Nada mejor que empezar sacudiendo el tablero existencial. La "Agatha Christie nórdica" conoce las reglas del juego. El ministro de Justicia de Suecia, Niklas Stockenberg, recibe una inquietante llamada: “Le quedan catorce días, una hora y doce minutos de vida”. Este es el prometedor comienzo de El espejismo (Planeta), la novela negra con la que Camilla Läckberg cierra la exitosa trilogía iniciada con El mentalista, escrita a cuatro manos con el mediático mentalista e ilusionista Henrik Fexeus, también experto en lenguaje y comunicación corporal.
Las lectoras y lectores se reencontrarán con un elenco entrañable de “frikis”, “gente rara que tiene un problema a la hora de encajar en la sociedad”, como la inspectora de policía Mina Dabiri y el mentalista Vincent Walder, quienes deberán lidiar con un nuevo caso. A la amenaza inicial, se suma una pila de huesos de aspecto misterioso, hallada en las vías en desuso del metro de Estocolmo, que pertenecerían a un importante financiero.
Nunca se olvida el primer amor. La niña que fue, parapetada como una pequeña espía en las pupilas de la mujer que este año cumplirá cincuenta años, cuenta desde Estocolmo, donde actualmente reside, cómo a los siete años se enamoró de Agatha Christie cuando leyó Muerte en el Nilo. Pronto fantaseó con crímenes sin resolver en Fjällbacka, una pequeña villa de pescadores donde nació en 1974, ese lugar en el mundo en el límite con Noruega que la actriz Ingrid Bergman definió como “el paraíso sobre la tierra”.
Aunque estudió Economía, el sueño de ser escritora estaba escondido en el baúl de las fantasías de la infancia. El deseo de escribir volvió para quedarse cuando su esposo de entonces, su madre y su hermano le regalaron un curso de escritura creativa. Hace poco más de viente años, en 2003, publicó su primera novela, La princesa de hielo, ambientada en Fjällbacka. Entonces no imaginó que Patrik Hedström y Erica Falck -él polícia, ella escritora- se convertirían en la pareja de investigadores más célebres de Suecia.
“Nosotros sabíamos cuál iba a ser la última escena cuando empezamos a escribir la primera escena (de El mentalista); estaba clarísimo que esto iba a tener un principio y un final”, confirma Läckberg en una conferencia de prensa con periodistas de España y América Latina. “Ya tenemos bastante edad como para saber que nunca digas nunca. Quizás dentro de dos años nos llaman a la puerta Vincent y Mina y nos vienen con otra historia para contar. Así que quién sabe si aparecen en el futuro de nuevo”.
Su amigo, Fexeus, agrega que hay un primer borrador del último capítulo del libro que lo escribieron antes de empezar la primera novela de la saga. “Ese borrador, casi palabra por palabra, es lo que aparece ahora -reconoce el coautor de El espejismo-. Me encantan las cosas que tienen un final; pero el reto fue convencer a la editorial: oigan, esto termina”. El experto en lenguaje y comunicación corporal sonríe como si expresara la traducción gestual del refrán “a buen entendedor, pocas palabras bastan”.
El mentalista -que continuó con La Secta y cierra ahora con El espejismo- vendió más de un millón de ejemplares en el mundo, más de 100.000 en español. Viaplay está adaptando la trilogía para llevarla a la pantalla en una serie que tendrá tres temporadas y que se rodará en inglés. Läckberg explica por qué la saga funciona a escala mundial. “Hay algo de nuevo del género de la novela negra y es que combinamos una historia tradicional detectivesca con algo de El código Da Vinci, acertijos, y personajes frikis como Vincent y Mina, gente rara que tiene un problema a la hora de encajar en la sociedad. Como nosotros también somos bastante frikis hemos podido retratar el amor que sentimos por ellos”, revela la escritora, a quien le interesa explorar el lado oscuro de la humanidad a través de la novela negra, “el género perfecto para escribir porque necesitamos pensar por qué las personas cometen crímenes”.
La escritora sueca resume el itinerario de la novela negra, con sus idas y vueltas. “La historia de la novela negra puede tener un pequeño bache de vez en cuando, pero siempre hay pasión y amor de los lectores con las historias de crímenes. Puede que en un breve período de tiempo haya temas que se pongan de moda, como los vampiros, pero la novela negra siempre regresa”. En un género con una tradición en la que imperan los varones y una mirada estigmatizante hacia las mujeres, Läckberg ha intentando hacer un pequeño aporte. “En las historias de novelas negras las mujeres siempre eran las víctimas y los personajes masculinos resolvían el crimen. Yo he puesto mi grano de arena para cambiar la película”.
A pesar del boom de las novelas negras suecas, aún muchas lectoras y lectores en América Latina se asombran de que Läckberg despliegue una Suecia que, lejos del imaginario de la “perfección”, esté afectada por la violencia y la corrupción. “La verdad es que esa idea de Suecia como país perfecto surgió en la década del 50, pero el mundo ha evolucionado. En Europa, en cuanto a la violencia de las bandas callejeras, estamos en el puesto número uno. Pero más allá de eso, Suecia sigue siendo un país agradable, aunque no es el país maravilloso que se tiene en mente. No es perfecto”, desmitifica la escritora esa sociedad atravesada por varios problemas, como las drogas, el alcoholismo y los abusos.
Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la Inteligencia Artificial (IA). “En este debate de la IA ni todo es tan bueno ni todo es tan malo -reflexiona Läckberg-. Si agarras un cuchillo de carnicero, puedes matar a alguien, pero también puedes hacer un plato maravilloso. La IA se puede usar para cosas buenas o muy malas, puede ser una herramienta maravillosa para los escritores, pero no va a sustituir el toque humano”. Fexeus, en consonancia con una perspectiva más “optimista”, opina que la mayoría de los escritores no quiere la ayuda de la IA porque por eso son escritores. “La gente no quiere un texto que ha escrito no se sabe quién. A mí no me preocupa, no creo que nos vaya a poner en peligro”.