En Santa Cruz todo aquel que cuente con un arma y la licencia correspondiente, podrá salir a cazar legalmente pumas, zorros y guanacos desde el 1 de abril hasta el 31 de agosto. Así lo definió el Consejo Agrario Provincial (CAP) mediante una resolución emitida el pasado 27 de marzo, que dio autorización oficial al inicio de la temporada de "Caza Deportiva 2024" en la provincia.
Año a año, esta definición del gobierno provincial genera grandes polémicas entre los ganaderos de ovejas, que reclaman por la seguridad de sus ganados, y ecologistas y ciudadanos preocupados, que advierten sobre la pérdida de la fauna nativa y la afectación en los ecosistemas locales. Este año, frente al anuncio de la autorización de la caza deportiva, cartas de repudio llegaron de varios lugares a la sede del Consejo Agrario Provincial y se organizó una junta de firmas en Change.org., que recolectó más de 20 mil.
De acuerdo con la habilitación, cada persona que cuente con el permiso de caza deportiva puede cazar hasta 8 especies y con un límite de capturas semanales. El número máximo habilitado para cazar es un zorro colorado, un zorro gris y un puma por semana y dos guanacos por día por persona. Por otra parte, la liebre europea, el visón, el consejo europeo y el jabalí, al ser consideradas especies exóticas invasoras, no tienen límite de captura por persona. En tanto, continúa siendo ilegal la caza furtiva de cualquier otra especie que no forme parte del listado.
“En el país, pero en particular Santa Cruz, hay una situación histórica de conflicto de los ganaderos, sobre todo de criadores de ovejas para la producción de lana”, explicó un trabajador de Parques Nacionales. “Antes, en la provincia había grandes estancias y latifundios, pero hoy los campos atraviesan un momento de crisis y van quedando cada vez menos gente con menos ovejas y, justamente, para las personas que tienen menos ovejas el daño que pueden provocar los pumas es porcentualmente mayor a lo que les puede generar a los grandes productores”, sumó otro.
“En un principio, el control letal del puma lo ofrecía el mismo Estado, como una forma de favorecer la producción de ovejas. Cuando esto se dejó de hacer, empezaron a llegar los ‘pumeros’ que son las personas que ofrecen el servicio de caza dentro de los campos de forma particular, lo que implica que los campos que pueden controlar a los pumas son los que tienen el dinero para pagar el servicio”, agregó un tercero.
En este marco, el presidente del CAP, Adrián Suárez, dialogó en la radio local Tiempo FM, en el programa Planeta Tiempo, y manifestó: “No entendemos por qué se armó tanta polémica, es una actividad que se habilita en la provincia todos los años desde hace muchos años y se hace en esta fecha porque no están en una etapa reproductiva”. “Se que por ahí ha habido críticas, pero la verdad es que esta caza deportiva se hace desde hace muchos años e, inclusive, hay muchas personas que viven de esta actividad productiva y del turismo cinegético. Este año tuvo más repercusiones que otros años pero es una decisión que se tomó desde el Consejo Agrario y no queremos polemizar con nadie”, agregó Suárez.
Desde Parque Nacionales opinaron que la repercusión mediática que tuvo este año la medida fue desencadenada por la denominación de "caza deportiva", ya que “toca varias fibras que ahora están más sensibles con lo que es asociar la caza de una especie nativa a un deporte”.
“La normativa implica que hay gente que puede ir de otros lados, registrarse y cazar estos animales. Lo que permite esta manera de control es que las personas que quieran ir a cazar queden registradas y establece un límite en la cantidad de animales que se pueden extraer, a diferencia de las especies exóticas, que no tienen cupo máximo”, aseguró un empleado de Parques y agregó: “De todas maneras, siempre que se habla de 'control de depredadores', se refiere a una estrategia que busca reducir el número de la población, pero no necesariamente las formas de manejo de la especie implican un control. Existen muchas otras técnicas que hablan de estrategias de ahuyentamiento”.
Javier Goldstein, licenciado en gestión ambiental, explicó que este sistema de control de depredadores termina siendo “un círculo vicioso”, porque “cuando se mata al puma, lo que hace es aumentar el rebaño de guanacos debido a que el puma se alimenta principalmente de él. El que ataque al rebaño de ovejas es muy secundario si dejás a los rebaños de guanaco pastorear por la zona. Aunque haya otro tipo de animales, el puma va a elegir siempre al guanaco porque con una sola caza se asegura mayor cantidad de carne, más que de la oveja seguro”.
Y agregó: “El puma es lo que se llama un predador ápex o un superdepredador, es decir que está arriba de la red o pirámide alimenticia. El zorro en cambio es un meso depredador porque está en la etapa intermedia, predan y también son depredados, justamente en parte por los pumas. Por eso es que cuando se empiezan a ver muchos zorros se asume que hay una baja en la cantidad de pumas y es el momento que el zorro queda sin subregulador y empieza a ocupar el lugar biológico del puma, cazando ovejas”.
Goldstein aseguró que hay diferentes sistemas de control o manejo de grandes depredadores. Por ejemplo los perros protectores de ganado, especies de perros que se crían específicamente para que cumplan el rol de guardianes de la manada y acompañen a las ovejas haciendo que sea menos factible el ataque de un puma. También se han usado como estrategia de ahuyentamiento algunas frecuencias de sonidos y luces que molestan a los depredadores y buscan, no controlar, sino ahuyentar a los pumas para que se alejen y busquen cazar otras especies que no son productivas para las personas. Asimismo, hay algunos países con mirada conservacionista, donde el Estado abona el valor del ganado predado, si el productor demuestra que fue atacado por un puma, leopardo o león, para evitar que se lo cace.
Desde Parques Nacionales advirtieron que no todas las estrategias son adecuadas para todos los tipos de productores. “Es una cuestión bastante artesanal poder ir trabajando con cada productor, cada estancia, cada lugar, para convencerlos de cambiar la solución que encontraron de pagarle a una persona para que vaya a cazar en su territorio, para pasar a estas otras estrategias que requieren de inversión de energía y dinero para poder llevarlas adelante”, afirmaron.
De todas maneras propusieron “poner en escala los números de Santa Cruz en particular y observar el impacto que tiene esta medida de caza en la remoción de los pumas”. “La realidad es que no podemos estar demasiado seguros de que realmente represente un impacto. La cuestión de la discusión alrededor de la caza es, sobre todo, filosófica más que en relación a los números de la especie, ya que los pumas son una población que al momento se encuentra en expansión en la Patagonia”, completaron.
Informe: Lucía Bernstein Alfonsín