“No me gusta lastimar a la gente”, avisa el protagonista de Sugar (reciente estreno de Apple TV+), quien en la primera escena le parte el brazo a un tipo que se cruzó en su camino. Y al igual que el detective privado en cuestión (Colin Farrell), la entrega se apega a su mandato para hacer otra cosa bastante distinta. El investigador recibe un caso aparentemente simple, debe encontrar a la nieta de un legendario productor de Hollywood (James Cromwell), que se volverá tan turbio como la existencia de todos los que pasen por la pantalla. No faltan la femme fatale (Amy Ryan), el alcohol como compañía y el jazz en la banda sonora.

Creada por Mark Protosevich, la ficción es un estricto homenaje al noir. Respeta el canon, personajes y espíritu, junto con las particularidades del entorno de Los Angeles actual. En ese juego de ser y parecer, Sugar incluye la intromisión de escenas de género como un juego en loop. Sin llegar a los extremos de Cliente muerto no paga (Carl Reiner; 1982), la propuesta se siente como un entretenido laboratorio y carta de amor a su universo. John Sugar no andará con la nariz cortada como Jack Nicholson en Barrio Chino, ni tan borracho como Boggie, simplemente recorre sus mismas calles en otro tiempo.