En 1853 llegó a Buenos Aires un pianista de origen inglés llamado Carlos Lambra. Había vivido varios años en Montevideo después de emigrar de su Inglaterra natal. Tras un breve paso por Italia y de una gira por la capital uruguaya, adonde llegó como parte de una compañía de ópera, terminó instalándose en la sociedad porteña, y se ganaba la vida como cantante lírico y profesor de piano de niñas de la alta sociedad. Pao Raffetta, activista por los derechos sexuales y el estado laico, rastrea y reconstruye su historia a partir de las publicaciones de la época. ¿Qué le atrajo? Se trataría del primer profesor trans que quedó registrado en diarios y revistas a mediados del siglo XIX en el Río de la Plata. Raffetta plasma su investigación en el libro En busca del maestro Lambra. Fuentes para una genealogía trans (Ediciones Z) que presentó el viernes pasado en la Biblioteca Nacional.
Lambra en realidad es un apellido artístico. Cuando vivió en el país vecino, periódicos de Montevideo la nombran como Emilia y hablan de la cantante lírica. Por entonces, participaba de numerosos conciertos. Lambra iba y venía entre las dos orillas, cuenta Raffetta. Pero en 1854 aparece sorpresivamente en escena como Carlos Lambra. Ya no usaba vestidos, prefería trajes masculinos. Unos años más tarde, el 13 de agosto de 1862, en La Tribuna de Buenos Aires se publica un texto breve que pone en duda el género del artista y profesor de piano. “El músico ó la música Lambra”, titulaba la publicación. Y decía: “Se halla entre nosotros un verdadero artista de gran mérito; es un músico de sexo dudoso, de primer órden, acatado como tal en Montevideo donde hasta hoy ha permanecido dando conciertos y lecciones particulares”. Dos días después, el mismo diario publica: "Rectificamos - Al anunciar la llegada del artista Lambra, dijimos que cuando se vistió de mujer se llamaba Emilia, y cuando trabajaba de hombre firmaba Emilio Lambra - Hoy queremos rectificar, pues recordamos que cuando Lambra es hombre se llama Carlos y Emilia, cuando es mujer (...) ".
Y Lambra, cuenta Raffetta, responde con altura, lo que consideró una falta de respeto a su persona. Al día siguiente, escribe una larga solicitada en El Nacional: "Señor Redactor del Nacional. En la Tribuna de estos días, se me ha recomendado como profesor de música, á la vez que se me ha querido poner en ridículo. Mi primer impulso fue contestar á los Sres. Redactores de ese ilustre periódico; pero no queriendo entrar en una polémica, que nada interesaba al país, me abstuve de hacerlo, porque alimentaba la esperanza de que si se quería solo un juguete, ó un entretenimiento, me olvidarían, ya que no quisieron dispensarme las consideraciones que en este hermoso é ilustrado pueblo se dispensan a todo huésped, de no molestarlo y de dejarlo vivir sin las amarguras que trae el ridículo, especialmente cuando se lleva á la prensa. Más como contra todas mis esperanzas vuelvo á ver en la 'Tribuna' de ayer, el objeto de la ocupación de aquel periódico, ruego a Vd. me permita pedir en su ilustrado diario á los Sres. Redactores de la 'Tribuna', que ya que no me han dejado tener el honor de agradecerles su elogio, no me den la pena de retribuirles su empeño en ridiculizarme ante esta culta sociedad, con respuestas que muy deveras deben evitar en la prensa de un país tan culto é ilustrado como Buenos Aires. Si los Sres. Redactores de la “Tribuna” tuviesen dudas de mi sexo, yo resido en el Hotel Ancla Dorada, y allí podrá acreditarles lo que es. Su muy atento servidor. Carlos Lambra"
Raffeta cuenta que empezó a investigar sobre Lambra luego de leer un breve artículo en el suplemento Negrx de Pagina 12 publicado el 9 de junio de 2023, que hace referencia a su identidad de género trans masculina. “Llegué a Carlos Lambra cuando me mostraron la nota de Página 12, 'El niño junto con sus esclavizadores' y se me vinieron rápidamente unos materiales que había visto por encima, la nota de Caras y Caretas del 20 de mayo 1905 que traía la única foto que se conservó de él en el país, y luego la extensa nota en el Álbum-Revista 'La Mujer' del 6 de abril de 1900. Allí apareció un montón de información que me permitió ir tirando del hilo, sonsacando información de viejos diarios y otros materiales que me llevaron en un viaje hacia atrás en el tiempo, recolectando documentos de los años de 1870, 1860, 1850, 1840”, señala a este diario.
Y así siguió rastreando retazos de su historia hasta hallar la noticia de su nacimiento, sus viajes, un retrato de su madre y otro de su hermano, noticia de las obras que publicaba, las lecciones que dictaba, los enredos judiciales en los que se metía, su falsa muerte, su inmigración, su correspondencia internacional, su aparición en el censo, su participación en la vida cultural rioplatense y más pistas para profundizar y seguir descubriendo información sobre este personaje trans del siglo XIX, para continuar reconstruyendo su historia y la de otras personas trans del pasado.
–¿Qué le interesó de su historia? –le preguntó este diario.
–Me interesó especialmente conocer a un hombre trans del siglo XIX, particularmente teniendo acceso a su imagen y a su voz, a través de las publicaciones en los diarios.
Casi todos estos materiales están disponibles en internet y pude acceder a las fuentes gracias a las obras de digitalización de periódicos antiguos de Australia y Uruguay, algunos de Buenos Aires, y algunas visitas a las bibliotecas locales. Raffetta agradece especialmente a “las trabajadoras de la Biblioteca Nacional que me permitieron acceder y encontrar los originales para volver a sacarlos a la luz después de más de 160 años”.
Uno de los aspectos que le conmovieron de la historia de Lambra fue la respuesta que le dio a los periodistas que se burlaron de su sexualidad. “Leer a un tipo trans desafiar desde las páginas del diario a los redactores de la prensa porteña y retarlos por meterse con su sexo es evidencia de que estos tipos circulaban por la vida porteña, así como algunos otros que fueron mencionados por la prensa de la época”, sostiene. Es una respuesta, agrega, que evidencia la falsedad de que las personas trans “son una moda” producto de la Ley de Identidad de Género, o de la llamada --por el Gobierno de Milei y otros sectores conservadores-- la "ideología de género".
“La realidad es que esta gente existía, así como el cisexismo, esa forma del sexismo que desvaloriza las vidas, las experiencias y las existencias trans, ese tupé de hablar sobre el género de un artista en la prensa de una manera en la que nunca lo harían con una persona cis”, señala Raffetta y se refiere a esa representación del músico como un fenómeno sexual, cuyo sexo se podía poner en duda públicamente, o ser motivo de rechazo, habladurías y diversas formas de violencia. “Pocos años más tarde, gracias a la psiquiatría, la sexología y la criminología, la persecución contra las personas trans y también homosexuales se institucionalizará. Carlitos tuvo el privilegio de su clase, pero ni eso lo puso a salvo de la violencia cisexista. Terminó su vida muy anciano y en la pobreza. Pero su voz sigue sonando”, dice Raffetta.
El libro puede descargarse en https://paoraffetta.com.ar/textos/Lambra.pdf