“Nos encontramos ante el desafío de cambiar; de asumir el liderazgo de una forma nueva, tal vez distinta a lo que hemos aprendido en nuestra formación… O a la que hemos vivido como obispos en nuestras diócesis”, afirmó el presidente del Episcopado, el obispo Oscar Ojea, al dirigirse a sus pares en la homilía de la misa con la que se inauguró, en la localidad bonaerense de Pilar, la asamblea de la jerarquía católica que se extenderá hasta el próximo viernes. El llamado del titular de la diócesis de San Isidro se encuadra en la línea de los cambios pedidos por el Papa Francisco, que también incluyen a quienes conducen la Iglesia, algo que quedó de manifiesto en las iniciativas sinodales.
“Esta reforma sinodal y misionera me recuerda a los cambios del Concilio Vaticano II, cambios que pusieron en crisis a muchas personas que no reconocían en esos cambios la Iglesia en la que habían sido formados”, sostuvo Ojea aludiendo –sin ninguna mención explícita- a las resistencias que en el interior del mismo cuerpo eclesiástico vienen recibiendo las propuestas del papa Jorge Bergoglio. “Estamos llamados –siguió diciendo el presidente de la Conferencia Episcopal– a dar nuevos pasos que, tal vez, nos harán sentir menos seguros porque tardarán en cristalizarse nuevas estructuras y nuevas modalidades”. Para subrayar luego que “el que tiene fe no le teme al cambio y, si a veces el sentimiento del miedo asoma, igual se anima a seguir adelante porque cree que el Señor de la historia está sosteniendo ese cambio en la Iglesia, está sosteniendo a las personas y está sosteniendo a la misma Iglesia”.
En la misma línea de razonamiento, Ojea llamó a “revisar nuestras estructuras de participación episcopal para favorecer mejor nuestra colegialidad y nuestra comunión” y dijo que “sería bueno preguntarnos si los organismos de la Conferencia Episcopal funcionan adecuadamente para lograr ser una Iglesia sinodal y misionera”.
La asamblea episcopal, a la que se convocó a 97 obispos de todo el país, comenzó el lunes por la tarde con el “intercambio pastoral”, momento en el que los miembros de la jerarquía católica exponen la situación en sus respectivas diócesis desde su perspectiva religiosa y pastoral.
Las deliberaciones están encabezadas por Ojea, obispo de San Isidro y en su calidad de presidente, junto con los miembros de la Comisión Ejecutiva que también integran Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y vicepresidente primero; Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca y vicepresidente segundo; y Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata y secretario general de la CEA.
“Animar la sinodalidad es trabajar juntos, pensar juntos y discernir juntos. Pero también es rendir cuentas, es dejarnos interpelar y cuestionar. Se trata de vivir un liderazgo humilde y servicial al estilo de Jesús”, les dijo Ojea a sus pares obispos.
En la agenda del encuentro episcopal se incluyó también la consideración sobre “la realidad del narcotráfico” y un bloque dedicado a “los nuevos lenguajes culturales y las dinámicas de comunicación propias del tiempo actual”. En otro momento, “los obispos dedicarán la jornada a profundizar los vínculos entre sinodalidad y colegialidad”, atendiendo a la agenda de reflexión planteada por el papa Francisco en los sínodos de toda la Iglesia Católica, cuya próxima etapa se realizará en octubre de este año en Roma.