A inicios de 1987, Luca Prodan ya sentía la muerte en el cuerpo y le había dicho a su amigo Rodrigo Espina que grabe con su cámara las aventuras con Sumo, porque creía que no pasaba de fin de año. Tenía razón, la Parca lo estaba sacando a bailar y a él le gustaba molestarla con su banda y sus payasadas, quitarle dramatismo y dejar grabado en video los destellos que sirvan sino para la eternidad, al menos para las generaciones futuras.
Tal vez también quiso dejar sus últimas llamaradas de lucidez. Fuck you!, el último show, es un Prodan en estado volcánico antes de hacerse humo, es un registro que funciona como el despliegue de la potencia espectral de Sumo, y al mismo tiempo su revés. El documental es un retrato exhaustivo de la presentación de After Chabón, tercer disco de Sumo, en el estadio Obras el 10 de octubre de 1987. Pero no es el mero registro del show, es más bien la performance intimista de Prodan y su séquito. Tampoco es su último recital, sino que fue la última celebración desbordada de Sumo en el estadio que ya había sido bendecido a escupitajos por la cultura rock; faltaban dos recitales y poco más de dos meses antes de la muerte de Luca Prodan. Fuck you! es una estocada del rock de los 80, uno de los duelos finales de una década que tuvo la misma cantidad de oscuridad y de reflectores que encandilaron, esa tensión que Sumo representó mejor que casi nadie.
El derecho a darse vuelta
“Esta noche el show es un show al revés… a mí se me dio vuelta la vida… también es un show dedicado al amor y a que la gente se respete uno al otro”, son las primeras palabras con que Luca Prodan enfrenta al público en el escenario de Obras. ¿Cuál es ese revés que promete desde el inicio? La respuesta no es tan simple, porque Sumo ya había dado vuelta casi todo: había desacomodado la categoría de “rock nacional” con sus influencias y sus letras en inglés; había también fusionado géneros: iban del punk al post-punk mezclándolo con su “reggae cordobés” o incluso con jingles publicitarios; le había sacado lo careta y toda solemnidad a los recitales con un descontrol escénico que podía dispararse para cualquier lado; incluso el mismo Luca era una burla full time de la idea de “estrella de rock”.
Sumo ya había mirado al mundo como el murciélago protagonista de su canción “El cieguito volador”, quien dice, colgado patas arriba: “Yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos”, versos donde, como se escucha en el documental, ese día dejan las gargantas las huestes en Obras.
¿Qué queda por dar vuelta? Tal vez la homofobia del rock. En Fuck you! la palabra que más se pronuncia es “trolo”, se repite casi de manera absurda, fetichista, en el backstage y en escena. Tal vez sea la película argentina que más usa esa palabra, un hermoso insulto demodé que Prodan llega a conjugar en primera persona y que recorre el documental dirigido por José Luis García como una afirmación, como una ironía, como una provocación, como una nueva revuelta del rock.
Todos putos
Ese 1987 empezó como el año de la confusión. El 23 de enero en Santa Clara del Mar se realiza el Festival Rock en Bali durante dos días, la primera jornada la cierra Virus pero antes toca Sumo. Como la banda de Luca Prodan tiene poco tiempo, no llegan a hacer la lista de canciones que tenían planeada. Un poco enojado, Prodan se despide del público anunciando que luego tocará Virus, y agrega “lo que pasa... somos todos putos… tenemos ganas”.
Ese comentario se interpretó mal como el insulto habitual que desde siempre el público idiota le gritaba a la banda de Federico Moura, pero era solo un modo de autocrítica de Sumo por no atreverse, como banda, a tocar una canción más. Si había una posibilidad de ser interpretado como un dicho homofóbico, al menos no era contra la banda platense Virus. Todo se prestó a una gran confusión porque parte del público de Rock in Bali también insultó a Virus con toda la homofobia que había concentrada en la escena rock en esa época.
El malentendido creció y en una entrevista en la revista Canta Rock de marzo, Federico Moura responde al supuesto insulto de Prodan, y recuerda que Alejandro Lerner en el Prima Rock, el 21 de septiembre de 1981, aún en dictadura, se hacía cómplice de la homofobia del público que abucheaba y tiraba naranjas a Virus en su primera presentación más multitudinaria. El documental Fuck you!, filmado en la primavera de 1987 pero montado para estrenarse este año, deja en claro que ni Luca Prodan ni Sumo ofendieron a Virus, sino que, por el contrario, a esa altura del partido habían asumido enfrentarse a la homofobia del público.
