El correcto registro de las empleadas domésticas es fundamental para garantizar sus derechos laborales y protegerlas ante cualquier eventualidad en su empleo. Para ello, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) establece ciertas pautas que deben seguirse al momento de elaborar el contrato laboral. ¿Qué datos se deben tener en cuenta y cómo se hace el contrato laboral?
Antes de formalizar el contrato, es esencial llegar a acuerdos sobre varios puntos fundamentales. En primera instancia se debe definir la modalidad de trabajo, que puede ser de dos tipos: con retiro o sin retiro. Esta decisión tendrá repercusiones significativas en aspectos cruciales como el salario, los días de descanso y la distribución de las jornadas laborales. Por ende, es imprescindible establecer estos términos de manera precisa y clara.
Además, las empleadas domésticas pueden ser contratadas en diversas categorías según sus responsabilidades, que van desde supervisora hasta personal para tareas generales. Cada categoría tiene una remuneración mínima asignada, la cual debe ser contemplada en el contrato.
La jornada de trabajo está estipulada en ocho horas diarias o 48 horas semanales, con un máximo excepcional de hasta nueve horas por día. Es importante especificar estas horas en el contrato para evitar malentendidos.
En este contexto, y dependiendo de la modalidad de trabajo, se deben garantizar los descansos adecuados. Las empleadas sin retiro deben tener un reposo diario nocturno de nueve horas, mientras que las empleadas con retiro deben contar con al menos doce horas entre jornadas.
Asimismo, el contrato debe incluir un período de prueba, que es de 30 días para empleadas sin retiro y de 15 días para aquellas con retiro. En el caso del personal que presta servicio por horas, el período de prueba no puede exceder los tres meses. Durante este período, cualquiera de las partes puede finalizar la relación laboral sin expresar causa, pero la empleadora no puede contratar a la misma empleada más de una vez utilizando este período.
Es fundamental incluir en el contrato los derechos y obligaciones tanto del empleador como de la empleada doméstica, incluyendo vacaciones, licencias y la posibilidad de indemnización en caso de despido.
Empleadas domésticas: cómo hacer el contrato en blanco
El contrato de trabajo para empleadas domésticas puede adoptar diversas formas, según lo convenido por ambas partes. Sin embargo, se presume que el acuerdo es por tiempo indeterminado, a menos que se especifique lo contrario. Entre los datos necesarios se encuentran:
- Identificación de las partes: Es fundamental incluir los datos completos tanto de la empleada doméstica como de la empleadora, incluyendo nombres, números de documento, direcciones y cualquier otra información relevante.
- Detalles del empleo: Se debe especificar la función que desempeñará la empleada doméstica, así como el horario de trabajo y cualquier otra condición relevante.
- Remuneración: Se debe establecer de manera clara y precisa el salario que recibirá la empleada doméstica, así como la forma y frecuencia de pago.
- Condiciones laborales: Es importante detallar cualquier otro aspecto relevante, como los días de descanso, las vacaciones, los beneficios adicionales, entre otros.
- Firma de ambas partes: Una vez redactado el contrato, tanto la empleada como la empleadora deben firmarlo como muestra de acuerdo y aceptación de las condiciones establecidas.