Una mujer y su pareja conciben situaciones diversas para seducir a un joven con el objeto de pervertir su integridad, proceder éste que repiten cíclicamente. Escarabajos, obra escrita por Pacho O’Donnell, puede verse como la historia de un aprendizaje cruel que previamente sufrieron otros en el mismo contexto. La obra acaba de estrenarse con la dirección de Juan Manuel Correa en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543) con la actuación de Nelson Rueda, Victoria Onetto y Eloy Rossen.
En la entrevista con Página/12, director y autor acuerdan en que no se trata de una familia disfuncional: “Cuando la escribí no quise hablar en términos patológicos”, afirma el dramaturgo, en tanto que el director adhiere también a una lectura por fuera de ese esquema. “Cuando tuve que elegir un director para esta obra pensé en Juan Manuel Correa”, explica el autor y médico psicoanalista, “porque como actor y como director me demostró su capacidad de riesgo”, define. Escarabajos fue la primera obra que escribió y también la primera que dirigió Hugo Urquijo, en aquel momento, recientemente recibido de médico psiquiatra. El estreno se produjo en 1975 en el Teatro Payró con la actuación de Alicia Berdaxagar, Mario Alarcón y Víctor Hugo Iriarte (ver aparte).
Cuenta O’Donnell que ya en 1973 había escrito su primera novela, Copsi (combinación de Coca Cola con Pepsi) y un libro de cuentos llamado La seducción de la hija del portero, que fue considerado pornográfico. La misma suerte corrió Escarabajos, obra tildada de escandalosa e inmoral por el entonces intendente de la ciudad, brigadier Osvaldo Cacciatore. Sin embargo, su opinión no pudo impedir que la pieza recibiera el Premio Municipal a la mejor obra del año. “Mostrar a un personaje masturbándose en escena era muy riesgoso por entonces: la violencia del Estado venía acompañada por una propuesta moralista”, subraya el dramaturgo.
-¿Cómo abordaste la dirección de esta obra?
Juan Manuel Correa: -En principio, con dudas. Me sorprendió que Pacho no me pusiera ningún condicionamiento. Pero apenas la leí me cautivó su fuerza, su dinámica, la fibra de los personajes. Y me interesó encontrar lo que hoy nos resuena en un texto escrito hace 50 años. Pienso en el poder y de dónde nace esa fuerza que te va fagocitando mediante la zanahoria del consumo, en un entramado social donde el individualismo hace más difícil la salida de lo preestablecido.
Pacho O'Donnell: -Escarabajos fue escrita desde el horror, en tiempos de la Triple A. Y quien la dirija no tiene que tener temor al abismo. Trata temas movilizantes, y el director no puede ser prudente: tiene que manifestar la violencia intrínseca de esos personajes que se disputan el poder. Esta primera obra mía tiene una ferocidad que otras no tuvieron. Yo encuentro que aquí la relación entre Marta y Rubén (la “madre” y el “hijo”) es muy jugada. Y es muy interesante ver cómo se pasa de la sutileza que implica la seducción a la violencia de la tragedia.
J. M. C.: -Entre esos dos personajes, una caricia contenedora puede transformarse en una caricia erotizante.
P. O.: -Ahí, cada uno lucha por el poder con su mejor arma: Oscar, con el poder masculino y Marta, con su seducción histérica, porque no entrega, sino que frustra. El chico pierde siempre, a pesar de producir ternura y atracción.
-¿Por qué sucede esto?
J. M. C.: -La juventud y la belleza deberían tener un gran poder y sin embargo el joven no puede desplegarlo. El suyo es un poder aplacado, velado por la diferencia social. Hay una identidad profunda que él no reconoce como propia.
P. O.: -Siempre digo que no quise hablar en términos patológicos. Yo la considero una familia burguesa normal. Lo que pasa es que la familia es un lugar peligroso, un lugar de combate. Todos dejamos jirones luego de pasar por la familia. Ahí se reproducen las mismas vicisitudes del capitalismo.
-¿Compartís la misma interpretación?
J. M. C.: -Sí, pero también puedo pensar que la familia representa fuerzas superestructurales que crean una matriz de comportamientos que se replica en forma interminable.
P. O.: -Yo me reconozco en todos los personajes. Y creo que hay un punto ciego, inconsciente, en quien escribe y es por eso que prefiero que sea el espectador el que interprete el sentido. Todas las lecturas son válidas. El horror está ahí.
-Es eso también lo que vuelve actual a Escarabajos…
P. O.: -El teatro es un campo de ideas y para la derecha, la cultura no es otra cosa que un campo de adoctrinamiento. Es por eso que piensan en combatir y destruir la cultura. No es una fantasía nuestra, ése es su pensamiento.
* Escarabajos, en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), sábados a las 20.
Aquella primera puesta
Pacho O’Donnell se explaya sobre la primera versión de Escarabajos: “La situación del país era muy poco propicia (la experiencia me ha enseñado que nunca son buenos los tiempos para el teatro) ya que el mismo día del estreno se desencadenó el caos social y económico provocado por el “Rodrigazo” mientras reinaba el terror impuesto por la Triple A. El tema de Escarabajos era muy revulsivo y no faltaron quienes nos aconsejaron no estrenarla. Pero nos animamos. La maravillosa actuación de Alicia Berdaxagar obtuvo el entonces ambicionado y hoy desaparecido premio Moliére que otorgaba la Embajada de Francia. Por mi parte recibí el premio Argentores, el Municipal y el del Fondo Nacional de las Artes”.