Las políticas públicas de retroceso no sólo llevan el nombre y apellido de Javier Milei. También comprueban los números del descalabro en aquellas políticas de fortalecimiento, asistencia y reparación para mujeres y diversidades: tomando como referencia 43 políticas de cuidado, 21 ya fueron desarmadas por derogación o subejecución completa, 15 políticas se encuentran en estado de alerta por inacción o falta de información, y apenas 7 políticas se mantienen vigentes.

Los datos surgen de La cocina de los cuidados, una mesa de articulación intersectorial y transversal formada por representantes de organizaciones sociales, de derechos humanos, sindicatos, iglesias, académicas e investigadoras, funcionarias estatales y legisladoras, “destinada a monitorear las medidas del Gobierno y su impacto en las políticas de cuidado, y a desarrollar acciones políticas y jurídicas de manera conjunta”, explican desde el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), uno de los espacios que integran LCC.

Coordinada por Virginia Franganillo, una de las redactoras del proyecto de ley Cuidar en Igualdad, desde La Cocina enumeran que entre esas políticas en retroceso se contabilizan la falta de envío de alimentos a comedores, la caída del 74% del Plan Mil Días, que garantiza el cuidado de la salud de mujeres embarazadas y de sus hijxs hasta los 3 años; el alcance de la Tarjeta Alimentar, que aunque vigente no alcanza a cubrir las necesidades alimentarias de quienes la necesitan. “Entre las políticas de infraestructura de cuidado, las políticas que ampliaban la infraestructura infantil tienen ejecución cero”, advierten. “Para las personas mayores, las residencias de larga estadía nacionales corren riesgo de ser recortadas a la mitad (de 8 a 4) y no ha habido noticias de la continuidad del Programa Casa Activa.”

El informe subraya que las trabajadoras de casas particulares, aun cuando lograron un aumento, ya no cuentan con el Programa Registradas ni con una multa que castigue a empleadores que no las formalizan. Mientras que el programa Potenciar Cuidados, del que eran parte 143.000 cuidadoras comunitarias, también está en proceso de desarme.

“La subvaloración del trabajo de cuidado se traduce en menos valoración social de la tarea y más pobreza e informalidad, características ya presentes entre quienes trabajan en el sector. Las tareas reproductivas, de cuidado, forman parte de la sostenibilidad económica”, concluyen. “Son tareas centrales para la sociedad, pero siguen sin el debido reconocimiento y están en claro retroceso. Sobre eso trabaja esta mesa. La Cocina quedó en funcionamiento.”