La oposición en Santa Fe cree que el gobernador Maximiliano Pullaro le debe gran parte de sus recientes y modestos logros en materia de lucha contra la narcocriminalidad a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich y al ex ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni. La primera acomodó el verdadero problema carcelario que estaba en los penales federales sobre todo y el segundo operó para sembrar de móviles de la bonaerense a las calles de Rosario. También los vehículos del Ejército hicieron la diferencia. “Bullrich no tiene un peso, sin los patrulleros de Axel Kicillof la situación no habría cambiado”, dicen los dirigentes que acompañaron convencidos las leyes que Pullaro remitió sobre seguridad a la Legislatura, aunque objetan muchos de los cambios al sistema procesal penal. “Los mismos que armaron una fiesta por los 10 años del sistema acusatorio, a los pocos días tiraron para atrás a todo el Ministerio Público de la Acusación”, aseguran.

A pesar de todo hay una mirada positiva de la oposición hacia la gestión de la Fiscal General María Cecilia Vranicich en la conducción de las investigaciones. Un alto contraste, sostienen, con el cuestionado accionar de Jorge Baclini que “se esmeró más en jugar a la política que a interesarse por las causas más importantes vinculadas a la violencia criminal”.

Hay un reconocimiento de gran parte del peronismo santafesino de que Aníbal Fernández no movió un dedo para cambiar la seguridad en las cárceles federales “y no escuchó los requerimientos” que le hacían desde la gestión del ex gobernador Omar Perotti.

Y advierten que desde la Nación siguen desconfiando de la policía provincial y que los principales golpes a las bandas se dieron con fuerzas federales coordinadas que, a lo sumo, convocaban a último momento a elementos de la fuerza santafesina. Creen además que la célebre foto de los presos sentados semidesnudos en un penal provincial al estilo Bukele (por el presidente de El Salvador) “fue armada precisamente para mostrar iniciativa provincial y no regalarle todo el terreno a Bullrich”. También valoran la gestión de Federico Angelini como subsecretario de Intervención Federal del Ministerio de Seguridad de la Nación. “Demostró conocimiento técnico y audacia política en la articulación con la provincia y la ciudad de Rosario”, dicen. En este tema particularmente coinciden con la caracterización que hacen del funcionario en el entorno del intendente Pablo Javkin. “Cuando está ocupado (Angelini) no tiene tiempo de hacer maldades”, aseguran por sus características en la operación político electoral y partidaria.

De hecho Angelini es otro que no está dispuesto a que Pullaro se lleve laureles que deben ser compartidos, en todo caso. De hecho está en plena batalla con la vicegobernadora Gisela Scaglia por la presidencia del PRO santafesino y no se priva de señalar públicamente que el armado del gobierno provincial “se parece más al Frente Progresista que a otra cosa”, por el espacio que consiguió el socialismo en las distintas estructuras.

Zafar de una interna vergonzosa

Si bien la noticia de mayor estruendo en el peronismo santafesino es la reciente ruptura del ex diputado provincial Leandro Busatto con La Corriente de la Militancia que orienta Agustín Rossi; la fractura dejó al descubierto un acuerdo superestructural del PJ que incluye al ex ministro de Defensa, al senador provincial Armando Traferri y al conductor del Movimiento Evita en la provincia, Gerardo Rico. Así se armó la nueva conducción partidaria que, eso sí para satisfacción de todos, evitó una interna que hubiese expuesto públicamente la mengua electoral del sector que gobernó la provincia hasta diciembre de 2023. “Nos hubiese pasado lo de Entre Ríos, donde sólo un 7% fue a votar en las internas partidarias recientes”, comentó un dirigente peronista de relevancia.

Busatto no es el único que tiene ganas de salir de al lado del Chivo después de todos estos años de compartir un mismo espacio. La renovación política tan mentada casi nunca ocurre en la práctica: Nadie se va de ningún lugar que ocupa para alentar a los que vienen de atrás. Más cuando los espacios para el peronismo se achicaron notablemente. Busatto advirtió además la mano de Alejandro Rossi (hermano de Agustín) detrás del armado de una agrupación peronista de Santa Fe que depositó a María Luján Rioja en la vicepresidencia primera del PJ, también por una cuestión de cupo femenino.

El caso de Roberto Sukerman es diferente al de Busatto. El ex candidato a intendente de Rosario siempre jugó más suelto y amplió sus horizontes más allá de los límites que imponía el rossismo, aunque ocupó muchos lugares referenciado en el ex candidato a vicepresidente de Sergio Massa. La concejala Norma López no oculta su incomodidad de cara al futuro y escucha a los sectores que se están reordenando.

El fin de semana hubo en Rosario reuniones entre Busatto, Eduardo Toniolli y dirigentes de Ciudad Futura que encabeza Juan Monteverde. “Hay hasta un entendimiento generacional” comentaron todos los sub 50 como se los conoce a estos referentes. Y saben que el armado peronista tradicional que se negoció en torno del partido sería hoy más castigado en las urnas de lo que fue en las pasadas elecciones. Con todo, el diputado nacional Toniolli se mueve en esta ambivalencia que lo llevó a ocupar una de las vicepresidencias partidarias. También La Cámpora quedó representada con Marcos Cleri en la secretaría general del renovado PJ.

Por fuera, pero sin romper, el senador Marcelo Lewandowski eligió dar un paso al costado al frustrarse la posibilidad de imponer a Silvina Frana como titular del partido a nivel provincial. El sector del ex gobernador Omar Perotti es el que más lejos quedó de la estructura partidaria y sabe que el nucleamiento actual coincide con quienes lo enfrentaron en la interna, y en otros terrenos también, en los últimos años. “Todos fueron parte del gobierno, pero lo acusan a Perotti de mezquindad política. No es fácil de entender”, sostuvo uno de los referentes de ese espacio.

El ex gobernador sostiene su pacto de silencio que empezó apenas terminó la transición con el gobierno entrante. En el gabinete de Pullaro prefieren no nombrarlo aunque sí critican con dureza algunas de sus políticas públicas a las que referencian como “de la gestión anterior”. Saben que por más que haya sido derrotado en las urnas y permanezca en silencio sigue siendo uno de los nombres preponderantes del peronismo santafesino. “A pesar de cómo están las cosas, no es al que preferirían enfrentar en un futuro”, sostienen alrededor del ex mandatario rafaelino. Y agregan con malicia que el nuevo armado peronista resulta “el más cómodo para el propio Pullaro”.

Pero el valor del armado partidario se cifra en su propio presidente: Un ex senador provincial que perdió en su departamento por el 50% de los votos. Efectivamente, Guillermo Cornaglia es un perfecto desconocido para la casi totalidad de la provincia. Está allí sólo porque “es uno de los nuestros” dicen en secreto los senadores que además son los únicos que pueden insuflar recursos frescos a la estructura partidaria. Los que ven un futuro distinto para el peronismo provincial, prefieren tomar cierta distancia del nuevo partido aunque casi todos hablan con casi todos.

Cornaglia, ex senador y ahora abuelo, es el nuevo presidente del PJ santafesino.

 

El criterio partidario es que todos se comprometan con el armado de la fuerza y se organicen por lo menos dos Congresos Ordinarios anuales. También formación política y un perfil más alto para la discusión de los principales temas de gestión. “Estamos ante un gobierno nacional que está castigando duramente a la sociedad y frente a un gobierno provincial que no defiende a los trabajadores”, sintetizó un dirigente peronista que es parte de la nueva conducción y que prometió que “más temprano que tarde se volverá a ver el peso del peronismo en la provincia”.