El hasta ahora presidente de la Sociedad Rural Argentina y nuevo ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, asumirá con cucardas dignas para un podio macrista: por su condición de esclavista, ya que en su calidad de empresario mantuvo a los hermanos Antonio y Sergio Cornejo en condiciones laborales infrahumanas, y la de evasor, con dos causas penales iniciadas en la justicia ordinaria y federal de Entre Ríos. En la causa aún abierta por administración fraudulenta (desviación de préstamos del Banco Itau y Nación y vaciamiento societario), el fiscal Alejandro Cánepa ya solicitó el pedido de indagatoria, demorado por cuestiones “procesales”. Desde que asumió Macri, Etchevehere fue casi un ministro en las sombras, fue el primero en defender la disolución del Renatea junto al Momo Venegas, los cambios en los convenios colectivos de trabajo para algunos sectores rurales y la apertura importadora de carnes.
Cuando los hermanos Cornejo fueron encontrados por el Renatea en mayo de 2014 dentro de un campo del Grupo Económico Etchevehere (La Hoyita) la primera reacción del presidente de la SRA fue decir que eran “montaraces” y que el campo en cuestión no tenía nada que ver con su empresa, Las Margaritas SA. Lo de “montaraces” no fue más que la confirmación del desprestigio que sentía Luis Miguel Etchevehere por los dos trabajadores. Sergio y Antonio cosecharon lino, soja, fueron banderilleros, arreglaron los alambrados, limpiaron malezas, siempre para este grupo económico.
Los Cornejo ingresaron a La Hoyita en 1976, cuando ya se había consumado el golpe cívico militar. En 1980, los peones perdieron sus derechos laborales, recuperados recién en 2011. Con la llegada de Macri, esos derechos se derogaron de facto al desintegrar el Renatea. Desde que Macri llegó al Gobierno, Etchevehere se vanaglorió de tenerlo de aliado al Momo Venegas y de afirmar que si a los empresarios les iba bien, también a los peones. Venegas –uno de los garantes de la explotación laboral en el sector rural– asentía desde el palco de la SRA. Con la eliminación del organismo, Etchevehere logró moverse de manera impune. Nunca reconoció ningún vínculo con los Cornejo, a los que siempre denominó “montaraces”.
La respuesta que le dio el presidente de la SRA a este cronista fue que el campo donde habían sido encontrados los hermanos Cornejo no tenía nada que ver con la empresa de su propiedad, Las Margaritas SA. Sin embargo, en el libro De Patrones y Peones, los aliados esclavistas de Mauricio Macri (Acercándonos Ediciones, 2016), quedó constancia de una escritura del campo La Hoyita, el mismo donde trabajaban los Cornejo, presentada por Etchevehere para tomar una serie de préstamos, que a su vez están investigados en la justicia ordinaria y federal de Entre Ríos.
Luis Miguel Etchevehere, Sebastián Etchevehere (ex directivo de Adepa) y Juan Diego Etchevehere, responsable del Enacom Entre Ríos, hicieron con los Cornejo lo que quisieron. Los explotaron por años y cuando el caso saltó a la luz, los llevaron a un pueblo cercano y les hicieron firmar una serie de documentos para intentar quitarle responsabilidad al Grupo Económico, les dieron 20.000 pesos a cada uno y un helado. Pero los Cornejo se animaron a dar su testimonial ante la justicia. Declararon ante los abogados de la Sociedad Rural (porque Etchevehere ha utilizado en sus causas personales hasta los letrados de la entidad), se expusieron, narraron su verdad. Pero todo resultó en vano. El poder de “patrón de estancia” de los Etchevehere fue más fuerte. Ni el fiscal Samuel Rojkin ni la fiscal que lo sucedió investigaron el caso. Etchevehere se salió con la suya.
Cuando el poder económico se siente impune, no le importa dejar por escrito sus delitos. Pocas veces en la historia un empresario brindó detalles explícitos de una maniobra de evasión, vaciamiento y defraudación. Etchevehere lo hizo. El 12 de agosto de 2015, PáginaI12 publicó un serie de correos electrónicos entre el ahora funcionario con su contador y abogado, Carlos Moro y Guillermo Budasoff, respectivamente. “Respecto del acta de entendimiento que –sin nuestro consentimiento– firmaron en 2010 por la que acuerdan `vaciar` la sociedad, no deberían firmar otra diciendo que ya está cumplido el objeto (vaciarla) de aquella, en el mejor de los casos le podrían hacer una adenda en el mismo texto diciendo que la dejan sin efecto ni valor alguno porque una cosa es repartirse el patrimonio y otra dar en pago legítimas acreencias.” Este correo fue enviado por Carlos Moro a Etchevehere.
La empresa vaciada fue SAER, editora de El Diario de Paraná y la empresa insolvente que recibió varios inmuebles por casi 5 millones de pesos fue Construcciones del Paraná. Para eludir al fisco y evitar que la AFIP se diera cuenta de la insolvencia de Construcciones del Paraná, el financista Walter Grenón aportó su estructura de mutuales. “Creemos que son de vital importancia los siguientes ítems: Contratos de mutuos, que sean con firmas certificadas. El dinero de los mutuos se acredite en cuenta bancaria. Balance, va a llamar la atención al fisco, el crecimiento abrupto del nacimiento de la sociedad al primer ejercicio. Si se cae el mutuo (como prueba documental para con la AFIP) hay que pagar el 35 por ciento de ganancias, el 21 de IVA más intereses y multa. Sin dejar de tener en cuenta que los montos generan una denuncia penal al caso”. El que le escribió este correo a Etchevehere fue su contador, Guillermo Budasoff.
La Ceocracia llegó para romper lazos de solidaridad. Si en los últimos lustros se luchó por una sociedad más igualitaria, por la reconquista de derechos o la creación de derechos, la presencia de Etchevehere en el gabinete de Macri no es más que la confirmación de los tiempos que se viven.