. Para nosotras representó una alarma muy fuerte, un anticipo de que la cosa venía complicada. Como siempre consideramos la importancia de comunicar los trabajos científicos, se nos ocurrió hacer un festival que pudiera comunicarlo”, expresa. Amplificar la voz, que el público que no está muy familiarizado con las actividades que realizan los investigadores e investigadoras pudiera conocer de qué se trata. Asimismo, como una manera de desarmar preconceptos que por estas épocas suelen caracterizar a sus labores. Prejuicios como “ñoquis” o “parásitos del Estado” a los que los haters suelen recurrir en redes sociales y medios.
Edelsztein recuerda que al enterarse de los despidos publicó el tweet “¿Alguien para un nuevo Ciencia paliza?” y mucha gente comenzó a responder de manera favorable. “Armamos un formulario y tuvimos un montón de respuestas de personas que querían hacer algo pero no sabían muy bien cómo canalizarlo. Eran ganas de luchar por la defensa de la ciencia y la tecnología”. Afortunadamente, la voluntad de participar desbordó a las expectativas, puntualiza Chiaramoni. “En una primera convocatoria que realizamos por redes sociales hacia mediados de enero, se anotaron unas 500 personas de todo el país y se nos ocurrió que había que hacerlo federal. A medida que se fueron organizando los nodos, cada vez aparecían más personas que manifestaban su interés. La cosa fue creciendo”, narra.
“Necesitábamos algo bien federal y que no se circunscribiera a las 10 cuadras que rodean el Congreso. De hecho, es el problema que siempre tenemos: si queremos defender a una ciencia nacional, necesitamos que esto sea una movida nacional. De esta manera, contactamos a la gente para ver cómo organizar los nodos y cómo llevar adelante las organizaciones locales”. Al respecto, García de Souza agrega: “Está bueno que se descentralice tanto la producción del conocimiento como su defensa. Que haya nodos repartidos por Argentina hace que justamente en cada rincón haya personas por fuera de la academia que se enteren de lo que está sucediendo y que puedan formar parte de la defensa. Involucrarse en contar de qué se trata”.
Conversar para desarmar prejuicios
La derecha escoge a la producción de conocimiento autóctono que realizan los organismos científicos y las universidades como principal blanco de ataque. Lo que sucede en la actualidad, según los especialistas, tiene raíces en común con el gobierno macrista aunque los acontecimientos se suceden a un ritmo mucho más acelerado. Los hombres y mujeres de ciencia, en pleno 2024, deben salir a contar que su trabajo es importante y justificar, una vez más, para qué hacen lo que hacen. Tienen que comunicar, mostrar el impacto que sus avances y desarrollos tienen para la sociedad.
Edesztein aprovecha y en esta línea se entusiasma al compartir ejemplos. “Queremos que sepan que Argentina es uno de los tres países con un proyecto de centrales nucleares modulares (Carem) cuya construcción acaba de estacionarse por el despido de operarios. Queremos que descubran que somos uno de los ocho países que pueden producir sus propios satélites geoestacionarios; que desarrollamos medicamentos contra el Chagas de los que ningún privado se ocuparía; que somos vanguardia en derechos humanos e impulsamos el Índice de Abuelidad para restituir la identidad de nietos y nietas”.
Quieren que se sepa, por eso cuentan.