El Complejo Museístico Udaondo de Luján es de las cosas más lindas que tenemos, y también un artefacto de nuestra historia. Nace hace un siglo, en 1923, y se nota que en la fundación andaba Martín Noel, uno de nuestros mayores arquitectos y nuestro mayor artista en el estilo neocolonial. Noel tomó una casa del siglo 18, el cabildo local y algún resto que por ahí quedaba, y creó bellezas convincentes que tienen como partes orgánicas aljibes y cancelas, portones y maderas rescatados de demoliciones crueles. Y qué jardín plantaron...

Pero también había crueldades de la época, como el monumento a un Alferez español, erigido en 1932 en agradecimiento por "defender a esta villa de las invasiones de los indios infieles". Y el azulejo que todavía marca la Colección Gnecco, donada en 1944, que consiste en 37 restos humanos, incluyendo treinta calaveras, robadas de tumbas huarpe. Esta crueldad, robarle a la gente sus abuelos, pasaba por arqueología en esos años, total eran indios.

Pues este miércoles 3 de abril, lluvioso y amañado, de la mano del gobierno bonaerense y de las nuevas generaciones que llevan el Udaondo, hubo un día de justicia.  El gobernador Axel Kicillof y la presidente del Instituto Cultural Florencia Saintout firmaron el acta que le restituye los restos a la Organización Territorial Huarpe Pinkanta de San Juan. Kicillof fue sintético cuando dijo que estaba simplemente cumpliendo la ley para que los restos humanos "estuvieran donde tienen que estar", con los suyos. Y fue un día histórico.

La ceremonia fue en el Salón Cultura del Udaondo y ahí estaban Kicillof y Saintout con el intendente de Luján Leonardo Boto y el referente huarpe Franco Gil. Y estaban sabios de esa Primera Nación y amigos aymara, kolla, mapuches y tehuelches festejando juntos. Entre el pequeño escenario y el público se construyó un espacio ritual para la ceremonia, con ofrendas a los ancestros, al pie de las cajas que contenían sus restos ahora dignificados. Y en la pared colgaban las banderas de esas Naciones.

A las 11.20 arrancó Carina Carriqueo, la cantante, activista cultural y escritoria mapuche-tehuelche con un canto muy significativo. Acompañada con su kultrún, esta Carriqueo cantó un lamento de otro Carriqueo, Francisco, al que el gran saqueador de tumbas Estanislao Zeballos obligó a hacer de baqueano hace más de un siglo. Este Carriqueo tuvo que traicionar las viejas tumbas para no ir al campo de exterminio de la isla Martín García.

Luego se firmó el acta de restitución, con la escribana de la Provincia de testigo, y Kicillof explicó que era un momento histórico porque se cumplía un reclamo justo, se cumplía con la constitución nacional y con la ley. “Este es un hecho fundacional en el marco de una política que vamos a extender a lo largo y ancho de la provincia de Buenos Aires”. Y esto, porque "estas son cosas que no le pertenecen a los museos, cosas que tienen que estar donde tienen que estar, descansando con los suyos".

Saintout destacó que las Primeras Naciones mostraron "una enorme resistencia, mantuvieron el orgullo por sus raíces, por sus identidades, por su arte y por su propia existencia”. Cuando esa historia “se une a la decisión de un gobierno popular que piensa que hay que poder narrar la identidad y decir quiénes somos con quiénes fuimos previamente, habla de una Provincia pluricultural, de una identidad que está hecha de todas esas diversidades e historias. No se trata de reconciliación, ni es con olvido. Es con memoria, justicia, reparación, paz y lucha”.

Franco Gil tocó un tema que a varios les daba vuelta por la cabeza, que por coincidencia el acto de restitución creaba un enorme contraste con los elogios del presidente Javier Milei a Roca en las ceremonias del dos de abril. “Es muy fuerte para nosotros poder hacer esta reparación histórica en un contexto en el que están avasallando nuestros derechos, están destruyendo las instituciones que los tienen que defender y aplicar. Estos derechos están en la Constitución Nacional, en las leyes, pero de qué vale si no hay políticas públicas que los lleven adelante”.

“Como pueblo huarpe queremos agradecer al gobernador y celebrar esta reparación histórica. Es difícil explicarlo en palabras. Decimos que la manera de entenderlo es vivenciar. El día que nos toca partir no vamos a cementerios, vamos al sitio sagrado, al lugar donde fuimos presentados cuando nacimos. A lo largo y ancho del territorio están los sitios sagrados, los huesos de nuestros ancestros descansando ahí”.

Y luego fue la ceremonia. Un guía espiritual de los huarpe con una voz notable entonó un canto invocando a los ancestros, intimándolos a escuchar a sus descendientes y enterarse de que volvían a su tierra. El oficiante se iba sacando ritualmente los ponchos que vestía, uno arriba de otro, mientras su familia iba ofreciendo agua, hierbas, humos aromáticos. Nadie pudo dejar de notar una niña de diez años que, con toda seriedad, acompañaba los pasos del ritual. Las ofrendas, los cantos, iban dirigidos a las cajas plateadas donde descansaban los restos.

Y luego, espontáneamente, comenzaron los demás a saludar a los ancestros. El mapuche Oscar Farías, los quechua Cantuta Killa y Wari Rimachi, Carriqueo, las también mapuche tehuelche Victorina Antieco y Miriam Pilkín fueron haciendo sus cantos entre otros varios referentes. Y al final arrancó la poderosa banda de los Aymara Bonaerenses, con sus tambores y sikuris.

Fue una despedida con todo.

La historia

La Organización Territorial "Huarpe Pinkanta" agrupa a catorce comunidades indígenas de la provincia de San Juan. Ellos recibieron los restos robados de 37 personas, incluyendo cinco cuerpos completos y 30 cráneos. El destino final está en la Comunidad Huarpe Las Chacras, en el Departamento de Caucete, a 160 kilómetros de la ciudad de San Juan. Serán enterrados en un sitio sagrado donde se encuentran otros ancestros y caciques referentes.

La restitución fue un trabajo importante, no un simple recorrido por un catálogo. Participaron por el Instituto Cultural la Dirección Provincial de Coordinación de Políticas Culturales, la Dirección de Diversidad y Prácticas Identitarias, la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural y el Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo”. Y también el Consejo Provincial de Asuntos Indígenas de la Subsecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia bonaerense, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas y el Programa de Arqueología histórica y Estudios Pluridisciplinarios de la Universidad de Luján.

El origen fue un informe sobre la siniestra colección Gnecco realizado entre 1997 y 1999 en el marco de un Proyecto de Extensión de la Comisión de Investigaciones Científicas radicado en la Universidad Nacional de Luján. Luego siguieron años de trabajo con las comunidades para saber cómo hacer este hecho inédito en la provincia, la restitución.