El gobierno te odia

La historia del puertorriqueño Christopher Gregory-Rivera es singular pero guarda inquietantes similitudes con lo que ha ocurrido en América latina en general, nuestro país incluido. Cuando era estudiante de secundaria, alrededor de 2005, se involucró en los movimientos estudiantiles que luchaban contra los aumentos de las matrículas universitarias. Su madre no estaba contenta. “Ella decía: ‘Cuidado, te van a carpetear’, lo que significaba que la policía iba a abrir un expediente contra mí”, explica Gregory-Rivera ahora. Y es que, según pudo averiguar luego, el Departamento de Policía de Puerto Rico creó desde los años setenta y miles y miles de expedientes que contenían información personal detallada sobre miembros de grupos políticos que las autoridades consideraban “políticamente subversivos”. Los archivos se conocen como “carpetas” y contienen cartas, fotografías y objetos personales que trazan un retrato íntimo de la persona vigilada. Durante más de seis años, Gregory-Rivera ha estado documentando estos objetos y archivos como una forma de explorar las implicancias sociopolíticas de la vigilancia en la sociedad puertorriqueña. El trabajo también desmonta la supuesta neutralidad de un archivo y evidencia la mirada del Estado sobre la actividad política. De allí surgió además el reciente libro El gobierno te odia donde Gregory-Rivera recopila fotografías y memorabilia apelando a la misma estética que encontró en los Archivos Nacionales mientras estuvo investigando. Es decir, que su propuesta tensa el vínculo entre arte y política. “Esta historia nos ayuda a comprender de dónde venimos y a poner la verdad en primer plano”, afirma. Las carpetas y El gobierno te odia permiten a las víctimas de la vigilancia, a sus descendientes y a Estados Unidos en su conjunto ser testigos de un capítulo sórdido de la historia, que se replica en otras geografías e incluso, en el presente.

Mercy, mercy me

Aunque murió en 1984 en Los Ángeles, la fama de Marvin Gaye continúa en alza. Por eso, la época en la que estuvo en la zona costera de Ostende, en Bélgica, para zafar de las drogas, puede ahora cobrar renovada notoriedad. Sucede que cuando Gaye abandonó Bélgica, tras permanecer ahí en 1981, dejó ropa y objetos al músico Charles Dumolin, con quien vivía. La novedad es que ese acervo incluye, además, cintas con música inédita. Así lo informó la familia de Dumolin, que falleció en 2019. Esta gente acaba de avisar que encontró una colección de cintas que incluye, según su abogado, hasta 66 demos inéditos. “Marvin se lo dio a Dumolin y su esposa y les dijo: 'Hagan lo que quieran con él' pero nunca regresó”, le dijo Alex Trappeniers a la BBC. Según Trappeniers, los demos incluyen varias canciones completas: algunas, asegura, son “tan buenas como 'Sexual Healing'”, quizás la canción más conocida del período belga de Marvin. La familia de Dumolin quiere publicar esa música pero hay trabas legales y eso es también lo que está saliendo a la luz. Porque ellos serían propietarios de las cintas gracias a una ley belga que otorga la propiedad de un objeto a alguien después de haberlo tenido durante 30 años. Pero la ley no incluye la propiedad intelectual. Entonces esas canciones han quedado por ahora, en un limbo impiadoso. La familia de Gaye no hizo comentarios a la BBC, pero, según se informa, dos de los hijos de Marvin ya se están ocupando del asunto a través de sus abogados.

La venganza de los Sato-san

Todos los ciudadanos japoneses tendrán el mismo apellido dentro de 500 años. A menos que a las parejas casadas se les permita usar apellidos separados. Esto es lo que vaticina un estudio que es parte de una campaña para actualizar un código civil que data de finales del siglo XIX. Ese estudio, dirigido por Hiroshi Yoshida, profesor de economía de la Universidad de Tohoku, proyectó que si Japón continúa insistiendo en que las parejas elijan un solo apellido, todos los japoneses serán conocidos como "Sato-san" en 2531. Yoshida admitió que sus proyecciones se basaban en varias suposiciones, pero dijo que la idea era utilizar números para explicar los efectos potenciales del sistema actual en la sociedad japonesa. “Si todo el mundo se convierte en Sato, es posible que tengamos que dirigirnos a nosotros por nuestro nombre o por números”, dijo. Sato ya encabeza la lista de apellidos japoneses, representando el 1,5% de la población total, según una encuesta de marzo de 2023, seguido de cerca por Suzuki. Según los cálculos de Yoshida, la proporción de japoneses llamados Sato aumentó como nunca antes entre 2022 y 2023. Suponiendo que la tasa se mantenga constante y no haya cambios en la ley sobre apellidos, alrededor de la mitad de la población japonesa tendrá ese nombre en 2446, aumentando a 100% en 2531. Sin embargo, el panorama sería diferente si el gobierno de Japón permitiera que las parejas casadas utilicen apellidos separados.

Negarlo todo

John le Carré tenía respuestas para casi todo. Pero cuando su biógrafo Adam Sisman le preguntó qué podían hacer frente a la cantidad de mujeres que tocaban su puerta reclamando su lugar en la historia afectiva del escritor, él simplemente respondía como un hombre del montón: “Negaré todo”. Tras la muerte del autor en 2020, Sisman escribió The Secret Life of John le Carré, de reciente publicación, donde pudo empezar a correr el velo sobre esta situación. Porque para entonces su esposa, Valerie Jane Eustace, también había fallecido. Y esto es lo que le preocupaba a Le Carré: que ella sufriera, según aseguraba. Por eso le pidió a Sisman que no revelara detalles escabrosos mientras él y ella estuviesen vivos. Ahora que el tiempo ha pasado, el biógrafo cree que llegó el momento de poner las cosas en claro. En su aparición en el reciente Festival Literario de Oxford, el biógrafo comentó que en su libro, había identificado a doce mujeres. “Estoy bastante seguro de que esto es sólo la punta del iceberg”, dijo según informó The Telegraph. También deslizó que quizás Le Carré tenía un comportamiento polémico con las mujeres porque su madre lo había abandonado de chico. Aclaró que Le Carré no tenía amigos cercanos y que por eso él, Sisman, ocupaba el lugar de confidente. Sin embargo, los otros muchachos eran efectivos para interceptar correspondencia que el escritor no pudiera recibir en su casa y para reservarle habitaciones de hotel con nombres falsos (generalmente 'Cosgrove' o 'Cosgrave'). Una de las amantes de Le Carré, Suleika Dawson había escrito hace un tiempo su propia versión de los hechos en In The Secret Heart. Así que leyó de manera detallada el libro de Sisman y lo lapidó. “Su tesis parece ser que fueron la atención lujosa, los obsequios caros y los viajes exóticos lo que nos atrajo a cada una de nosotros a Le Carré”, pero, escribe Dawson, “el amor era real. Si cree que no fue así, entonces nos tiene a todas no sólo por fulanos sino también por tontas". También critica a Sisman por extraer información del libro que ella escribió aunque omitió citarla. Dawson considera que el nuevo libro de Sisman es un intento de “ajustar cuentas” ya que la primera biografía de Le Carré que Sisman escribió era “un libro centrado más en su autor que en su supuesto tema”. “Francamente, ni siquiera estoy segura de que las mujeres sean el objetivo verdadero de este nuevo ejercicio del biógrafo”, escribe en la revista Literary Review.