El Gobierno abrirá la posibilidad de pagar el viaje en transporte público a través del celular y tarjetas de todo tipo, rompiendo con la exclusividad que hasta ahora ha tenido la tarjeta SUBE. Así lo confirmó el vocero presidencial, Manuel Adorni, en su habitual rueda de prensa: "la SUBE no va a dejar de existir, va a ser una opción más, no la única. Para nosotros sigue cumpliendo un rol clave para fiscalizar los servicios que prestan las empresas de colectivos y los gastos que realizan", dijo el funcionario.

“Esto significa no sólo simplificar un servicio que se creó hace quince años y que todavía sigue dependiendo de la carga en un kiosco o en una estación de pago sino también la federalización total del sistema. Cuando haya más precisiones sobre este punto tan relevante para buena parte de los argentinos se los estaremos comunicando”, agregó.

Al mismo tiempo, en el sector de transporte hay un fuerte conflicto salarial. Por ahora, la Unión Tranviarios Automotor (UTA) pospuso hasta el miércoles la decisión de activar un paro de colectivos en el AMBA.

Cambios

La futura medida despierta interrogantes, asociados al grado de control que el Estado puede perder sobre la información que manejan las empresas de transporte y para redireccionar los subsidios hacia la demanda, como se pretende.

Un importante componente financiero también está en juego. Es que detrás de la SUBE está la empresa Nación Servicios, dependiente del Banco Nación, que administra el sistema de los 400 millones de pasajes que cada mes se pagan para usar el colectivo, el tren y el subte. Dicha empresa cobra una comisión que desde el Gobierno aseguran que es del 7 por ciento, la cual pasaría a embolsar el sector privado, que promete baja de tasas, si entra al nuevo negocio.

Desafíos

Los especialistas coinciden en que el sistema SUBE es muchas veces incómodo para el pasajero. Obliga a contar con un saldo en la tarjeta, que muchas veces es complicado de obtener dada la insuficiencia de los puntos de recarga.

Recientemente se habilitó la posibilidad de la recarga vía billeteras virtuales, que igualmente luego se debe validar arriba del colectivo. Esta última opción, de todos modos, es difícil de asimilar para personas mayores y además obliga a contar con un teléfono inteligente y datos.

Sin embargo, la solución de estos problemas no parece del todo sencilla. El Gobierno promete un nuevo esquema abierto en donde "compita" la SUBE con otras tarjetas bancarias y no bancarias, de crédito y débito. Ahora bien, para poner en marcha tal sistema se va a necesitar una fuerte inversión en infraestructura para atender las 340 líneas de colectivo que están solo en el AMBA, junto a las estaciones de trenes y subtes.

Por otra parte, a nivel financiero, también hay incertidumbre. El gobierno plantea que la comisión que está por detrás de la SUBE es del 7 por ciento, que contrasta con el 0,8 por ciento de las tarjetas de débito. Sin embargo, las tarjetas de crédito pagan a los 20 días, mientras que la SUBE lo hace a las 24 horas.

La SUBE, además de su función como medio de pago, permite geolocalizar todas las transacciones y brinda información esencial sobre el servicio que prestan las empresas de transporte, necesario para la regulación del sector, y también sobre el propio pasajero, que el Gobierno pretende usar de forma creciente para subsidiar a la demanda y no a la oferta. Qué tan unificadas estarían las bases de datos bancarias, no bancarias y de la SUBE es otra gran pregunta.

Como resumen los especialistas Gerardo Otero y Eladio Sánchez, "la SUBE es mucho más que una tarjeta que sirve como medio de pago de los viajes en transporte público, constituye un sistema de información esencial para el conocimiento y análisis de la movilidad urbana en todos sus aspectos. Permite conocer modos, frecuencias, tiempos de viaje, centros de distribución, conexiones intermodales, cobertura de la demanda, cálculo de costos de la prestación de los servicios, determinación y distribución de las compensaciones tarifarias y establecimiento de subsidios cruzados, entre otras cosas".

"Es indispensable que, de avanzar en la utilización de las tarjetas de débito, crédito o las billeteras virtuales como medios de pago a bordo, las mismas deben permitir transmitir la información relevante al SUBE, entendiendo que es fundamental su modernización, a la vez de mantener su centralidad como instrumento central para la definición y planificación de las políticas públicas relacionadas con la movilidad y el transporte en las ciudades", concluyen.