”Florencio Sánchez construye metáforas fundantes, tanto del sujeto social como de nuestro ser nacional”, afirma el actor, director y psicoanalista Alfredo Martín, autor de Abandonemos toda esperanza, versión libre de En familia, obra del dramaturgo uruguayo reconvertida en comedia dramática de ritmo vertiginoso y humor oscuro. Escrita en 1905, la pieza muestra a una familia burguesa en la miseria, con un padre jugador compulsivo a la cabeza. Un individuo que, según analiza Martin en la entrevista con PáginaI12, “se moldea en vicios e impostura, ante los requerimientos de una sociedad cuya cruel demanda, lo oprime y lo corrompe”. Es por esto que, según el director, la miseria que acorrala a la familia “no es solo financiera sino sobre todo moral y ética”. En familia contiene, según apunta Martín, “un planteo profundo y contemporáneo sobre la condición del alma humana, y esa puja constante e irresuelta entre el individuo y la cultura, que magistralmente desarrolla Freud en El Malestar en la cultura”, completa.
Interpretada por Nicolás Barsoff, Julian Belleggia, Marcelo Bucossi, Cinthia Demarco, Mariano Falcón, Julia Funari, María Fernanda Iglesias, Luciana Procaccini, Gustavo Reverdito y Lorena Szekely, la puesta de Martín hace foco en los esfuerzos que realiza esta familia para sostenerse en las costumbres del pasado, tratando de cubrir las apariencias. “Los personajes se han aferrado con uñas y dientes a una identidad ya pasada, en la cual enriquecerse termina siendo una aventura de riesgo, un fraude, una apropiación por fuera de la ley”, subraya Martín, quien también realiza un análisis desde su segunda profesión: “desde lo científico y lo médico, aparece una nosología psiquiátrica de época prepsicoanalítica, marcada por el prejuicio y la estigmatización”, dice en relación a Eduardo, el hijo diagnosticado como “neurasténico” quien tiene, en esta versión, una comprensión aguda de lo que ocurre en su familia aunque no sepa cómo accionar al respecto.
–¿Qué cambios definen a esta adaptación libre? Hay dos personajes nuevos, hay cambio de época…
–Se trabajó con la idea de establecer un ida y vuelta, una linea de tensión, entre la degradación de la familia por un lado y su correlato social por otro. Esa célula original de lo social: la familia, que se propone crecer en el amor y la confianza, puede convertirse en un corral siniestro, donde no hay límites para aprovecharse del otro. Y decidimos ubicarla en los años 30, conocida como la época de “la gran depresión”, por ser particularmente revulsiva con fraude electoral, golpe de estado, caída de las instituciones, crisis económica y levantamiento de la prensa contra el gobierno, entre otras cosas. Nos parece que funciona como un reflejo más ostensible de la crisis socio política y moral de nuestro país. La crisis de 1905, año en el que se escribió el original, marca una encrucijada, de la cual aún hoy no podemos salir como país, lo cual imprime un dato de actualidad a la pieza.
–¿Cómo son los personajes nuevos?
–Asunción, la sirvienta de toda la vida, (criada desde los 14 años) quien es explotada por todos de diversas maneras y Antonio, el cafishio, una especie de secretario que trae los negocios turbios ( en este caso relacionados con la prostitución). Ambos son personajes aledaños a la familia, que permiten introducir miradas desde el afuera para con un adentro en plena descomposición.
–¿Cuál es esa “clase social perfectamente definida de vividores y garroneros”?
–Esto lo plantea de una manera lúcida y decidida Florencio Sánchez, como una segunda naturaleza, una nueva clase social de “vividores profesionales”. Se define como un binomio, entre los estafadores: aquellos a los que se les ha formado un callo y pueden sostener las apariencias a cualquier precio porque han adoptado el cinismo, como un arma. Y los estafados, que son los honrados y pobres ciudadanos, esos perejiles cuya creencia en el prójimo y en los ideales, los lleva a trabajar, agarrar la pala y pisar el palito. Así queda conformado ese cuadro tan conocido, la llamada “doble moral”, tan cara y visitada por nosotros, desde nuestra condición de intelectuales o artistas al ciudadano común. De ese estamento a la corrupción y a la actual grieta de este bendito país, hay solo un pequeño paso. O sea que aquí ya están delineadas las bases de ese problema sustancial y existencial, que hoy nos está interpelando.
–Abandonemos toda esperanza es la frase que aparece en las puertas del Infierno, según Dante. ¿A qué infiernos alude el título de la obra?
–El primer infierno es sobrevivir aparentando, en medio de la miseria, el hambre y el desorden; con un padre jugador compulsivo y una madre que enuncia la desgracia pero no resuelve, con lazos afectivos totalmente distorsionados. No se puede admitir que ese juego enfermo no es solo el del padre, (futuro ludópata para el DSM IV Manual de trastornos mentales y de la conductas) sino que todos están jugados a un destino ciego, poniendo el cuerpo con total desmesura, apostando a un futuro donde el azar se entrecruzará con la tragedia.
–¿Y el otro?
–El otro infierno es aquel que se basa en alojar la esperanza solo como una virtud, (tal como se imparte desde la religión) sin cuestionarla, sin pensar que también puede ser un vicio, en la medida que se remita a una ilusión que justifica y favorezca una espera sin acción. La esperanza así entendida puede conducir a la inercia. Una voluntad adormecida que se enuncia bien dispuesta mientras mira por la ventana, esperando la llegada de una salvación que se trocará en tragedia. Bienvenidas entonces las palabras oportunas de Nietzsche, para intentar comprender estos tiempos tan complejos como oscuros.
* Abandonemos toda esperanza, Teatro Andamio ‘90 (Paraná 660), domingos a las 20.