El futuro llegó hace rato. O por lo menos a fines de 2017, cuando Ariel Minimal y Pepo San Martín grabaron un disco que parece haber sido compuesto la semana pasada. A pesar de que pasaron más de seis años desde que fue creado, 418 Km es un álbum de furiosa actualidad. Una de las sorpresas del rock argentino 2024. Canciones que oscilan entre la resignación progresista por una realidad desesperante y la necesidad de hacer algo para cambiarla. Ocho temas que esperaron el momento justo para ser difundidos, como si fueran una herramienta artística para usar en caso de emergencia. A principios de este año, el álbum era un proyecto más en la carrera de dos artistas inquietos. Un trabajo que no había prosperado. “Yo pensé que lo había perdido”, dice Pepo, conocido por ser el cantante y guitarrista de Científicos del Palo.
El reencuentro con el material ocurrió en enero, mientras Pepo hurgaba entre archivos digitales arrumbados en algún disco rígido que tenía en su casa del barrio Las Avenidas, en Mar del Plata, cerca del Estadio Mundialista. “Le empecé a mandar a Ariel unas mezclas que hice y me dice: ‘Está buenísimo’. Porque ninguno de los dos se acordaba bien. A mí me sorprendió cuando lo escuché. Me había olvidado absolutamente de todo”. Al redescubrir las grabaciones, se dieron cuenta de que el material no había perdido su vigencia. Hasta se podía decir que el tiempo lo había potenciado. Durante el resto del verano trabajaron en detalles que faltaban e hicieron la mezcla. El disco se publicó a principios de mes. “Evidentemente hay una especie de timing o de situación que persiste desde hace años hasta ahora, en la cual estas canciones resuenan. Es un gran momento para que la gente las escuche”, dice Minimal, en un parate de su actividad con Pez, la banda que lidera desde hace treinta años. Ahora, además de su rol de cantante, guitarista y compositor, Minimal sumó el de mánager del grupo. “No es sólo que uno se fuma un porro y hace una canción. Después tenés que hacer costos”, dice, entre risas, mientras describe el trabajo que implica vender discos y conseguir fechas.
El proyecto en conjunto surgió poco después de que Ariel y Pepo se conocieran durante un show compartido entre sus bandas en el Club Tucumán de Quilmes. “Hubo un momento instantáneo de caerse bien mutuamente”, recuerda el marplatense. “Yo en esa época estaba mucho más activo a nivel creativo. Me levantaba y lo taladraba al mánager para tocar, me parecía que me sobraba tiempo. Y digo: ‘¿Y si hago un disco con este marciano?’. Le escribí un WhatsApp totalmente de atrevido. A los quince minutos me respondió. Empecé a producir, le mandé temas. Ariel se volvió loco. Y se armó”.
“Es un disco que hicimos a distancia. Nunca estuvimos juntos”, aclara Minimal. “Cada uno le mandaba su canción ya grabada y el otro la complementaba. Pepo mayormente usó guitarra, guitarra eléctrica y voces; y yo también metía alguna percusión, algún teclado. Fue muy loco eso. No hubo un guion, no hubo un plan. Nunca me dijo ‘esto no me gustó’ o una sugerencia. Ni siquiera pasamos en qué acorde estaba la canción. Nunca nos preguntamos nada”. Cree que esa forma de trabajo dio como resultado “un disco súper cálido”. “Es natural. No hay una cuestión forzada, yo no escucho esa distancia. Se la pusimos de título porque, si no, no estaba”, dice. Los 418 kilómetros del bautismo del disco se refieren a la distancia exacta entre la casa de Pepo en Mar del Plata y la de Ariel en Buenos Aires, según Google Maps. Pero en el disco, tal como dice Minimal, no hay separaciones. En sus 28 minutos se escucha un sonido homogéneo donde los estilos de ambos se mezclan en un universo folk de guitarras, banjo, percusión, teclados Farfisa y coros expansivos que remiten tanto al folclore, al primer rock nacional y a CSNY.
“No siempre la fusión de artistas deriva en algo superador. A veces ponés al baterista de tal con el guitarrista del otro y hacen unos temas de mierda que son espantosos. Y acá las colaboraciones parecen orgánicas, no veo una invasión de lo que hace uno por sobre el otro, sino que lo que pasa con la fusión está muy bueno. Para mí fue mejor que si hubiéramos sacado las canciones solos”, opina Pepo. Sí se puede intuir qué rasgos artísticos de cada uno se incorporan a lo largo del disco. Minimal suma un eslabón más a su carrera paralela a Pez que alimentó con trabajos en colaboración con artistas como Flopa, Manza, Antonio Birabent o Florencia Ruiz, donde su sonido fue de indie alternativo a folk etéreo y rock más clásico. Pepo influyó más en el tono explícito de las letras, algo típico de los Científicos del Palo, que han publicado discos casi militantes con títulos como Justicialista Vol. I y II. Por momentos el disco toma un vuelo alto, como en el estribillo de “Volver al poder”, donde los coros dominan la canción y la convierten en un instante inolvidable y contradictorio, de belleza sonora y letra trágica. “Hacen planchar otra vez sus trajes/ Porque han vuelto al poder/ Y los sirvientes quieren ver/ Un país más blanco y puro/ Sin gente de color oscuro/ El pasado es el futuro”, cantan.
El disco cierra su concepto gracias a una tapa sin demasiadas vueltas, obra del dúo de diseñadores Suda, Fernando Gómez y Jazmín Miralles. Una ilustración en la que el arte ataca, con Pepo matando a un león con una flecha y Minimal lanzando dagas a una serpiente. “La tapa fue una sorpresa. Es medio picantera. Ya vi que hay gente que la comparte y la recorta. No sé si es por autocensura o por miedo. Recorta la parte de los animales, estamos sólo nosotros dos (se ríe). Es muy raro eso”, dice Minimal. Para Pepo, la tapa no le remitió de inmediato a la realidad política actual, pero reconoce que elige mezclar sus ideas con su actividad artística. Y critica la tibieza, algo de lo que habla en “Si hay mensaje que no se note”, otra de las canciones del disco. “Hay una confusión terrible entre qué es la política, qué es meterse en política”, dice. “Por ejemplo, Diego Torres, que uno nunca le ve una postura política, después va y toca en un festival en Colombia orientado hacia un lado. Todos hacen política. Los que no se expresan generalmente van para el mismo lado. Lo que pasa es que no todos lo expresan abiertamente en las letras como nosotros o Las Manos de Filippi. Lo más fácil es no decir nada. No digas nada que pueda molestar. Y el chiste es ése: aunque no digas nada, estás diciendo”.