Pensarse sin El Círculo no se puede. Y no se debe. La insustituible sala de la ciudad cumple 120 años, en el marco de una agenda que articula espectáculos diversos, y que estrena por estos días –hoy a las 19, y el 25 y 27 de abril a las 20– La Bohème, la ópera de Giacomo Puccini, con dirección musical de Javier Mas y dirección escénica de Carolina Basaldúa. “Además de recibir espectáculos, El Círculo es una fábrica de producción artística, porque somos una institución productiva; tal como sucede con la ópera, que es toda de elaboración nuestra”, comenta a Rosario/12 Guido Martínez Carbonell, Presidente de la comisión directiva de Teatro El Círculo.
-Además de lo que significa la programación de sala, me gusta reparar en el placer visual y espacial que El Círculo produce a los rosarinos.
-Es un edificio de 120 años, y por eso mismo bastante vulnerable; pero bueno, aquí estamos, cuidándolo. Restauramos toda la cúpula el año pasado, fue una tarea monumental. Cuando se construyó, el teatro se llamó Teatro de la Ópera; se inauguró en 1904 con Otello. Lo hizo construir Emilio Schiffner, un empresario, porque en Rosario había una colectividad italiana y española que demandaba la ópera como género, también porque estaba de moda en todo el mundo. Era el género musical artístico que estaba en boga, y el teatro se construyó como se construían en esa época. Todo venía de Europa: las butacas son de Florencia, las luminarias de Alemania y de Francia, los mármoles de Carrara; además, fue construido como única atracción, porque en ese entonces no había radio, cine ni electricidad, que recién aparece en 1910, cuando empezó a funcionar la Usina San Martín. En esas condiciones, te imaginarás, todos estos artesanos y artistas que venían de Europa, encontraron trabajo y construyeron el edificio, desde oficios hoy extintos, como medallistas, ebanistas, estucador. Y, fundamentalmente, Giuseppe Carmignani, pintor y también decorador y escenógrafo, que fue quien pintó la cúpula y un telón que hicimos restaurar. El Círculo es un lugar que espiritualiza, entrar al teatro es no solamente para escuchar música, sino que allí están todas las artes. El mismo edificio es una obra de arte.
-¿Cuál es tu primer recuerdo de El Círculo?
-Por un lado, mi padre estuvo en la comisión directiva, fue presidente y yo lo acompañé. Hubo épocas en que el teatro estuvo en muy mal estado; se llovía y estaba lleno de deudas, en fin, nadie quería ir porque estaba prácticamente abandonado. Pero se fue recuperando, y en los últimos 40 años fue en ascenso. Hoy está en valor y está impecable en lo edilicio y cultural, lleno de actividad, no solamente con lo que programamos nosotros, sino también con la Orquesta Sinfónica y el Estudio de Comedias Musicales. Pero volviendo a la pregunta, te podría decir que hice un clic la vez que fui a ver una conferencia de Roberto Juarros. Esto es muy personal, te estoy hablando de hace 35 años. Fui al foyer y lo vi abandonado, y eso sumado a lo que te decía antes. Coincidimos, entonces, con un grupo de gente en la necesidad de devolverle valor al teatro, y a partir de ahí fue todo pasión y continuidad.
-Me gusta pensar que en esa necesidad algo tuvo que ver la figura de un poeta.
-La poesía es una necesidad y es mi lado creativo. Además, en El Círculo hemos tenido ciclos de poesía, por donde han desfilado miles de poetas locales, naciones e internacionales. En la parte musical, producimos ópera, lo cual es importantísimo, porque no todos los teatros lo tienen: el Colón, el Argentino, un poco Córdoba, y nosotros. Y además tenemos ciclos de arte visuales y conferencias. Funcionamos como un centro cultural y de las artes.
-De un tiempo a esta parte, la sala permite una variedad de espectáculos que ha permitido que se acerque un público diverso.
