Estimadísimes lectoris:
No sé si coincidiréis conmigo, pero no puedo ni quiero dejar de expresar un sentimiento que se hace certeza delirante al revisar las sensaciones, percepciones y funciones biológicas varias, propias y ajenas: el desgobierno desaforado de su graciosa Tujestad y su gabinete de clanes clonados fenecidos nos está dañando, tanto en lo singular como en lo colectivo, así en el cuerpo como en la mente, y, para quienes crean en él, también en el espíritu.
No me refiero solamente a la ligereza con la que toma una epidemia como la del dengue, donde parece que fuera un aliado de los mosquitos y dijera, con un muy libertario sentido de la vida: “Si dos seres pactan libremente que uno pique al otro, le extraiga parte de su sangre y a cambio le transmita un virus como forma de pago, no tenemos por qué intervenir en un contrato entre particulares”. Tampoco me refiero solamente a la sardónica expresión –más digna del Joker que de un presidente electo, que debería defender a sus conciudadanos– con que se refiere a los despidos, al cierre de alguna empresa, al desempleo, a la recesión, a la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, al desguace de los derechos en general. Puedo sumar a esto la diarrea verbal en la que incurre cuando se refiere a los seres de clase media, a los trabajadores, a los políticos, a los artistas, a los gobernadores, a los sindicalistas, y a tantos más, con alusiones sexuales siempre agresivas, violentas, y amenazas expulsivo-explosivas de sus (de él) respectivos esfínteres hacia el cuerpo humano de los antedichos.
Adicionemos la eterna persecución de la indefinible "casta", la entrega constante del patrimonio nacional envuelto para regalo, la inflación extragaláctica y la recesión abismal vendidas como “lo que nos va a permitir salir de la crisis dentro de 45 años”. Y la estrambótica defensa del capitalismo financiero (o sea, el capitalismo imaginario), donde se reemplaza la producción por la fantasía de que la plata se reproduce sola, y el que no tiene es porque no le dio el presupuesto para comprarse una buena varita mágica y una galera ad hoc.
De postre, la profunda campaña mediática con la que logró que gran parte de la sociedad creyera que es más importante saber elegir una cerveza que un presidente, y otra parte encontró su identidad y su familia en el odio que le permite fogonear su propio sufrimiento con tal de facilitar el ajeno. Y todes elles terminaron votando por el daño profundo, con la ridícula esperanza de que no los incumba. ¡Jaaaaaa...!
Todo eso sumado explica solamente parte del daño que nos está causando. Porque nos está transmitiendo, todo el tiempo, que ellos son la única salida, que cualquier otra alternativa sería peor, que aunque el presente sea una porquería ya lo sé, el futuro será una porquería pero nadie se va a enterar. Porque quien quiere defender sus derechos es un orco y no parece merecer esos derechos. Porque miente de una manera que haría palidecer al mismísimo Goebbels. Porque nos impone que lo malo es bueno y lo bueno es malo. Porque niega, reniega y deniega la ley. Y eso nos confunde perceptiva, sensitiva y biológicamente, y nos deja indefensos tanto singular como colectivamente.
El cuerpo humano, eso que somos cuando no nos dedicamos a mirarnos el ombligo y autopercibirnos Narciso, es el producto de siglos y siglos de aprendizaje. Entre otras cosas, tenemos herramientas para defendernos cuando nos atacan. Podríamos llamar, a esa defensa, sistema inmunológico, básicamente formado por células “con memoria”: los linfocitos y unas proteínas llamadas "inmunoglobulinas", más conocidas como “los anticuerpos”.
Linfocitos y anticuerpos son “educados, formados, capacitados” para defendernos. Cuando se topan con algo extraño que nos podría hacer mal, guardan un rasgo de esa cosa en su memoria, y la próxima vez que esa cosa nos ataca, están listos para defendernos. La base de muchas vacunas es meternos solamente la partecita que estimula la memoria, que permite el reconocimiento de eso que nos hace mal.
También pueden reconocer cuando una parte de nuestro propio organismo se volvió loca o peligrosa, y atacarla. Pero, a veces, no. Cuando no pueden reconocerla y esa parte enloquecida sigue creciendo y creciendo sin que nadie la detenga, nos enfermamos, por ejemplo, de “neoplasias”, que es el nombre científico de los tumores malignos. Cuando, al revés, se creen que están siendo atacados por algo que en realidad es parte de nuestro organismo y anda bien, van y lo atacan, y se desarrollan las así llamadas “enfermedades autoinmunes” (como el lupus, la artritis reumatoidea, la fibromialgia, y tantas otras).
Es muy importante que nuestro sistema inmunológico esté bien capacitado, formado y alimentado, porque es muy dañino que una “proteína de seguridad” vaya y les diga a los anticuerpos que cada vez que vean un glóbulo rojo circulando lo hagan subir a la vereda, y que, si no hace caso, le peguen o le tiren un balazo; o que diga que nuestras células musculares son orcos o zurditos; o que una de nuestras células del intestino grueso se crea neurona, se lo haga creer a las demás y decrete que hay que escupir a los alvéolos que no sigan a pie firme sus caprichos.
También es sabido que nuestro cuerpo y nuestra mente son una sola cosa, profundamente interconectada. Y “lo que viene de afuera” (las noticias, los tuits, los fakes) afecta a “lo que está adentro” y viceversa (por ejemplo, el hambre, la angustia , la tristeza, afectan a nuestra conducta hacia el mundo exterior).
Cuando un desgobierno planificado confunde a nuestra neurona, también confunde a nuestros linfocitos. Cuando nos mete el perro muerto, las fuerzas del cielo y el capitalismo imaginario financiero, nos hace creer en cosas que no hay, y descreer de las que sí. Cuando nos mienten, le mienten a nuestro estómago y confunden a nuestro páncreas. Y nuestra inmunidad... se vuelve loca. Nos bajan las defensas, y nos volvemos más vulnerables a cualquier cosa que nos ataque. O nos atacamos a nosotros mismos. Nos enferman.
Cualquier parecido con la realidad política actual es pura biología.
Sugiero acompañar esta columna con el video ( estreno) “Libre” de Rudy-Sanz, parodia de aquel legendario tema que interpretara Nino Bravo hace ya alguna década: