El pasado Jueves Santo, que rememora la traición, aprehensión y la oración “aparta de mí este cáliz” de Jesús, 2024 años atrás, se inició en un paraje del norte santiagueño un proceso que culminó con el asesinato del campesino Fabián Martínez, en otro capítulo de la violenta disputa por los territorios.
Ese día se instalaron en San Francisco, departamento Alberdi, un grupo de hombres violentos especializados en amedrentar campesinos para que abandonen los territorios que son de aprovechamiento comunitario, los alambran, les dicen que “el dueño” no los quiere ahí y la violencia escala.
Algo que el Movimiento Campesino de Santiago del Estero-Vía Campesina (MoCaSE-VC) conoce muy bien porque fue creado en agosto de 1990 para enfrentar esas injusticias que nunca desaparecieron pero esta vez, a caballo del clima político, el asesino -prófugo- se sintió con la libertad de meterle cinco balazos a Martínez el viernes 5 de abril.
“Viene con su agresión (Jonatan) Padilla diciendo 'ya les he dicho a ustedes que se vayan a la mierda de aquí, que yo soy el dueño ¿no entienden?'. Las compañeras contestaron pero nunca imaginaron que le iban a pegar en la espalda a Diego Salazar con una máquina de tirar alambre. Para que deje de pegarle reacciona Fabián con un garrotazo al tipo”, contó a Salta/12 una de las campesinas presente en lugar y que se alejó con muchos de los niños que estaban ahí.
Y siguió: “el tipo (Padilla) se altera y empieza a pedir armas y con una escopeta que le facilita Alejandro Palavecino diciendo que los va a cagar matando a todos le pegó el tiro al compañero de frente. Los compañeros nuestros se metieron al monte y como él no logra meterse, (el agresor) vuelve, lo ha visto tirado a Fabián y ahí lo ha rematado, otro tiro más y el compañero cae ya cae muerto”.
Según pudo reconstruir este diario, el problema se suscitó cuando cercaron un campo que era usado por todas las familias cercanas y dejaron encerrados sus animales, los campesinos pidieron sacarlos (dado que los animales representan todo su capital), negociaron con el grupo de seguridad pero Padilla llegó y los atacó en el mediodía del viernes 5 de abril.
Los pobladores, desesperados, llamaron a la policía y a una ambulancia, pero ya no había nada que hacer.
Según consignó el diario santiagueño El Liberal, la policía detuvo a once implicados en el asesinato de Martínez, que era integrante del MoCaSE y cuyos restos fueron rescatados en medio de la lluvia luego de que la fiscal interviniente, Erika Leguizamón, fuera hasta el lugar de los hechos.
El relato de otros campesinos detalla que “por la inclemencia del tiempo y el mal estado de los caminos no podían ingresar en el lugar porque era muy, muy feo. Al compañero lo trasladaron en las camionetas de la Fiscalía, el móvil de la policía y, bueno, nosotros por atrás como compañeros”.
Deolinda Carrizo, referente del campesinado le dijo a Salta/12: “lo único que le exigimos a la justicia es que se investigue, que se dé con el responsable y que se desarticulen los grupos y bandas armadas que están en la provincia, contratadas por empresarios foráneos”, en referencia a que no son santiagueños.
Carrizo destacó además la figura del campesino asesinado, “era de una comunidad de base integrante del movimiento campesino. De un territorio en conflicto desde hace tiempo, delegado, y era un súper compañero que venía haciendo seguimiento al proceso organizativo también, o sea, no era una familia suelta, colgada”.
Hacía años que no había asesinatos aunque la pelea por las tierras nunca cesó entre pobladores originarios -olvidados por los Estados que ya deberían haber regularizado títulos- y empresarios que envían organizaciones armadas, integradas por matones, a despojar de tierras y haciendas a quien se interponga.
En noviembre de 2012 asesinaron a Cristian Ferreyra y en octubre del 2012, a Miguel Galván, ambos campesinos, ambos integrantes de una organización que defiende los derechos de los pobladores originarios sobre los territorios que ocupan.