Macri no anunció nada en particular más allá de unos grandes títulos de reformas, que estaban previstos bastante antes de las elecciones. El marco institucional fue propio de un gobierno claramente envalentonado, y será con el correr de estos días cuando se conozca la miga técnica de esta nueva avanzada cuya sustancia no es otra que el recorte de derechos laborales, la rebaja de impuestos a los sectores más concentrados de la economía y el reajuste de los presupuestos provinciales de cara a achicar los explosivos del déficit público.
Aun dentro de la fraseología escolar del Presidente, caracterizada por su insistencia en estar a favor de la felicidad, resaltó que lo único específico haya sido su enésima alusión a terminar con la industria de los juicios laborales. Con eso alcanza y sobra para ratificar cuál será la orientación de este amplio “reformismo”, porque el subtexto de esa cita es la flexibilización de las condiciones de trabajo y, ergo, uno de los pasos necesarios para bajar el costo laboral argentino. Un clásico de las exigencias del establishment. Del mismo modo, la vaga referencia presidencial a lo necesario de la “austeridad” se presta a una única interpretación, al igual que su promesa de que achicará el gasto público. Se sabe de sobra lo que esas palabras significan en el diccionario de una administración de derechas y, de allí en adelante, que “cada uno deba ceder un poco” también queda muy claro en cuanto a sus destinatarios.
Los voceros más connotados del oficialismo venían exigiendo que, de una vez por todas, apareciera el verdadero Macri. El que por fin apriete el acelerador del ajuste, ya liberado de cualquier duda o reparo que las urnas podían establecer. Con un Congreso propenso y las mayorías sindicales sin siquiera la guardia levantada, efectivamente parece ser el momento adecuado para que el Gobierno pegue lo definido por su coro como “un salto de calidad”. Esto no implica que carecerá de resistencias, pero es innegable que el camino de corto y hasta mediano plazo está más libre que plagado de obstáculos.
Mientras tanto, la bomba del endeudamiento no para de reactivarse pero Macri dijo asimismo que eso es preferible antes que emitir. Otro clásico de un diccionario que siempre está ahí para quienes se tomen el leve trabajo de consultarlo.