El gobierno enfrenta una pulseada clave para su futuro político en las próximas semanas. Se trata de la presión del sector agroexportador por una nueva devaluación para liquidar una cosecha que promete alcanzar 100 millones de toneladas entre soja y maíz. La venta de la cosecha gruesa es fundamental para que el oficialismo acumule reservas, necesarias para levantar el cepo cambiario y moderar la caída de la actividad económica y los ingresos reales de la población cuyo apoyo social no es sostenible a mediano plazo en un continuo deterioro de las condiciones de vida.
Pero los empresarios exportadores sostienen que el valor del dólar ya se ubica cercano al que regía cuando asumió Milei, ya que la fuerte inflación de los últimos meses se comió la mayor parte de la devaluación con que se inició la gestión libertaria. Así, Gustavo Idígoras, presidente de la cámara de los empresarios aceiteros y del centro de exportadores de cereales exigió “un salto devaluatorio o menores derechos de exportación” para que la cosecha salga de las silobolsas.
La posibilidad de que reduzcan las retenciones es casi nula si se tiene en cuenta la prioridad que el oficialismo da a alcanzar el equilibrio fiscal. Dicha medida contaría con la desaprobación externa del FMI cuya burocracia no ve con buenos ojos que el costo del ajuste sea pagado exclusivamente por la base de la pirámide social, exigiendo que parte de la cúpula - donde se ubican los agroexportadores- colaboren en el esfuerzo. Por su parte, si el gobierno cede y produce un nuevo salto en el dólar, la inflación volvería a acelerarse y las condiciones económicas y los ingresos reales de la población a deteriorarse. Una perspectiva que podría acabar con la licencia social con que aún goza la actual gestión, acelerando su deterioro político.
Frente a dicha situación, los funcionarios de economía intentan convencer a los agroexportadores de que el dólar no se va a devaluar ya que se encuentra en un nuevo valor de equilibrio. Según el relato oficial, el fuerte ajuste del gasto y la licuación de los pesos por la elevada inflación con baja en las tasas de interés, hace que la demanda de dólares se reduzca y la gente tenga que vender sus ahorros en dólares para llegar a fin de mes. Esa situación explicaría que el dólar paralelo se haya mantenido estable, dando muestras que el valor de equilibrio del dólar hoy es mucho menor que el que regía al asumir Milei. Así, el futuro levantamiento del cepo no implica una devaluación, sino incluso una posible apreciación del peso frente a la moneda norteamericana.
Pero la estabilidad cambiaria lograda por Milei tiene bases muy precarias. La acumulación de reservas de los primeros dos meses de gestión (ya que se estancaron desde comienzos de febrero) se logró en un contexto de brutal ajuste de la actividad económica y los ingresos de la población, pero que además se apoyó en el cepo para limitar los pagos de importaciones, los gastos de turismo y los pagos con tarjetas en el exterior. Así y todo, el Banco Central debió emitir unos 9000 millones de dólares de deuda con importadores que se acumulan a los ya exorbitantes pagos de deuda externa que deberá empezar a enfrentar a partir del año próximo. ¿Dónde se iría el dólar si se relaja el cepo y el ajuste sobre la actividad y los ingresos reales? ¿Cuál es su valor de equilibrio cuando empiecen a caer los vencimientos de la abultada deuda externa?
@AndresAsiain