La visita de dos días de Serguéi Lavrov a Pekín ha reforzado el eje económico y geopolítico entre Rusia y China en un momento clave para la política exterior rusa. Occidente es cada día más consciente de que Ucrania no puede ganar la guerra contra el ejército ruso y que Moscú puede aguantar el desgaste de las sanciones occidentales, en buena parte gracias al apoyo de Pekín.
"China y Rusia se han unido para forjar un nuevo camino de coexistencia y cooperación", remarcó Xi Jinping en esta visita de Lavrov, en la que se habló de todo el espectro geopolítico en el que cada vez es mayor la cooperación bilateral, desde Ucrania hasta Oriente Medio.
China mantiene una posición ambigua sobre la guerra de Ucrania, pues defiende la integridad territorial de los estados, pero respalda internacionalmente a Moscú. Sin embargo, el apoyo de la Casa Blanca y Bruselas a Kiev ha contribuido al acercamiento entre chinos y rusos en una entente que supone ya un contrapeso inquietante para el liderazgo mundial de Washington. Y a la Casa Blanca no le gusta nada que China expanda su rivalidad exterior con EEUU fuera del ámbito asiático.
Pekín sigue sin respaldar (ni rechazar) la invasión rusa de Ucrania, pero sin las compras de hidrocarburos rusos, que se han disparado en los últimos dos años, y sin el comercio con Moscú desde febrero de 2022, el Kremlin no habría logrado acelerar su producción de armamento y mantener su presión militar sobre el ejército ucraniano.
En estas condiciones, la negociación de un armisticio, como defiende China, parecería la solución menos traumática para resolver la crisis de Ucrania. No se ve así en la Europa aliada de Kiev, todavía convencida de que hay que parar a Moscú con las armas para asegurar la estabilidad en el viejo continente. Derrota total que parece hoy día muy dudosa como muestra esa mayor iniciativa rusa en el frente, tras el fracaso de la contraofensiva lanzada por Kiev el verano pasado.
China pide una conferencia de paz con Rusia
En esta visita, Lavrov recibió el contundente apoyo de Wang Yi, el jefe de la diplomacia china, para la celebración de una conferencia de paz internacional sobre Ucrania, que sea reconocida tanto por Kiev como por Moscú. Pekín se distancia así de la propuesta del presidente Volodímir Zelenski, respaldada por sus aliados europeos, para convocar dos conferencias internacionales, la primera de ellas sin invitar a Rusia y que se podría celebrar ya en Suiza en junio.
Este desaire chino a la fórmula de paz de Zelenski, que aboga por la retirada completa rusa de todos los territorios conquistados en Ucrania, reparaciones de guerra e incluso el enjuiciamiento internacional de Putin, llega en un mal momento para Kiev, cuando crecen las dudas en EEUU sobre el rumbo de la guerra y con 60.000 millones de dólares de ayuda a Ucrania estancados en el Congreso.
Las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina, en noviembre, y si Donald Trump venciera a Joe Biden, se podría precipitar el fin del conflicto.
Este miércoles, el comandante del Ejército estadounidense en Europa y África, Christopher Cavoli, advirtió al Congreso de EEUU de que Ucrania se quedará sin munición de artillería y de los sistemas antiaéreos "en un corto plazo" si no se aprueba esa ayuda frenada por los republicanos.
Pekín rechaza las injerencias de EEUU
El Gobierno chino ha aprovechado la visita de Lavrov para advertir a EEUU y rechazar cualquier "crítica y presión" sobre sus lazos con Rusia, en respuesta a la amenaza de represalias lanzada por Washington a Pekín por su respaldo a Moscú.
La advertencia china llega después de que el martes el subsecretario de Estado estadounidense, Kurt Campbell, afirmara que la consolidación de los avances territoriales rusos en Ucrania son "inaceptables", pues pueden "alterar el equilibrio de poder en Europa". Campbell señalaba así a China por sus lazos económicos con Rusia.
"Le hemos dicho directamente a China que, si esto continúa, tendrá un impacto en la relación con Estados Unidos. No nos quedaremos cruzados de brazos diciendo que todo está bien", dijo Campbell. También la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, amenazó con "consecuencias significativas" para Pekín si las empresas chinas apoyan de alguna forma la guerra de Rusia en Ucrania.
"China y Rusia tienen derecho a una cooperación económica y comercial normal", respondió este miércoles la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning.
El temor de EEUU es que se estén desviando elementos tecnológicos desde China a Rusia que puedan ser usados en Ucrania. El secretario de Estado Antony Blinken apuntó en esa dirección en Bruselas: "China continúa proporcionando materiales para apoyar la base industrial de defensa de Rusia".
Otras quejas estadounidenses a China se refieren a Corea del Norte, país que está suministrando municiones de artillería y otros materiales bélicos a Rusia mientras Pekín, único aliado de Pyongyang, hace la vista gorda.
