Engaño al Panóptico es un bello libro pocket, que pertenece a la editorial Las Desenladrilladores). Esta empresa viene remando en alquitrán desde hace unos quince años en este muy difícil mundo de editoriales, imprentas y librerías. Fruto de tamaño esfuerzo es la gran variedad de títulos y nuevos autores lanzados al mundo de la literatura, tales como Anahí Ferreyra, Margarita Roncarolo, Dafne Mociulsky, Sol Fantín, Eli Neira, Sebastián Lemmi, Carolina Dandois, Lionel Celaya, Úrsula Marina, Guillermo de Posfay, Juan Spinetto, Marianela Saavedra, Luciano Deraco, Diego Seoane, Alejandro Raymond... A ellos hay que sumar a Matías Carnevale, Álvaro Praino, Valeria Medina, Carlos Crosa, Ramón Minieri, Carlos Dariel, Fabián Viqué, Ignacio Camdessus, y tantos más que están tipeando el teclado con enérgica ilusión... ¿Quién de ellos podrá sorprender el día de mañana con alguna obra capital que se entronque en la lista de nuestros mayores?... Tiempo al tiempo, Dios dirá.

Por ahora, este Engaño al Panóptico suma otras tres promesas en sus autores. Ellos son Gabriel Bianco, Alejandro Miguez y Cristian Alejandro Nobile. Los textos cuentan con el apoyo de bellas ilustraciones de Sofía Lino.

Ya en el prólogo, de modo franco, se dice que “regresar a aquello que se vivió es una forma de construir cada interior, es una forma de resolver aquellos enigmas existenciales que nos hacen preguntar una y otra vez sobre quiénes somos y de dónde venimos”. El volumen está ordenado en cinco partes: Amanecer, Mediodía, Atardecer, Anochecer y Desvelo. En cada una de ellas, los autores hacen su encapsulada propuesta.

“Ave” es el texto que abre el libro. Su autor, Alejandro Miguez, se mete en la piel de una víctima de los vuelos de la muerte. Luego le sigue “Se vende”, incursionando en las dificultades primarias del sexo. “Tirada” tiene como escenario el campo, donde el tema es la sorpresa de hallar el cuerpo de una mujer asesinada. “La pelota”, relato muy breve, sintetiza la fatalidad de morir fácilmente en manos de la suerte. “Tarde”, que es la continuación de “La Pelota”, podría entenderse como una venganza de la vida.

Los textos de Gabriel Bianco casi que se centran en la infancia. “Primer amor” describe la emoción de un chico al poseer la primera bicicleta. “Veinte” se refiere a la muerte accidental de una hermana que lleva al descubrimiento de la fatalidad súbita, inesperada, quizás mejor “no esperada”, a una edad en la que el hecho no se piensa, ni se habla, ni existe. “Era muy chico para entender que la muerte no sólo toma mate con los ancianos, sino también con jóvenes de veinte años”. “La Lección” cuenta una fuerte paliza sufrida por el relator, por parte de los compañeritos de la escuela primaria. La maestra nunca supo que ella había sido la causa provocadora. “La Noche que antecede al Amanecer” se detiene en el amor adolescente. “18” narra la edad en que muere Camila, la gata de la familia; es un texto que por su ternura hace blanco en todos aquellos que han tenido una mascota querida, y más, como en este caso, si es recogida en la calle.

El primer cuento de Cristian Alejandro Nobile, “Rondeau 1738”, se mete con las relaciones y el desorden. “Adolescencia” va más allá e intenta un homenaje al cine del español Almodóvar. En “Cosas de Chicas” suena la bella música de Glenn Miller y, como reza el título del cuento, el remate lo cumple la hermana del protagonista al sufrir la primera menstruación, bailando, justamente, el tema “De buen humor”. “El Jardín de las Babosas” describe a un chico que se las come. El relato “Chapadmalal”, trata del avance tecnológico y un viaje de egresados del séptimo grado a dicha playa. Tan emocionado está el narrador al conocer el mar, que se tira al agua totalmente vestido. Se dice que el complejo turístico había sido inaugurado por el general Perón en 1954. En lo personal, este relato me sensibiliza mucho, porque allí mismo nos llevaron a veranear cuando estaba pupilo en los institutos de menores. Y también tuve la misma sensación de alegría al zambullirme en las olas por primera vez. “Perfume vespertino” trata de la importancia social de perfumarse. “Idem” participa de las relaciones adolescentes. “Jehová” le sirve al autor para memorar los barrios de la infancia. “Zoom” es el relato más extenso del libro y quizás el de mayor propuesta; es una invitación a recorrer el barrio de Constitución, conocer sus vagos y atorrantes y el enigmático clima irrespirable que allí conspira tenebrosamente. De todos modos, hay una reivindicación que permite ver luces al final del túnel.

 

En “El enigma de Edward Fitzgerald”, Borges dice que “toda colaboración es misteriosa”, sugiriendo, quizás, que dicha colaboración tuviera como logro “que uno supiera del otro y fueran un solo poeta”. Este virtuoso libro, Engaño al Panóptico, sin duda que es la prueba cierta.