-Estamos abiertos a todo tipo de géneros, porque hay distintos estilos, vertientes y expresiones artísticas. Estamos abiertos a todos, en la medida en que no corra riesgo la sala. No es una sala para el rock pesado, como puede haber en otro lado, ¿no? Si viene Fito Páez, hace un formato acústico, más íntimo, como cualquier banda de rock; y eso es algo que está totalmente entendido por todos. Por otro lado, no hay ningún prejuicio o censura a cualquier tipo de género artístico.
-En ese sentido, me gusta mucho la difusión actual de La Bohème, mediante códigos de la historieta.
-La obra fue transpolada en su ambientación, transcurre en Francia pero su ambientación es en los años ‘50, con referencias al pop art y la historieta. Es la misma vida bohemia, pero transcurre en esa ambientación, como para que tenga otra ampliación y no sea tan museística.
-Y llegar así a otros públicos, muchas veces reacios a este tipo de propuestas.
-En La Noche de los Teatros, la semana pasada, recibimos muchísima gente, como 2000 personas. Durante tres horas, hubo que guiar y organizar todo. Les mostramos cómo se armaba una ópera, con el director, las voces, cómo se van marcando los tiempos de la obra. Y resultó muy interesante, porque La Bohème es una ópera muy vista y poética. Además, estamos en el año Puccini, cumpliendo el centenario de su fallecimiento. Lo importante es que el teatro está vivo, recuperado ediliciamente, con circulación de gente todo el tiempo. La Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario ensaya todos los días, con 90 músicos; está el Coro de la Ópera, está la comedia musical por la tarde. Ahora, con el Ballet Ruso, estamos haciendo ballet completo y ése es otro hecho importante. El año pasado realizamos El Cascanueces, con ballet completo, vestuario y escenografía. Este año vamos a hacer Las Sílfides y Don Quijote, con un cuerpo de ballet que hemos armado nosotros, y que la ciudad no tenía.
El año pasado, el Ministerio de Cultura de la Nación otorgó un subsidio de importancia a la sala, cuyo monto permitió la restauración del arco proscenio del escenario, la ampliación del foso de orquesta, y el agregado de un espacio anexo al Museo de Arte Sacro Barnes. Provincia y Municipio también apoyan desde sus políticas. “Valoramos el apoyo oficial y entendemos que el teatro, si bien, jurídicamente es privado, en los hechos es público, se comparte con todo el mundo. Es importante la sinergia entre lo público y lo privado. Cuando restauramos la cúpula, intervinieron la provincia y la Municipalidad. Durante el verano restauramos la mecanización del escenario, que estaba bastante obsoleta; y conseguimos el apoyo de la Municipalidad. Esto es algo que pasa en todas partes del mundo. Si los teatros son oficiales, existe una fundación que también colabora”, explica Martínez Carbonell.
Y agrega que en la comisión directiva que preside, “contamos con un staff de entre 15 y 20 personas; la comisión directiva es ad honorem y participan muchos voluntarios, que colaboran, como con las visitas guiadas. Estamos también bastante preocupados por la gente y las nuevas generaciones. Con el ciclo ‘Hoy Tenemos Función’, le ofrecemos a las escuelas, primaria y secundaria, un conjunto de actuaciones, como un fragmento de ópera, de un concierto, una obra de drama; y con eso también vamos mostrando el teatro e invitando a la gente joven para que lo conozca. A ese ciclo, el año pasado, el Concejo Municipal le dio un subsidio para que pudieran participar escuelas que no tenían recursos, porque nosotros cobramos una entrada simbólica, como para pagar a los artistas”.
Por su historia y calidad artística, El Círculo ya es inmanente a la vida rosarina; como señala Martínez Carbonell: “Somos una institución no meramente receptiva, sino productiva. Muchos de los artistas que han pasado por El Círculo y se han formado, ahora tienen éxito en Buenos Aires y otros lugares. Somos, de alguna manera, una factoría de producción artística”.