Ante todas estas críticas a su política de seguridad, China apunta a su vez a los pasos de EEUU para desestabilizar su estrategia en el este asiático especialmente con su apoyo a Taiwán, isla que Pekín considera parte inalienable del territorio chino.
Pekín y Moscú cierran filas en Oriente Medio
También Oriente Medio ocupó las negociaciones de Lavrov en Pekín. El cierre de filas con Moscú en esa región le ofrece a China otra oportunidad para desafiar a Washington. Durante la visita de Lavrov a China, los dos aliados han reclamado de nuevo un alto el fuego en la guerra que Israel ha desatado en Gaza como respuesta a los ataques de Hamás el 7 de octubre.
EEUU pide también una tregua en Gaza, pero sus hechos no se corresponden con sus acciones. Washington sigue respaldando diplomáticamente y con armas a Israel y no rechaza que lleve a término su ofensiva contra Hamás en Gaza, aún a costa de mayores matanzas de civiles. Y optará por aceptar la política militarista de Tel Aviv para absorber por la fuerza los territorios palestinos, antes que condenar al Gobierno de Benjamin Netanyahu por crímenes de guerra.
Washington prefiere afrontar el peso ominoso del genocidio palestino a manos de Israel antes que dejarlo solo ante el descrédito internacional y los riesgos que esta guerra ha traído a la región, con un posible enfrentamiento a Irán. Un país, Irán, que cuenta con el respaldo diplomático y la cooperación militar de Rusia, así como excelentes relaciones económicas con China.
Preparativos para una cumbre entre Xi y Putin
Esta reunión entre Lavrov y Xi Jinping ha sido la primera en seis años entre los dos políticos. La anterior, en 2018, se produjo poco antes de que visitara China el presidente ruso, Vladímir Putin, recién renovado en su mandato, tal y como ocurre en estos momentos tras las elecciones de marzo pasado.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reconoció el martes que este viaje de Lavrov podría considerarse como "preparatorio" de una posible visita de Putin a China, pero consideró "prematuro" dar alguna fecha al respecto.
Si finalmente China es elegida como destino de la primera gira exterior de Putin tras su reelección, ambos gobiernos mandarán una señal de peso al mundo, justo cuando Occidente está enarbolando el peligro ruso para justificar su rearme y su impulso militarista, especialmente en el ámbito europeo.
La estrategia de confrontación con Rusia está ayudando a que Pekín se alinee cada día más con Moscú y a que la diplomacia china proyecte su doctrina de seguridad exterior fuera de la esfera asiática. El apoyo ruso a China en este caso es inestimable.
Se lo dijo Xi Jinping a Lavrov, cuando apostó por expandir las relaciones bilaterales "sin contratiempos y de forma constante". No solo mostraron esos criterios comunes sobre las crisis de Gaza y Ucrania, donde China defiende un sistema equilibrado de seguridad que alcance a Ucrania, pero también a Rusia, sino que incidieron en reforzar sus políticas en la región del Indopacífico.
Este paso ruso para apoyar a China en su visión geopolítica asiática refuerza la idea de que la próxima cumbre entre Putin y Xi podría incluir la formulación de una estrategia común de contención del expansionismo y hegemonía estadounidense en el mundo. Tal y como indicó Lavrov en Pekín, la apuesta sino-rusa pretende contrarrestar estos intentos de EEUU por imponer un mundo unipolar basado en la mentalidad de la Guerra Fría.
Washington refuerza su cooperación con Tokio
EEUU no se queda quieto, sin embargo, ante el avance de la entente sino-rusa y para ello está convocando a sus principales aliados también en Asia. Este lunes el primer ministro japonés, Fumio Kishida, comenzó una visita a EEUU de cuatro días en un evidente gesto de que la Casa Blanca tiene su propio bloque con el que contrarrestar a la alianza eurasiática de Moscú y Pekín.
Kishida y el presidente Joe Biden apostaron este miércoles por una región del Indopacífico "libre y abierta", enmarcada en una nueva relación en defensa y seguridad entre Japón y Estados Unidos. "Hoy es Ucrania y mañana puede ser el área de Asia-Pacífico", dijo Kishida.
Este compendio de acuerdos renovará la alianza militar que funciona entre los dos países desde 1960 y reestructurará el comando estadounidense Japón. También impulsará la producción conjunta de armamento, sobre todo de munición y sistemas antiaéreos.
Igual que EEUU ha "animado" a sus aliados europeos hacia la carrera armamentística, con Rusia como pretexto, el Pentágono quiere remachar el rearme en Asia, especialmente en Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas, con China como principal amenaza.
En este sentido, las empresas armamentísticas estadounidenses, las mayores manufactureras de armas del mundo, sin duda estarán siguiendo con mucho interés la visita de Kishida a EE.UU.