Estallando desde el escenario
En otra primavera, la de 1985, Luca había subido al escenario del festival Rock & Pop en la cancha de Vélez, con una peluca “brillante e invasora como las guirnaldas que adornan los árboles de navidad, le llega hasta los hombros”, como recuerda Damián Damore en Luces calientes, su libro de crónicas de recitales de Sumo en Buenos Aires. Con ese look glam y absurdo enfrentó al público que llenaba el estadio presentándose así: “Hola, yo vivo en el Abasto y me dicen la Nina Hagen criolla”. Aquello podría ser la descripción del inicio de un sketch de Batato Barea de esos mismos años, porque el clown travesti vivía en el mismo barrio. No fue la única vez que Prodan usó esa peluca en un recital, en el backstage de Obras se ve que trae un bolso con otra peluca, como si fuera su kit de dragqueen.
En Fuck you! hay una escena donde Prodan presenta a las tres coristas que lo van a acompañar y el público empieza a insultarlas, a gritarles “Putas”. Prodan les para el carro: “No, espera, pará, pará. Nada de machismo”, y explica que son mujeres inteligentes que tienen sus sensibilidades, “no son ninguna putita que cogen todos los músicos”. Una forma torpe, vista desde hoy, pero honesta de parar a la multitud en esos años.
Lo cierto es que la primera formación de Sumo tenía a la baterista Stephanie Nutall, y ella recordaba en otro documental, Luca (2007), que la gente también le gritaba “puta” en los recitales de inicios de los 80, aún en dictadura. La primavera democrática no trajo aires nuevos al machismo del rock, pero Luca Prodan fue uno de los que intentó enfrentarlo. Hay un paralelismo conmovedor, en el documental: en la prueba de sonido, con Obras vacío, tocan "Estallando desde el océano", una de las mejores canciones de Sumo y tal vez del rock argentino, y Luca decide no cantar, no probar su voz y ponerse a bailar en el escenario, a divertirse con su propia música. Cuando luego la tocan frente al público, mientras Luca canta la cámara de Rodrigo Espina se desvía para mostrar a una niña (¿Tamara Pettinato?) que baila un poco escondida entre el humo que echa una máquina, no es parte del show sino que la niña sale caprichosa de bambalinas a jugar un rato en escena.
Hay un posible paralelismo de esas dos escenas, como una transformación de Prodan en niña, ambos atraídos por esa canción para escapar de la puesta en escena típica del rock, es el juego pidiendo pista y despegándose de ese lugar reducido y reaccionario de un público que no entiende que la música, como dice Luca en algún momento, hay que usarla para volar. No es casualidad que el videoclip que había hecho Sumo de "Estallando desde el océano" retrataba a una mujer rebelde fugándose entre la niebla.
Llegando los trolos
Cuando Luca Prodan finalmente presenta a Andrés Calamaro, junto con quien había ensayado el cover de una canción de La novicia rebelde para cantar en escena, el público, del machismo a la homofobia sin escala, empieza a gritarle “puto, puto, puto...” Y Prodan reacciona de nuevo: ”Se olvidaron lo del respeto mutuo”, les recuerda y sigue: “Como decía mi abuela ¿acaso no somos todos trolos? Somos todos trolos”.
Acto seguido, Prodan pregunta a cada corista en el escenario y a uno de los músicos: “¿Yo soy trolo?”. Las cuatro respuestas son sí. De Luca a “Loca” Prodan, el italiano se para de manos frente a la homofobia y se da vuelta, le pega una patada al ojo blindado que lo mira en Obras. El After Chabón se convierte entonces en un anuncio y una renuncia: dejar atrás la cultura chabón del rock y su disciplinaria forma de masculinidad. Esa respuesta recuerda cuando a Miguel Abuelo le gritaron “puto” y el respondió: dejá vivir. En lugar de renegar del insulto o de mostrarse como un machito camorrero, Prodan y Miguel Abuelo lo encarnan, se reafirman en esa posición queer. Así, Prodan se pasa el documental bautizando de trolo a todo el mundo a su alrededor y a sí mismo para crear una tribu trola, una coraza contra la runfla tarada, contra el seudopunkito.
En Fuck you! también Roberto Pettinato, saxofonista de Sumo, compara a Prodan con Lou Reed y tras este recital se reafirma que caminan por el mismo lado oscuro, sinuoso, ambiguo. “En la Argentina hay un millón de gays y 28 millones que los miran con hambre”, dice también Petinatto, en el camarín, ampliando a todo el país la tribu trola. En su ajado brillo en VHS, en su informalista movimiento de cámara en mano, con la misma vitalidad arriba y detrás del escenario, en su ternura sucia, en la sonrisa alcohólica y drogada de la troupe, Fuck you! restituye todo el potencial primitivo del punk, cuando esa palabra era sinónimo de puto. El punk que puede cantar una canción de La novicia rebelde y una de los Beatles también puede ser el puto menos pensado.