El juez de Tartagal Ricardo Martoccia condenó a Rolando Ezequiel Domínguez, de 42 años de edad, a prisión perpetua por el femicidio de quien fue su pareja, Dominga Ferreyra, el 7 de mayo de 2023 en el pueblo Los Blancos, del departamento Rivadavia.
En los alegatos el fiscal Gonzalo Vega había solicitado esta pena para Domínguez por el delito de "homicidio doblemente calificado por el vínculo y por violencia de género y por ensañamiento" en perjuicio de su esposa, de 41 años.
En la jornada de este miércoles también se escucharon los testimonios de un vecino de Los Blancos, personal policial y personal del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) que participó de la investigación.
La médica que realizó la autopsia ratificó que la víctima recibió 14 lesiones de arma blanca. También declaró una anatomopatóloga ratificando que la lesión vital fue realizada en el corazón.
Por otro lado, una médica psiquiatra aseguró que Domínguez podía comprender la criminalidad de sus actos y que es riesgoso para sí y para terceros.
Finalizada la ronda de testimoniales, comenzaron los alegatos. La defensora de Violencia Familiar y de Género, Andrea Valeria Magadán, ejerció como querellante en representación de la familia de la víctima y adhirió al pedido de la Fiscalía. Por otra parte, la defensa solicitó que se considere "un homicidio por emoción violenta".
"Un femicidio anticipado"
Hugo Cruz, hermano de la víctima, dijo a Salta/12 que se enteró por la prensa de la sentencia ya que no fue notificado por las autoridades judiciales ni por Magadán. Consideró una "buena noticia" la condena a prisión perpetua. "Se ha hecho Justicia por nuestra hermana, gracias a Dios y al señor Juez que obró con justicia", manifestó.
Cruz y su hermana Claudia Ferreyra brindaron testimonio el martes. El juicio se realizó en la ciudad de Tartagal, a más de 200 kilómetros de Los Blancos. Ayer los familiares de la víctima no pudieron regresar a presenciar el juicio por las limitaciones económicas. El Poder Judicial sólo reconoce los gastos del transporte si se viaja en colectivo, pero los horarios son limitados en el interior de la provincia y en este caso no coincidían con los de las audiencias.
En sus testimonios Hugo y Claudia contaron que conocían situaciones previas de violencia de género ejercidas por el acusado, quien ya había sido denunciado por la víctima, pero ella no recibió asistencia estatal para salir del círculo de violencia.
A Domínguez ya se le había impuesto una medida perimetral, pero siguió molestando a Dominga, y volvieron a convivir juntos. En el último tiempo Dominga había expresado la intención de separarse, pero él no la dejaba tranquila y la había amenazado de muerte.
Dominga era trabajadora rural y madre de dos niñxs pequeñxs en común con el acusado y de un adolescente con una pareja anterior.
Su hermano Hugo recordó que aquel 7 de mayo de 2023 hubo un festival por las fiestas patronales en el pueblo. Indicó que sus dos hermanas habían ido juntas a ese evento, al que llegó Domínguez, quien forzó a bailar con él a Dominga, mientras discutían.
Hugo también había ido al festival. Al regreso, estando ya en su casa, recibió un mensaje de audio de Domínguez: "cuñado, me mandé una macana, maté a su hermana, le encargo a mis hijitos. También le encargo el campo, los animalitos porque usted los conoce", avisaba y le pedía.
"Yo intenté llamarlo, preguntarle. No me respondió. Aparentemente ya se había entregado a la policía", recordó. Al rato, "mis amigos que trajeron las sillas (que había alquilado en el festival) me avisaron que mi hermana había sido asesinada", relató.
Domínguez interceptó a su pareja en la vía pública conminándola a ir a su casa. Ante la negativa de la mujer él comenzó a agredirla físicamente y luego sacó un cuchillo que tenía escondido en la bota con el que le asestó catorce puñaladas en el pecho. La dejó tirada en la vereda, ya sin vida, y se fugó. Después se entregó a la policía.
"Sabíamos que tenían problemas. Él le había sido infiel, ya hubo desconfianza, desamor por parte de ella, quiso divorciarse, (pero él) no la dejaba, empezó a insultarla, a agredirla. Sabía que en una de esas peleas ya la había hincado con un cuchillo dos años previos", relató el hermano.
Hugo también contó que en el último tiempo Dominga dormía en casa de su hermana Claudia o de su madre, quienes vivían al lado.
"Era un femicidio anticipado", consideró el hermano. Recordó en ese sentido que cuando su hermana Claudia fue a avisarle a la hija de Domingay y el femicida, esta niña, que entonces tenía 11 años, le respondió: "papá la mató, él dijo que la iba a degollar a mi mamá'".
"Esa semana antes ya habían andado tire y afloje con la policía, por los problemas que tenían", añadió Cruz sobre la pareja. "Él no quería irse de la casa, quería dejarla sin nada a ella. Mi hermana tenía sus 5 o 10 animalitos, la corría que se vaya con sus animales también. Cuando pudo haber denuncia (ella) la hizo, después ya no la quiso hacer. No percibía, no le creía a las amenazas de muerte", sostuvo.
Sin Ley Brisa ni asistencia psicológica
Las víctimas colaterales del femicidio son tres chicxs que aún no accedieron a la Ley Brisa. El mayor es un adolescente que ya cumplió 18 años y está viviendo con su padre en Los Blancos. Mientras que una niña que ahora tiene 12 años y un niño de 8 están a cargo de un hermano de su madre en El Bordo, General Güemes.
Hugo recalcó que el femicida llegó a pedir domiciliaria para cuidar de lxs chicxs pero en 11 meses "no les pasó ni un kilo pan, mientras vendió todos sus animales para pagar su defensa". También dijo que no recibieron asistencia psicológica.