Camila Mitre, periodista de TEA y Diario Publicable, preguntó en la conferencia de prensa del vocero presidencial Manuel Adorni, si se tiene en cuenta el cupo travesti trans a la hora de despedir al personal del Estado.
La respuesta de Adorni evadió el tema y terminó fundamentando su argumentación en los méritos personales en la selección de las personas. Además de hacer referencia exclusivamente al cupo femenino como si se tratara de lo mismo.
Hasta ahí, ninguna novedad. Evasión e invisibilización de las brechas de género.
Lo preocupante es que a partir de esa pregunta la periodista sufrió un ataque personal en sus redes: posteos con titulares estigmatizantes, imágenes que modificaban su rostro para hacerla parecer desencajada, descalificaciones sobre su cuerpo y chicanas.
Nuevamente los ataques, nuevamente contra mujeres. Ataques que parecieran buscar atemorizar a quien pregunta o cuestiona, con la finalidad de silenciar sus voces.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos, establece que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Asimismo, sostiene que no se puede restringir ese derecho de expresión por medios que se encaminen a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.
Esta práctica de hostigamiento, que ya parece sistemática, vulnera los derechos constitucionales.
Para Camila Mitre “insultar a los periodistas es un método de amedrentamiento que se presenta como una práctica normal de los seguidores de Milei. Estamos viendo un troll center de ataque contra periodistas con discursos crueles”.
El otro problema de fondo es la importancia de la pregunta. Según la publicación Diversidad sexual en el ámbito laboral del INADI, “el 95 % de la población travesti está o estuvo en situación de prostitución, mientras que el 77% afirma que dejaría de prostituirse si tuviera la posibilidad. Existe una gran exclusión en los empleos formales, tanto en empresas privadas como en instituciones estatales, y los empleos informales se caracterizan en gran medida, por la baja calificación y una menor remuneración económica”.
Para Mitre, “el colectivo travesti trans sufre mucha vulnerabilidad. El promedio de vida de estas personas es de 40 años. Porque viven en condiciones insalubres, sufren la expulsión de sus hogares a temprana edad, tienen que dedicarse a la prostitución por las dificultades para acceder a un trabajo, la discriminación hace que no puedan acceder a un techo. Todo eso hace que la expectativa de vida sea la mitad del resto de la sociedad”.
Este nuevo ataque hay que leerlo al lado de otros. La represión a periodistas que cubren las manifestaciones, la intervención policial y cierre del ENACOM (organismo encargado de regular las telecomunicaciones y los medios audiovisuales), la intervención y cierre de medios públicos, el desfinanciamiento de medios comunitarios y los discursos de odio como política de Estado.
“Cada vez somos menos libres”, concluyó la periodista.
* Licenciado en Comunicación Social UNLZ. Profesor de la UNRN.