En “El talentoso Mr. Ripley” (1955), la escritora estadounidense Patricia Highsmith enumera en boca de su personaje principal los talentos que lo adjetivan y que dan título a la novela:
“-Puedo hacer varias cosas: de mayordomo, cuidar niños, llevar una contabilidad. Por desgracia tengo aptitud para los números. Por borracho que esté, siempre me doy cuenta cuando el camarero intenta estafarme. Sé falsificar firmas, pilotar un helicóptero, defenderme con los dados en la mano, hacerme pasar prácticamente por cualquier persona, cocinar y montar un espectáculo para mí solo en un club nocturno cuando el animador de la casa está enfermo. ¿Hace falta que siga?”.
Sin dudas, Tom Ripley es el más celebre de los personajes de Highsmith, a su vez, la maestra por antonomasia del thriller psicológico. No en vano, la autora le dedicó una saga de cinco novelas que fueron llevadas extraordinariamente a la pantalla grande al menos en tres ocasiones: “A pleno sol” (René Clement, 1960) protagonizada por un Alain Delon en la cumbre de la concupiscencia; “El talento de Mr. Ripley” (Anthony Minghella, 1999) con Matt Damon y Jude Law (sendas adaptaciones de la fundacional “El talentoso Mr Ripley”) y “El amigo americano” (Wim Wenders, 1977) con Bruno Ganz en la que constituye la única adaptación cinematográfica de “El juego de Ripley”, la tercera novela de la serie. (Hay también una frecuentemente olvidada versión de la novela “La máscara de Ripley” con William Dafoe).
Con la vara muy en alto de estos prestigiosos antecedentes, no era poco el desafío al que se enfrentaba Steven Zaillian (guionista de “La lista de Schindler" y "Pandillas de New York") al encarar y materializar la idea de llevar por primera vez -y en calidad de director y guionista- la totalidad de la pentagonia novelesca de Ripley -llamada la Ripleada- al streaming. El resultado de la primera temporada de ocho capítulos -que cubren la primera novela de la saga- supera con creces cualquier expectativa y lega la que será una de las mejores miniseries del 2024.
Siguiendo los parámetros de la ficción de Highsmith, “Ripley”, la miniserie, comienza en 1961 en New York cuando Tom Ripley (Andrew Scott) es contratado por el millonario Herbert Greenleaf (Kenneth Lonergan) para que viaje a Italia y convenza a su epicúreo hijo Dickie (Johnny Flynn) de que deje su vida disipada y bohemia en la paradisíaca isla Atrani y vuelva a los Estados Unidos a hacerse cargo de su desolada madre y de los aburridos negocios familiares.
Sin embargo, lejos de querer cumplir con los deseos paternos, el hijo pródigo vive despreocupadamente en una mansión con vistas al mar con su novia Marge Sherwood (Dakota Fanning). Ya en Italia, el encuentro entre el tímido Ripley y el bello y desenfadado Dickie devendrá amistad algo complicada y con ribetes de trágicas consecuencias. Porque, más pronto que tarde Ripley no sólo se enamora de Dickie, sino también que lo deseará tan apasionadamente hasta tal punto de desear ser el propio Dickie.
Rodada en blanco y negro, con una fotografía preciosista (virtud de Robert Elswit) y una narración lenta que se detiene exquisitamente en los detalles pero que no va en desmedro de un ritmo trepidante que mantiene en vilo al espectador, Zaillian consigue una calidad estética inusual para el streaming y que solo puede calificarse como de lo mejor de las cinematografías.
Uno de los grandes méritos de Highsmith -y del que Zaillian se hace cargo- es convertir a un villano psicópata y asesino serial en el héroe absoluto de la ficción, un personaje a la vez siniestro y fascinante al que el público le desea que todo le salga bien. Para eso Zaillian se sirve de la excelente interpretación de Andrew Scott que logra la ambigua combinación de oscuridad y encantamiento que requiere encarnar a Tom Ripley.
En otro orden de cosas, con su interpretación de Ripley, Scott termina de coronarse como icono y sex simbol gay tras su inolvidable Adam en “Todos somos extraños”. Porque, en efecto, uno de los secretos que han hecho de Ripley un fenómeno intergeneracional y con verdaderos grupos de fans a escala global es el hecho de que, tras sus estafas, sus mentiras, sus engaños y sus crímenes se esconden una personalidad torturada, tímida, vulnerable y carente de amor.
En definitiva, Ripley es una marica solitaria -encima huérfano- que, en la década de los cincuenta y los sesenta cuando la homosexualidad es considerada una enfermedad y un delito, elige no ser víctima. De hecho, preferirá tener una doble vida (en la segunda parte contrae matrimonio con una rica heredera) e incluso ser victimario para sobrevivir, opciones con las que pudieron sentirse identificadas e incluso desear generaciones de gays marcados por el insulto familiar, la injuria social, las heridas traumáticas, el acoso escolar, la discriminación y las golpizas de los machirulos y la persecución policial.
Ripley y Caravaggio: vidas paralelas
Una escena central de la película Caravaggio (1986), de Derek Jarman, es aquella en la cual, en una riña de navajas, el bello pendenciero Ranuccio Tomasoni (Sean Bean) apuñala al pintor italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) (Nigel Terry) causándole una herida debajo de la tetilla izquierda, cerca del corazón. Acto seguido, Ranuccio se moja las manos con su sangre y las pasa por el rostro del artista, luego le dedica a Caravaggio una irresistible sonrisa y le besa amorosamente la boca. Pocos minutos después, Ranuccio y Caravaggio se convertirán en amantes y sus cuerpos estarán tan desnudos y sudorosos como en el momento de la pelea. Sexo, muerte, amor, sadomasoquismo serán tópicos centrales de las pinturas de Caravaggio.
Las casi ocho horas de la versión de Zaillian le permiten detenerse en detalles que pueden pasar desapercibidos en la novela de Highsmith. Si en “El talentoso Mr. Ripley”, la novela, apenas se nombra al pintor Caravaggio, la figura de este personaje del siglo XVI -y sus pinturas- adquiere un rol central en "Ripley", la miniserie. No solamente porque la técnica del claroscuro, cara a las producciones del pintor, constituye la estética principal del serial. Sino también porque el calificativo de claroscuro -con sus ineludibles dobleces- es el que mejor define al inquietante Ripley y porque la recurrencia a la luz y a la oscuridad le permitirán a Tom no hacerse cargo de sus delitos y evadirse de la justicia. A su vez, en la miniserie, las existencias de Ripley y Caravaggio tenderán en sus puntos de fuga a adquirir el estatus de vidas paralelas.
Según la leyenda, enamorado de Ranuccio, el pintor Caravaggio terminará asesinándolo. Quizás otra de las causas por las cuales Ripley encuentra su redención es porque, al matar a Dickie, tan solo hace literal aquel poema que Oscar Wilde le dedicó a Alfred “Bosie” Douglas desde la cárcel de Reading: “Y todos los hombres matan lo que aman, que lo oiga todo el mundo, unos lo hacen con una mirada amarga, otros con una palabra zalamera: el cobarde lo hace con un beso, ¡el valiente con una espada!”.
Los ocho capítulos de “Ripley” están disponibles en Netflix