En contadas ocasiones, ciertas canciones y discos que escuchamos parecen habernos escuchado a nosotros mismos.
“Sexistas, homofóbicos y racistas no son deseados” retaba Kurt Cobain a su público. Y a su vez, frágil, hablaba de la necesidad de “un amigo fácil” (poco importa si la letra estuviese inspirada en una chica o no). Ese es su ruego al comienzo del último disco de Nirvana —la voz devastada, los flecos de rubio teñido sobre los ojos, la escoliosis agravada por el peso de la guitarra—, en “About a girl”. Esa canción de ayuda que pide “alguien que me oiga” (I need an easy friend / With an ear to lend).
El MTV Unplugged in New York es un álbum póstumo que se pasea entre canciones sobre prevención del HIV y las adicciones como “Come as you are” y que casi al final, en “All apologies”, nos entrega el desgarro final: “¿Qué más debería ser, qué otra cosa podría decir?. Todo el mundo es gay. Todas las disculpas…. casados, enterrados… al final es todo lo que somos”.
Adelantado a su tiempo, recreación de sus mejores canciones, reinvención del sonido del grupo y sin duda de la música que vendría, ese disco final de Nirvana vio la luz apenas meses después de que Cobain se suicidara un 5 de abril de 1994. Es una obra representativa del músico que, hace 30 años, cambió para siempre a todas las generaciones que vendrían. Que se subió a un escenario vestido de mujer, se besó en público con sus compañeros de grupo, eligió lo femenino y lo acústico antes que un rock machista y misógino. Y contó y cantó las cosas que nadie más nombraba.
La década del 90 antes de Nirvana: no fun
El inicio de los años 90, durante el breve pero notable auge de Nirvana, estuvo marcado por una serie de eventos que vale la pena destacar. En 1992, Mike Tyson es condenado por violación, Jeffrey Dahmer se declara culpable de quince asesinatos y crímenes sexuales, Freddie Mercury fallece a causa del sida, una enfermedad que se había convertido en la principal causa de muerte en hombres de 22 a 44 años en Estados Unidos.
En cuanto a la música, especialmente en el ámbito mainstream, se vivía un momento similar. Una saturación machirula de rock pesado representado por bandas como Guns N' Roses (con quienes Cobain tuvo una disputa) y Metallica. Si la música, en particular el rock, pudiera personificarse como una sexualidad, plena de deseo y erotismo, el panorama de la música pop parecía más bien un cuerpo célibe: machista, asexuado y neurasténico. Como cantaba Iggy Pop, era "No fun". Sin embargo, todo cambió con la irrupción de Nirvana.
Kurt Cobain catalizó toda una corriente musical que existía pero no se nombraba, rindiendo homenaje a los antecedentes de Nirvana a los que tanto debía el grupo: Pixies, pero también Husker Du y The Replacements. Además, Cobain tomó el punk, pero fue más corrosivo, político y revulsivo que el nihilismo de aquel movimiento.
Kurt Cobain: dios es gay, el beso subversivo y misoginia argentina
En 1992, con el lanzamiento del disco recopilatorio Incesticide, el mensaje de Kurt Cobain fue claro: "Si alguno de ustedes odia de alguna manera a los homosexuales, a las personas de diferente color o a las mujeres, por favor hágannos este favor: ¡déjennos en paz! No vengas a nuestros shows y no compres nuestros discos". La tapa del álbum muestra de manera prominente una amapola, aludiendo a la lucha de Kurco con la heroína. Las subsecuentes versiones del álbum omitieron este texto en la portada
Apenas unos meses después, Kurt Cobain prefirió ser la portada de la revista sobre temas LGBT, The Advocate, en lugar de aparecer en Rolling Stone, revista a la que confesaba detestar. En esa entrevista, relató que siempre se había sentido "gay en espíritu", una declaración valiente que también jugaba con el título del hit que los había catapultado a la fama,"Smells Like Teen Spirit".
Cobain también menciona lo emocionante que fue para él ver en vivo a Village People y recordó las pintadas y grafitis que solía hacer en las calles de su ciudad natal, Aberdeen, con la leyenda "God is gay" (Dios es gay). Se define como una persona "absolutamente femenina" y comparte una experiencia personal e íntima: "Una vez que en mi pueblo me etiquetaron como gay, me sentí libre para ser un 'freak' y hacerle saber a la gente que deberían alejarse de mí. Soy gay, así que ni siquiera me pueden tocar.
Si alguno de ustedes odia a los homosexuales, a las personas de diferente color o a las mujeres, por favor hágannos este favor: ¡déjennos en paz! No vengas a nuestros shows y no compres nuestros discos.
Cuando debutaron en Saturday Night Live, el programa más visto de Estados Unidos, Kurt, el baterista Dave Grohl y el bajista Krist Novoselic se besaron entre sí. Repitieron este gesto una y otra vez en vivo durante casi todas sus giras. Este beso subversivo, ya fuera un momento absurdo, una muestra de felicidad (gay), quedó grabado en la memoria de millones de televidentes.
