La discografía de Daniel Viglietti comienza en 1963, con la edición de Canciones folklóricas y 6 impresiones para canto y guitarra. Ahí se evidencia su voluntad de brindar su formación académica a la música popular. Le siguieron trabajos junto al narrador Juan Capagorry y junto al escritor, director y actor Alberto Candeau. Con Canciones para el hombre nuevo, grabado en gran parte en La Habana y editado en 1968, comienza la etapa más politizada de su obra. Allí suenan cuatro temas de su autoría –entre ellos el himno “A desalambrar”–, pero sobre todo versos musicalizados de García Lorca, Guillén, Rafael Alberti y César Vallejo, también “Duerme negrito”, de Yupanqui. ?Su quinto disco solista, Canciones chuecas(1971) es el primero que se transforma en emblemático en su carrera: Allí suenan “El chueco Maciel”, “Gurisito”, la versión de “Qué dirá el santo padre”, de Violeta Parra, “Negrita Martina”, entre otras. Esos dibujos tan originales de Ayax Barnes –dibujante argentino que se desarrolló sobre todo en el campo de la ilustración infantil, también en publicidad y diseño gráfico– que fundían dos caras en una en un trazo continuo, seguramente forma parte entrañable del recuerdo de muchos.
Entre los discos que siguió editando desde entonces –en su mayoría por el histórico sello uruguayo Orfeo– figuran los A dos voces con Mario Benedetti (publicados en 1985 y 1987, y luego como Volúmenes 1 y 2 en 1994). También el disco en vivo que editó desde su exilio en Europa, y que recogía canciones tocadas en la Argentina entre 1971 y 1973. Otros títulos clave son Canto libre (1970), Trópicos (1973), Esdrújulo (1993) y Trabajo de hormiga (1984). Y toda otra cantidad de reediciones y recopilaciones, más los trabajos colectivos en los que participó desde la resistencia a las dictaduras latinoamericanas, como Compañero presidente, dedicado a Salvador Allende, junto a colegas como los Inti Illimani, Alí Primera, Quilapayún, Pablo Milanés y aquel César Isella que se pronunciaba en escenarios de izquierda.