Dos de los tres jueces de la Sala II de la Casación se expidieron sobre la responsabilidad de Hezbollah e Irán en los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA. El pronunciamiento no se correspondía con el expediente, que giraba en torno a la participación de Carlos Telleldín, la última persona que tuvo en su poder la camioneta que explotó en la mutual judía. Era confirmar o revocar la absolución de Tellelín, a quien no le encontraron pruebas de relación con los terroristas. Sin embargo Carlos Mahiques y Diego Barroetaveña se pronunciaron sobre la supuesta conexión internacional, mientras que Angela Ledesma fue categórica y sostuvo que la cuestión “resulta ajena a la materia del proceso”. Por lo tanto, no firmó ese fallo. 

Un dato curioso es que el fiscal Sebastián Basso, que interviene en la causa AMIA original, o sea la que investiga el atentado mismo, las conexiones nacionales e internacionales, ni siquiera participó ni alentó la conclusión en este expediente. Mahiques y Barroetaveña se metieron por la ventana.

Los dos jueces sostienen que Irán debe ser demandado internacionalmente por los atentados, que todo se tramó en Beirut y que el motivo de los ataques fue que el presidente Carlos Menem incumplió tres acuerdos de provisión de tecnología nuclear firmados en su momento por Raúl Alfonsín. El presidente radical, en verdad, acordó con Teherán provisiones que tenían que ver con el uso pacífico de la energía nuclear y el convenio tuvo en su momento la aprobación norteamericana. Siempre fue una hipótesis, como también hubo otras relacionadas con la provisión de tecnología del misil Cóndor para Libia o Siria. 

Las imputaciones a Irán siempre se basaron en informes de inteligencia y en declaraciones testimoniales de opositores al régimen de los ayatolas. Nunca se encontró una evidencia categórica, sobre todo porque no se pudo encontrar a quienes participaron: ni los que proveyeron el explosivo ni los que compraron la camioneta ni los que armaron el coche-bomba ni quien manejó la Trafic hasta la AMIA. 

Lo asombroso es que Mahiques y Barroetaveña dan por probado que también el atentado contra la Embajada de Israel fue cometido por Hezbollah e Irán, cuando en ese caso hubo menos evidencias aún. No se sabe nada de nada y, además, es competencia de la Corte Suprema. Sin los autores materiales de los dos atentados, los autores intelectuales surgieron de informes de la CIA, el Mossad y la SIDE.

Siguiendo su propia lógica, los dos jueces concluyen que la Argentina podría demandar a Irán, aunque se admite que eso es controvertido porque una cosa es acusar a personas (los delitos son cometidos por seres humanos, no por países) y otra la responsabilidad de un Estado. En una entrevista en la tarde del jueves, con la periodista Romina Manguel, Mahiques hasta se despachó asegurando que en la muerte de Nisman -obviamente la considera un asesinato- también intervino Irán: “fue una fatwa” (una orden emitida por los jefes religiosos). Todo sin fundamento alguno. Y, de paso, un tiro por elevación contra Cristina Kirchner, porque Mahiques sostiene que este fallo debe pesar en la causa del Memorándum con Irán. 

Desde el punto de vista de la geopolítica, el fallo de Mahiques y Barroetaveña es una ofrenda a Estados Unidos e Israel en la ofensiva belicista actual contra Teherán. Y ello resulta contradictorio, justamente cuando se está condenando a todos los que investigaron el atentado a la AMIA. La conclusión que parecía caer de maduro es que, como la investigación fue escandalosa, debe trabajarse en serio, buscar pruebas reales -no informes de inteligencia-, pese a que en tres meses se cumplirán 30 años de la masacre de la calle Pasteur.