“Además del desafío de dirigir con un otro, se nos vuelve una posibilidad hermosa pensar nuevamente el cine desde el teatro y entrar desde la música”, cuenta Emiliano Samar, co-director (junto a Carlo Argento) de Canción de cine argentino, que se presenta todos los domingos a las 16 en Pista Urbana (Chacabuco 874) con la interpretación de Francisco Pesqueira, música en vivo de Ramiro Pettina, y una puesta con énfasis en el contenido multimedia.
“Es un relato que busca recorrer la historia de nuestro cine, buscamos mirar la historia desde el presente, interpelar nuestra propia producción cinematográfica, visitarla, honrarla, y de alguna manera, desde esa mirada presente, poder recuperar no solo a los artistas, sino tramos de nuestra historia”, plantea el director.
La puesta de Pista Urbana es la tercera “Canción de cine” de Pesqueira. La primera llevaba ese nombre y contó con la dirección de Argento. La segunda, Canción de cine 2: tema de terapia tuvo como director a Samar y esta nueva entrega los junta a ambos. La premisa siempre es la misma: explorar momentos clave del cine argentino en función de la música y los artistas que descollaron en esos rubros. Niní Marshall, Tita Merello y muchos más asoman así a la escena.
Para Samar, la obra recorre una “zona liminal”, genera un encuentro transdiciplinar, y atraviesa un borde “poroso” que permite ver que las fronteras entre uno y otro lenguaje (el cine, el teatro, pero también la música) no son tales. “La música, en particular, es esa resonancia, esa maravillosa capacidad de hacernos viajar en el tiempo. Es la máquina que nos hace viajar en el tiempo, porque inevitablemente con esa canción uno viaja no solo a esa película, sino al momento en el que esa película se inscribió en la historia y en un momento de lo propio, de lo biográfico, de cuando uno fue al cine y se sentó frente a esa pantalla, frente a esos artistas”.
El proceso de trabajo, explica el director, es colaborativo, y eso explica la ausencia de la figura de dramaturgo en las fichas técnicas de la obra. “El proceso siempre ha sido colectivo y colaborativo –explica-. Hay un enorme trabajo de preproducción porque está la enorme investigación que hemos llevado adelante como equipo de trabajo con respecto a cuáles son esas películas, cuáles son esos artistas, cuáles son esas puertas de entrada que de manera oblicua o transversal nos permita tomar una decisión, para generar núcleos en este recorrido”.
Así, por momentos la obra se centra en el artista que homenajea, pero otras puede ser el final de las películas, o “los besos, el amor y la diversidad” en el cine nacional. Incluso se reservan un espacio para congratular a las películas que de alguna manera tuvieron impacto internacional, en festivales o en los premios Oscar “desde Argentina 1985 hacia atrás”.
“Este espectáculo tiene un fuerte dispositivo audiovisual con esas selecciones donde la pantalla acompaña la escena, la pantalla en algunos casos subraya e ilustra algo del relato y en otros lados, por el contrario, se recorta y genera otra capa de sentido. Es ahí, y vuelvo a algo que te comentaba antes, en esta hermosa posibilidad que tenemos en cada función de visitar, de homenajear al cine desde el teatro y entrarle desde la música, es realmente una celebración que nos permitimos cada vez y que tuvo en ese trabajo previo mucho, mucho del recorrido de lo colectivo, de un proceso que arrancó inicialmente encontrándonos, volviendo a ser espectadores de esos films”.
“Con respecto a la dramaturgia, ese hilvanado de los diferentes núcleos que fuimos eligiendo, encontró en Francisco Pesqueira una pieza clave, porque él no sólo es actor y cantante, sino que es poeta y dramaturgo. Un poco fuimos recuperando algo de lo biográfico de Francisco y de su escritura para poder establecer la conexión entre estos mojones de la historia que contamos. En ese sentido, la dramaturgia pudo llevarse a cabo no sólo por esta selección, sino fundamentalmente con la posibilidad que Francisco ofrece que tiene que ver con su ser escritor”. Lo musical es clave, explica el director. “Incluso en las propuestas más rupturistas, la música es un lenguaje que atraviesa y acompaña el relato”, puntualiza.
El espectáculo, anticipa Samar, arranca con la legendaria Argentina Sonofilm y la mítica Tango, donde la pantalla congela a Azucena Maizani. “A partir de ahí podemos decir que vamos y venimos entre relatos, anécdotas, figuras emblemáticas que se entrecruzan con artistas de la actualidad jugando, si se quiere, por un lado con la tipificación de determinado ‘star system’ nacional y articulándolo con la mitología en torno a determinadas figuras y su contexto y por otro lado superando determinados estereotipos, en particular aquellos que tienen que ver con la mujer, con las masculinidades, dando espacio a cuestiones relacionadas a la diversidad”. Al respecto, cuenta que “cuando hicimos ese trabajo de indagación con respecto a los besos en nuestro cine, nos encontramos con distintos tipos de besos, con el amor en personas de edad, entre varones, entre mujeres, entonces también trajimos todos esos besos a ese segmento que busca homenajear el amor en nuestro cine, pero dando un espacio y visibilizando esas otras historias, esas otras historias de amor”.