El miércoles, un hombre atacó a puñaladas a su pareja en Merlo: Matías Alejandro Guiñazú asesinó a Soledad Ibañez y amenazó con suicidarse en presencia policial. El video con el tira y afloje entre él y las fuerzas de seguridad llegó en tiempo récord a la televisión, incluso antes de que la madre de la víctima llegara al domicilio de su hija y pudiera preguntarle a un cronista: "¿es verdad que la mató de 25 puñaladas?". Y sí, era verdad.
Según el Observatorio "Ahora que sí nos ven" de las violencias de género, hubo un femicidio cada 29 horas en lo que va del 2024. Las estadísticas son elaboradas a partir del análisis de medios gráficos y digitales de todo el país, lo que habilita a pensar que las cifras reales son peores, que los medios no dejan de informar sobre estas violencias pero que la sobreinformación, sin la perspectiva de género en la que tanto se ha insitido a la hora de comunicar (por ejemplo preservando a una familiar directa de la persona asesinada sin el morbo de televisar la noticia), no hace nada por prevenir estas violencias.
Solo en febrero, hubo 23 femicidios, 32 intentos de femicidio y 4 intentos de femicidios vinculados. El 39 por ciento de los femicidios fue cometido por las parejas y el 24 por ciento por ex parejas de las víctimas. El 36.7 por ciento de los femicidios ocurrieron en la vivienda de la víctima y el 28,6 por ciento en la vivienda compartida (como era el caso de Soledad). En enero, organizaciones como el CELS y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), le solicitaron ua audiencia a la ministra Pettovello para conocer los ejes de su gestión en relación a la violencia por razones de género y la prevención de los femicicios y transfemicidios. Nadie respondió.
La visibilización de la violencia machista abrió un debate con cierto grado de consenso social sobre su condena, la necesidad de una justicia transfeminista y la importancia de las políticas públicas de las últimas décadas, pero ahora parece avalada por un gobierno misógino que niega su existencia y se amplifica en su ensañamiento cuando una militante de HIJOS es atacada en nombre de LLA. "En lo único que devino esta agenda del feminismo radical es en una mayor intervención del Estado para entorpecer el proceso económico”, dijo el presidente en el Foro de Davos, desconociendo que las tareas que cumple un empleado público que, por ejemplo, asiste a una víctima de violencia cuando atiende la línea 144 o hace cumplir la Ley de Educación Sexual Integral, no las hará el mercado.
Hace unos días, el periodista Esteban Trebucq dijo La Nación+ más que el gobierno actual desenmascaró la ineficiencia de la línea 144, que no había seguimiento de las denuncias por parte del Ministerio de las Mujeres, que tenía mil empleados, con la indignación de Debora Plager que agregó cuántas víctimas se podrían haber evitado. Cabe preguntarle a este tipo de periodismo rapiña cuánto han hecho por estas violencias en sus trayectorias, y cuánto dirán de la cantidad de víctimas que se cobra un gobierno negacionista y represor. El tiempo dirá. Petovello todavía puede responder a las organizaciones preocupadas por la desidia libertarias.