En 1992, durante la única presentación de Nirvana en Argentina, en pleno auge de la banda, la banda femenina Calamity Jane, que abría los recitales, sufrió una terrible violencia por parte del público, especialmente masculino. Fueron abucheadas, les lanzaron objetos grandes, las escupieron e incluso les mostraron sus genitales mientras ellas intentaban dar su show. Cobain y sus compañeros, que estuvieron a punto de cancelar su presentación como represalia, decidieron no tocar sus éxitos más conocidos como forma de expresar su desagrado ante la actitud del público. En pocas palabras: Huele a público misógino.
Un Nirvana de iluminación trágica
En sus últimos días, como se puede apreciar en los videos del MTV Unplugged, el rostro de Kurt Cobain era lozano y hermoso, pero no mostraba ni una sonrisa . Su cuerpo, esa figura delgada, desalienada y sensual, parece una pintura de Egon Schiele: mitad ominoso, mitad erótico. En ese show final, optó por un arreglo floral que él mismo eligió, como una figura trágica y romántica del Sturm und Drang que se lleva flores a su propia tumba.
Goethe, en vida, dijo sobre Werther, el famoso personaje de su novela que se suicida siendo muy joven, que "sería raro que cada época no tenga su propio Werther". Acaso Kurt Cobain fue esa figura trágica y romántica de la posmodernidad. Sintió que se había "vendido al sistema". "A veces tengo la sensación de que tendría que fichar antes de subir al escenario. Lo he intentado todo para que eso no ocurriese", dice en su nota de suicidio.
La posible bipolaridad de Cobain, tal vez hereditaria dado que dos tíos suyos se suicidaron, también se reflejaba en sus canciones, que nacían hermosas y tristes al mismo tiempo. Como en “Dumb”: “Creo que soy tonto / o tal vez solo feliz”. Como en el cancionero de canciones para grandes de María Elena Walsh (“Mírenme, soy feliz, entre las hojas que cantan”), Cobain cultivó letras alegres con melodías tristísimas, compuestas en escalas en modo menor.
Kurt Cobain, de los últimos días a hoy
"Cuando escuché 'Positively 4th Street', pensé: 'Dios mío, se puede escribir sobre cualquier tema en las canciones'. Fue una revelación", comentó Joni Mitchell al referirse a la canción de Bob Dylan. Según la periodista Cecilia Absatz en el documental de Canal Encuentro sobre “Algo contigo" de Chico Novarro, la canción “trajo algo que no existía: un amigo enamorado de una amiga. Fue provocativo e introdujo un nuevo sistema de vínculos”.
Por otro lado, Frank Zappa fue existencialista y cartesiano: “A los 15 años fui a ver la película 'Blackboard Jungle', donde sonaba Bill Halley haciendo rock y los protagonistas eran adolescentes. Pensé: 'Hicieron una película sobre nosotros; entonces existimos'”.
Kurt Cobain logró ese cambio sísmico hace más de 30 años, cuando estalló el disco Nevermind. Con o sin marco teórico, su intención de no ser “normal” era algo declarado y que lo relaciona con la “teoría queer”: el rock no precisa identidad. Y el corset de los géneros (musicales), solo constriñe.
El periodista y escritor John Hamburger expresó en el artículo Kurt Cobain was a grunge icon. He was also a gay rights hero" para el Washington Post lo significativo que fue para él, como adolescente gay, la aparición del grupo: “Los gestos pro-gay de Nirvana y su sonido iconoclasta fueron notables en la música popular. Las bandas de rock que rompían guitarras en MTV eran sumamente machistas, e incluso Bob Mould de Hüsker Dü no había salido del closet. La idea de que se pudiera hacer música agresiva, dura y ruidosa y ser un aliado de la comunidad gay fue revolucionaria.”
En el cuento "La navidad de un yonki" de William Burroughs (uno de los ídolos de Cobain), el protagonista, un adicto a punto de inyectarse su última dosis, decide dársela al chico del cuarto de al lado, que sufre de cálculos renales. Después de que el chico se inyecta, el protagonista experimenta un subidón, como si fuera él quien se hubiera drogado, y exclama: "I must have scored for the immaculate fix", algo así como "debo haber conseguido la dosis perfecta". ¿Qué fue lo que ocurrió en realidad? ¿Fue solidaridad, tal vez la hoy tan nombrada y casi gastada "empatía"? Quizás Kurt Cobain, al brindar su mirada a comunidades blanco de discriminación, a quienes sufrían en la habitación de al lado, también experimentó su dosis perfecta y final.
Los gestos pro-gay de Nirvana fueron notables en la música popular. Las bandas de rock que rompían guitarras en MTV eran sumamente machistas. La idea de que se pudiera hacer música agresiva, dura y ruidosa y ser un aliado de la comunidad gay fue revolucionaria.
El costo fue caro. Muchos, muchísimos, han crecido escuchando sus discos y canciones en sus habitaciones. Y pudieron salir a contarlo y cantarlo, formando sus propias bandas para crear canciones que se escucharán y existirán en otras habitaciones. O, como dijo Kurt Cobain: “¿Qué más debería ser, qué otra cosa podría decir? Al final es todo lo que somos”.